La ciudadanía cumplió. Asistió a marchas multitudinarias, tragó “gas del bueno”, puso los muertos en las calles, también puso su cuota de presos y de perseguidos, y votó masivamente cuando se lo pidieron.
La Asamblea Nacional cumplió, al remover a Maduro del cargo de Presidente de la República, aunque lo hizo tardía y tímidamente.
La Iglesia cumplió. Los documentos de la Conferencia Episcopal Venezolana son claros, contundentes y precisos. Estamos en dictadura, dicen. Las declaraciones individuales de los obispos y cardenales son valientes y esclarecedoras.
La comunidad internacional cumplió. Los pronunciamientos de Almagro, la Unión Europea, las diversas comisiones de la ONU, los parlamentarios de América y los expresidentes, son inequívocos, respecto a que Maduro es un tirano, violador de los derechos humanos de su pueblo.
Los servicios de investigación americanos y europeos cumplieron, al desenmascarar la corrupción y los delitos de los funcionarios venezolanos, los enchufados, los bolichicos, los narcosobrinos, el cartel de los soles y los represores.
Ahora solo le toca cumplir al sector institucional de las Fuerzas Armadas. Los militares decentes que todavía quedan dentro de la organización están obligados a hacer valer la destitución de Maduro, decretada por la Asamblea, para lo cual deben primero enfrentar a los narco-generales y neutralizar a los colectivos armados.
Para cumplir con su deber, los militares institucionales cuentan con toda la justificación social, política y jurídica, así como con el apoyo mayoritario de la nación y la comprensión de la comunidad internacional.
¿Qué más esperan para actuar?
@LuisSemprumH