EL SÍNDROME DE UNA ASIMETRÍA – ESTADO DUEÑO DEL RECURSO, PRODUCTOR Y LA RENTA DEL RECURSO.
Esa relación es fatal sin solución óptima en algún momento durante el ciclo. Pero comencemos por el final, en las condiciones que hoy muestra la industria petrolera nacional después de casi dos décadas de operar bajo la irracionalidad de los incentivos que definen como ingreso fiscal la renta petrolera, bajo el universal engaño que genero la estatización -1975- que bajo el control del Estado y el gobierno, el ingreso petroleo -renta- fluiría con mayores volúmenes, “requerida” para aplacar las necesidades del venezolano, engañados estos, con el cuento de una nación dueña del petróleo y por lo tanto sus ciudadanos serían sus dueños, además de dolientes de esa suerte.
El actual estado de la industria petrolera nos revela la gran verdad, aunque cubierta del velo de la ignorancia (Rawls) que depredar la industria se convirtió en consecuencia no intencionada, pero que sin embargo nos deja el consuelo político que “no hay mal que por bien no venga”. Así, constatado su descapitalización que en algún punto del ciclo ocurriría, y después de tragarse el hígado como Estado petrolero, pudo haber dejado otra oportunidad, la última, una apuesta que solo el mercado podrá fijar el grado de rentabilidad que el negocio petrolero tendría en un mercado global y con más dolientes, más productores y más oferta petrolera, en medio de grandes saltos tecnológicos con modelos de negocios que operan con incentivos privados, del capitalismo, para ser precisos..
Solo el mercado lo dirá, pero bajo la condición de serios cambios en la manera como se definen derechos de propiedad sobre el petroleo como commodity -producido y procesado- por inversión privada. Ello, desde luego, reducirá el ingreso petrolero como tensión fiscal, porque los impuestos quedaran como resortes e incentivos para que el capital pueda rodar. Desde luego, y el mundo se preguntará con razón, por qué hubo que andar por la costosa via de la destrucción de un inmenso capital que nos trajo la industria a niveles donde muchos se pregunta sobre la viabilidad que ella tiene viendo al futuro, un futuro incierto donde las tasas de sustitución marginal de unas energías por otras, sobrepasaron el umbral de costos y regulaciones como restricciones que lo impedían anteriormente.
El síndrome de la asimetría propiedad y renta entre un Estado/Gobierno dueño de un negocio y la racionalidad económica de un negocio como cualquier otro, un espacio donde el gobierno es dueño de esa renta, y reparte sobre un esquema de fuerte presión fiscal – definido por el interés -decisión- político, independiente de cómo se exprese la coyuntura económica. Esa asimetría, el Estado (dueño de la empresa) y el gobierno receptor de la renta, distribuye con esa restricción fiscal, la cual no le permite consentir el costo de mantener la producción, por lo menos al nivel de crecimiento vegetativo, -con costo marginales en cero, con ingresos marginales en cero.
La racionalidad económica sobre esta presión fiscal se destruye, porque el gobierno redistribuye sobre sus derechos de propiedad -gobierno, Art 12 CNRBV- para sostener un Estado que en paralelo muestra un crecimiento mayor al propio crecimiento de la economía no petrolera, lo que va generando una brecha inalcanzable, y que se va a manifestar -así ocurrió- a mediados del 2012, en un déficit -incremental creciente- en su balanza de pagos, el negocio petrolero, inclusive marcando un precio promedio en 92 $/barril. En paralelo -y por la misma razón original, dada las condiciones iniciales del modelo de distribución de la renta del petróleo, generaba un déficit fiscal que reventó los indicadores económicos en marzo 2013.
Esa es la primera palanca de la tenaza, la otra trae una fuerte correlación en términos de precios, porque estos obedecen a dos fuentes de ingreso, que hoy están en conflicto, los precios de los acuerdos de venta de petroleo con los socios y contratos políticos con China, Petrocaribe, y otros mercado marginales, y lo que genera CITGO al comercializar el petroleo que le llega desde PDVSA -Venezuela- un petroleo encarecido por las mezclas, pese a los precios hayan caído, los números muestran que en el ultimo ano, las ventas al norte han caído. Según se conoce, los dólares por barril de petroleo vendido no canje todos en la caja, además del diferencial negativo respecto del ingreso petrolero de CITGO, que suponemos, además de ser caja inmediata, porque Tío Sam tiene el ojo pelado, es mayor por cada barril comercializado.
Tentativamente esta matemática dice que, si se vende más a CITGO, el ingreso petrolero por barril es mayor que si se vende en el marco de los acuerdos con China Petrocaribe, etc. etc.; mientras que si se vende menos (más a los socios y contratos mencionados en el párrafo anterior, el ingreso por barril se reduce. Es la tenaza que marca el diferencial de precios que da vender en un mercado más que en el otro. Uno está inclinado a pensar que las finanzas de PDVSA, de hecho, ya colapsadas -como lo muestra la caída de la producción, sufren más cuando se vende menos en el norte que cuando es lo contrario.
Proof, los dos movimientos financieros la heterodoxia del canje de bonos de hace tres meses con CITGO de garantía y del acuerdo de préstamo con Rosneft que pone como garantía la otra mitad de CITGO, sucumbiría en un tribunal, curioso fenómeno el cual ya PDVSA tiene experiencia con la negociación de una de las refinerías de CITGO, negociadas hace un tiempo, donde el tribunal en USA falo a favor de PDVSA, un caso simétrico al que ahora ocurriría con la demanda de EXXON y otros para detener la eventual liquidación de la mitad de CITGO. EN PDVSA se sabe que la salsa que es buena parta el pavo también lo es para la pava.
Lo mismo ocurriría con CVG conglomerado productor commodities, el cual también perdió el ciclo de altos precios de los commodities que producía. Idem con las minas de oro que existen solo en papel, rompiendo contratos por no poder cumplir con las obligaciones acordadas y entregando las vetas a los depredadores del negocio para así al menos el BCV pudiera recibir una que otra tonelada que no podía producir en las instalaciones públicas. Los militares tomaban la mitad, los mineros la otra mitad y el BCV lo que sobraba. Entre enero 2014 y 2016, apenas 11 toneladas de oro a sin refinar para el mercado del oro monetario es lo que el BCV muestra como beneficio. Como la enfermedad del Estado productor es pandémica, este como productor desde petroleo hasta arepas, colapso económica y financieramente.
El daño estaba hecho porque la asimetría en la distribución de la renta del petroleo ya no cubría el ritmo de descapitalización -léase desinversión- que se iba generando del lago del ingreso. La tenaza se cerró a finales del 2013 y la crisis de pago estallo. A partir de allí y lo acotamos muchas veces, no había vuelta, porque la renta dejo de fluir al fisco (gobierno) y el déficit, fiscal castigo con una hiperinflación dado que la renta fiscal era ya cero. Pero como en el camino habían quedado muchos pasivos, en PDVSA, financieros y no financieros, lo que no alcanza para dos, lo será menos para tres.
La caída en la producción acelera, los ingenieros que siguen el detalle industrial de la industria producir petroleo, crudos y/o productos, nos podrían adelantar cuanto además del crecimiento vegetativo -en la inversión- se requiere para recuperar el rezago y en cuanto será el esfuerzo económico y financiero para recuperar lo perdido, incluyendo los aspectos técnicos que va dejando la caída de la producción, en relación a recuperación de la producción y vuelta al ritmo perdido.
Todo indica que los costos marginales subirán en esa vuelta y el ingreso marginal cae en consecuencia, llegando a un punto muerto donde la capacidad de emitir deuda corporativa es nula, entrando en un típico nudo de un colapso. Este aparece cuando pase lo que pase, la producción seguirá cayendo, y los costos para recuperarla crecen. Bueno esta es la lógica de todo proyecto, los costos por salirse son altos -en relación al ingreso- cuando los costos por reentrar crecen a mayor ritmo.