Culminó el año 2016, uno más sin tomar medidas económicas tendentes a corregir los graves desequilibrios fiscales, monetarios, cambiarios y políticas públicas para reactivar la economía. Por lo menos desde que empezó la caída de los precios del petróleo en Septiembre de 2014, aunque las correcciones han debido ser mucho antes, desechando el anacrónico modelo de socialismo del siglo XXI. Ya van tres años consecutivos de contracción económica, culminando el año 2016 con un decrecimiento acumulado de la economía en un 23%. Esta contracción del aparato productivo ha aumentado la escasez y la inflación del nivel general de precios, siendo también en ese lapso la más alta del mundo. La reducción del tamaño de la economía, implica cierre de empresas, menos producción de bienes y servicios nacionales y aumento del desempleo formal. Las estadísticas edulcoradas del Instituto Nacional de Estadística (INE) pretenden hacer ver que el desempleo formal viene disminuyendo en los últimos años, lo cual resulta difícil de creer con una economía en contracción. También se ha incrementado el empleo informal, como corolario de lo anterior, contrastando la afirmación del INE.
Aún el BCV no ha publicado ninguna cifra del comportamiento de la economía en 2016, mejor dicho, nos debe la información que está obligado por ley desde el año 2015. El Instituto Emisor perdió su autonomía desde la modificación de su ley en 2005 que permitió entregar al gobierno las reservas internacionales, que son un activo de la República y no una cuenta del poder ejecutivo, fue una estafa a la Nación. Los promotores y los ejecutores de este adefesio monetario tienen ante la historia un sitial por semejante reforma, que aunado al manejo doloso del control cambiario, agotaron las reservas internacionales. He repetido en mis columnas que Venezuela es el único país petrolero del mundo que se quedó sin reservas internacionales. Hoy Venezuela pudiera tener un nivel holgado de reservas internacionales que he estimado en unos 300.000 millones de dólares, no se hubiera generado el elevado índice de escasez de alimentos, medicinas e insumos de la producción, a pesar de la caída de los precios del petróleo.
De no abandonarse el modelo rentístico populista, estatista y sustituirlo por unas políticas públicas que permitan establecer un clima de confianza sin el cual no es posible reactivar la economía y superar la crisis económica y social. Este clima de confianza es fundamental para que haya inversión privada nacional y extranjera, sin la cual no se impulsará el crecimiento y el desarrollo económico, Este clima de confianza además de liberar las fuerzas productivas, requiere de planes serios para enfrentar la inseguridad de personas y de bienes. Asimismo, rescatar la Democracia con su separación de poderes, retomar la ruta electoral hoy truncada por la injustificada suspensión de los eventos electorales previstos en la constitución. Esto permite reducir la conflictividad política que está enfrentando a los venezolanos en el ejercicio de sus derechos ciudadanos. La confianza con el restablecimiento de las libertades económicas, el rescate de la Democracia y el combate efectivo de la inseguridad, son preámbulos necesarios para superar la crisis económica, social y política. Mientras esto no se logre, el panorama luce sombrío para este año, con la tendencia a ser peor que el año 2016 y más allá del 2017.