En la Biblia se cuenta la historia de Onán y su hermano Er. Es una triste relación donde, a la muerte de Er su hermano debe, siguiendo los mandatos de la ley, casarse con la viuda.
Acepta su destino pero no admite consumar el matrimonio pues su descendencia será siempre, siguiendo las estrictas leyes sagradas, atribuida a su hermano Er.
Por esta razón, Onán practicaba el llamado coitus interruptus y la masturbación. En ambas prácticas transgredía las leyes, pues su semen (semilla) no era depositado en tierra fértil (vagina) y Dios veía esto con desagrado, motivo por lo que castigó a Onán con la muerte.
De Onán solo quedó su recuerdo en lo que posteriormente se ha conocido como onanismo (masturbación). Práctica vetada por las religiones mediorientales, como el jadaísmo, cristianismo e islamismo.
Parecería una historia fantástica de nuestros tiempos sino fuera por la insistencia de quienes afirman, que ha sido verdad cierta narración que indica que hacia los tiempos de la llamada Guerra Carlista (1833-1840) se autorizó en España, concretamente en el llamado Hospicio de San Juan de Dios, en Málaga, la creación del Cuerpo de Pajilleras. Un grupo de piadosas monjas quienes iban al auxilio de los soldados heridos y necesitados de atención íntima en sus noches y días de soledad.
Los antecedentes de esta tan divina y sacra práctica tendríamos que ubicarla, en la Venecia del siglo XVI. Por esos tiempos, y por relatos de la picaresca del Aretino (Pietro de Aretino, 1492-1556) se menciona a la joven Nefixa (ver: http://www.aporrea.org/actualidad/a152965.html ) quien, para ganarse el cielo, usó como piadosa práctica dar consuelo íntimo a los pordioseros en la lagunar ciudad. Con ello, a su muerte, de inmediato fue declarada santa, motivo de celebración y devoción. Además, muchas jóvenes de su generación siguieron los pasos de esta nueva santa.
Posteriormente y con el advenimiento de nuevos clérigos, obispos y papas, fue destronada de los altares, quedando en el olvido.
Pero estas nuevas seguidoras de los antiguos ritos y tradiciones sexuales, incorporaron la práctica de la piedad para consolar y descargar rabias, ansias y deseos a los iracundos soldados quienes, después de la atención de las seguidoras de Cristo, se adormecían plácidamente y bajaban sus niveles de testosterona y agresividad.
Se menciona a una tal sor Ethel Sifuentes, monja de origen supuestamente nórdico quien, al atender a los heridos y practicarles caricias en sus viriles miembros, lograba que los militares se calmaran.
De esta manera muy pronto comenzaron a multiplicarse las monjas voluntarias, no importando edad, ni condición jerárquica.
Del precursor Hospicio de San Juan de Dios muy pronto surgieron por toda España otros centros de socorro, como el Cuerpo de Pajilleras de la Reina, las Pajilleras del Socorro de Huelva, las Esclavas de la Pajilla del Corazón de María o las Pajilleras de la Pasionaria.
Tan famosa fue esta tarea que pronto se diseminó por otros países. Vemos entonces que en Latinoamérica se hicieron también famosas estas prácticas, incorporando además de monjas, a mujeres laicas y de buenas costumbres. Siempre con un atuendo que les cubriera todo el cuerpo y además, con un velo para ocultar el rostro. Obviamente, nunca importó si fuesen hermosas o feas. Era lo de menos.
En el conflictivo México de las guerras de los cristeros, las llamadas Hermanas de la Consolación (laicas) ofrecieron sus servicios de absoluto desprendimiento y solo por amor a Dios y al prójimo, tanto a las tropas de la naciente república como a las enemigas. Ellas no distinguían entre unos y otros. Su labor era absolutamente vocacional y piadoso.
Por su parte, en Dominicana se les llamó las “sobagüevo”. Término cariñoso y muy familiar. Mientras en Brasil, las Damas paulistas fueron llamadas beixapau.
Sean estas, historias de la fantasía cibernética (es un tema de polémica desde hace más de una década) producto de esas fuentes urbanas sin origen y con destino; es lo de menos. Lo cierto es que ellas han podido iluminar a las modernas instituciones que desde hace ya varios años ofrecen ayuda asistida a los discapacitados, quienes tienen necesidades y derecho a una vida sexual placentera.
Existen en la actualidad países que han incorporado a sus constituciones una moderna legislación y con ello, la creación de centros especializados en la atención a estas personas. Lo vemos en Japón, países escandinavos, Suiza, Alemania, entre otros.
Por ello, no es de extrañar esta ancestral práctica que (ver en http://is.gd/ZmKBPi ) ha formado parte de los placeres humanos. Después de todo, hasta las pajilleras tienen sus precursores, Onán y Nefixa.
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