Jesús Enrique Rodríguez, de 54 años, ingresó al Hospital Vargas, ubicado en el centro de Caracas, el 4 de noviembre con una tos muy fuerte. Veinte días más tarde, los médicos informaron a sus parientes que había fallecido producto de un paro respiratorio. Esta es la historia de un hombre que antes de morir, tuvo que descender a los infiernos del sistema público de salud de la República Bolivariana de Venezuela, reseñó Vertice News.
“Mi hermano entró con una supuesta infección respiratoria y requería oxígeno, pero ni siquiera tenían un flujómetro ni los elementos indispensables para nebulizar”, relata Yudhexy Rodríguez, una publicista de 39 años. Así, en una sala de hospital sin aire acondicionado y llena de moscas y zancudos, la familia Rodríguez comenzaba a padecer su calvario.
El paciente fue recluido en un área contigua al anexo del Vargas que está en construcción. “Esa parte está llena de basura”, cuenta Rodríguez. De allí venían la pestilencia que inundaba el cuarto y los insectos que se posaban sobre los enfermos. Lo normal es que todo esté sucio. “El agua llega dos veces a la semana, los baños están inmundos”, describe sin poder olvidar aquella sensación de asco que le cortaba el estómago.
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