Mientras escribo estas líneas, es probable que un grueso número de venezolanos esté preparando sus maletas para irse del país convencido de que aquí no hay nada que hacer y de que todo está perdido. Muchos ya tenían planes de marcharse, pero decidieron esperar hasta que finalizara 2016, esperanzados en que se podía hacer un Revocatorio que sacara del poder al principal responsable de esta catástrofe humana que se vive en Venezuela. No hubo Referendo y eso ha hecho que miles de ciudadanos hayan retomado su plan de buscar nuevos horizontes lejos de la tierra que los vio nacer.
El 2017 comienza con un Maduro agrandado y aparentemente más tranquilo. Nicolás está feliz porque no hubo referendo revocatorio en 2016 y porque tampoco lo habrá en 2017. El heredero de Chávez sonríe cada mañana porque todo parece indicar, aunque no nos guste, que él se va a quedar en Miraflores por lo menos hasta 2018. Si. Estoy de acuerdo con usted amigo lector. No es fácil decirlo. Produce urticaria y dolor de estómago el sólo pensar que este campeón de la ineptitud se pueda mantener al frente de la Presidencia durante dos años más. Pero esa es la verdad duélale a quien le duela: no hay forma de sacar a Maduro electoralmente de Miraflores hasta dentro de dos años.
Pero hablemos claro: la culpa de esta tragedia nacional no es solo de Maduro. La responsabilidad de que Nicolás se vaya a quedar hasta 2018 en Miraflores es de la MUD, y más concretamente, de eso que llaman el G4, que son los que realmente mandan allí. Fue el G4 el que no pudo — o no quiso — llevar a cabo el Referendo Revocatorio. Ha sido el G4 el gran responsable de que Nicolás Maduro siga en el poder, destrozando al país, acabando con la vida de millones de venezolanos, tomando decisiones que ponen en riesgo el presente y el futuro de esta gran nación.
Quienes formamos parte de la oposición (la oposición es algo muchísimo más grande que la MUD y el G4) hicimos lo que nos correspondía hacer: elegimos a una Asamblea Nacional mayoritariamente democrática. Salimos a la calle. Protestamos. Firmamos. Pusimos la carne en el asador. Hubo quienes pagaron con su libertad el precio de reclamar nuestros derechos. Otros tuvieron que asumir el camino del exilio para no caer en manos de los carniceros del gobierno. Algunos perdimos nuestros puestos de trabajo. ¿Y todo para qué? Al final, nada de lo que se nos prometió se cumplió. Maduro sigue en Miraflores. La mayoría de los presos políticos siguen presos. El país sigue cayéndose por un barranco. Y los principales responsables de la debacle, es decir, los miembros del G4 y los directivos de la MUD, siguen en sus cargos como si aquí no hubiese ocurrido nada. No sólo en el gobierno hay gente que le gusta atornillarse en los cargos. También hay enchufados en la oposición.
El 2017 arrancó y lo primero que hemos visto es un gobierno moviendo todas sus piezas. Maduro cambió al vicepresidente y a varios de sus ministros. La designación de Tareck El Aissami, miembro del ala más radical del oficialismo, como segundo en la línea de mando gubernamental, es un claro mensaje al país y a la oposición: los revolucionarios están dispuestos a matar antes que entregar el poder. La presencia en el gabinete de Elías Jaua y Adán Chávez son claras señales de que una vez más, los radicales están al frente de la revolución. Aristóbulo salió de la vicepresidencia porque simple y llanamente ya había cumplido muy bien su papel: hacerle creer a Henry Ramos Allup que los adecos regresarían al poder lo antes posible. Ahora le toca a Tareck El Aissami, enemigo público número uno de Henrique Capriles, cuyo trabajo será levantar el perfil de Julio Borges para convertirlo en aspirante presidencial y aumentar las grietas en Primero Justicia.
La MUD, como siempre, ha comenzado el 2017 como si aquí no hubiese pasado nada. El único movimiento que se ha observado en el lado opositor, se ha producido en la Asamblea Nacional. El diputado Julio Borges es el nuevo presidente del parlamento gracias al pacto suscrito por los partidos políticos que integran la MUD. Borges estrenó su presidencia haciendo algo que la oposición debió haber hecho hace un año: declarar el abandono del cargo por parte de Maduro. La medida, como ya se sabe, no conducirá a ningún lado, primero porque Maduro no se va a ir de Miraflores, y segundo porque el TSJ y el CNE no van a mover un solo dedo para que se hagan nuevas elecciones presidenciales en 30 días. Pero es mejor hacer eso que no hacer nada.
La MUD anunció una reestructuración en sus filas, pero todo parece indicar que se trata de un movimiento gato pardiano. Algo parecido a lo que ocurrió cuando anunciaron la supuesta salida de Timoteo Zambrano. Es triste y doloroso tener que decirlo, pero es así: la MUD se resiste a ser algo más allá de un simple y vulgar aparato electoral. La MUD pregona la democracia, pero no la practica. No hay nada menos democrático en toda Venezuela que la MUD. Los directivos de la MUD no se escogen en elecciones, los designa el G4. Los partidos que integran a la MUD le piden a Maduro que sea democrático, pero muy pocos partidos practican la democracia interna. Hay partidos que no hacen elecciones internas desde hace muchos años. Hay presidentes y secretarios generales de algunos partidos que están en esos cargos desde hace 20 y hasta 30 años. La democracia pareciera ser buena para afuera pero no para adentro.
La agenda del gobierno para este año 2017 está muy clara: 1) minimizar la actuación de la Asamblea Nacional hasta reducirla a cero (hay gente en el gobierno que quiere disolver la AN, pero esa decisión todavía no está tomada por el impacto que la misma tendría a nivel internacional) 2) evitar a cómo de lugar la realización de elecciones porque todas las encuestas y los indicadores señalan que los candidatos del gobierno van a perder (el gobierno anunció elecciones regionales para mediados de 2017, pero lo más seguro es que no haya comicios hasta diciembre) 3) reforzar el control político y económico sobre la población y hacer que la gente sea mucho más dependiente política y económicamente hablando del gobierno (el carnet de la patria será un mecanismo de control económico y social sobre la población de escasos recursos) 4) mantener hasta donde sea posible la Mesa de Diálogo para transmitir a nivel internacional la imagen de un gobierno dispuesto a conversar con la oposición para encontrar soluciones al conflicto político que vive el país (hay partidos de la MUD que ya pactaron con el gobierno mantenerse en la mesa de diálogo) Y 5) reducir a su mínima expresión a los partidos políticos opositores, limitando su accionar, y reduciendo sus posibilidades de convertirse en alternativas de poder real (el partido Voluntad Popular será declarado ilegal y proscrito. El gobierno ya tiene lista la decisión).
Ya conocemos la agenda del gobierno para 2017. Ahora bien; ¿Cuál es la agenda política de la MUD y del G4?. ¿Cuál es el próximo paso después de la declaratoria de abandono del cargo? ¿Cuál es la hoja de ruta para este año? ¿Cuál es el plan de vuelo? ¿Qué hacemos para que Nicolás Maduro no siga destruyendo al país como lo ha venido haciendo hasta ahora? ¿Tienen la MUD y el G4 una agenda electoral? ¿Alguien la conoce? Se ha pregunta usted, amigo lector, ¿Por qué razón la MUD no hizo elecciones primarias para Gobernadores durante todo el año 2016 si se suponía que en ese año debían hacerse elecciones regionales?
¿Qué harán la MUD y el G4 el próximo 13 de enero, cuando se instale nuevamente la Mesa de Diálogo y algunos partidos como Un Nuevo Tiempo y Avanzada Progresista asistan a las reuniones con los representantes de Nicolás Maduro? ¿Qué hará la MUD cuando el TSJ y el CNE anuncien que no habrá elecciones en los próximos 30 días porque no hay abandono del cargo por parte de Nicolás Maduro?
¿Qué haremos para que 2017 no sea otro año perdido y lleno de frustraciones políticas para la gran mayoría del pueblo venezolano, amante de la democracia y la libertad, como lo fue 2016? ¿Seguiremos siendo simples peones en el tablero de este juego de ajedrez entre la MUD y el Gobierno?
SC. 11 de enero de 2017
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