“Aferrado a un liderazgo que le produzca el salvavidas necesario, como quizá estén todos ellos, sesgado en su visión de reconocimiento histórico, errado en su misión gubernamental , pero sumamente convencido de su fracaso; ahora busca en una estatua unir y fortalecer una corriente otrora fuerte, y que ahora el 85% del país rechaza”.
Nota de Prensa
“El desespero de García Carneiro lo sumerge en errores más profundos. Y hoy Vargas observa un monumento, en plena plaza Bolívar, de un personaje que divide al país, y aleja al turismo nacional e internacional. El vencido e ilegal Gobernador no sabe lo que hace, porque no entiende a asesores sobre la pertinencia de una estatua de Pie, que rasga el sentido del legado, de lo aceptable. La guaira observa con asombro, como se hace reverencia a un monumento, que lo tildan de colosal, cuando el hambre se profundiza, la inseguridad hace metástasis, los servicios públicos son cada vez menos eficientes, y ese molde bronce, no viene a resolver los problemas de un estado, que no acepta ver igualado a un prócer de la independencia, con un sujeto político de unos tiempos, de grave crisis nacional, de la cual son responsables”.
“Jorge Luis García Carneiro está desesperado. Y por eso deja ver, con desparpajo, que no hacen falta elecciones en Vargas. Que él, y el reconocido líder de la estatua de Pie y en bronce, son los únicos predeterminados por la historia, para resolver los problemas que encontraron, crear nueva crisis, y volver a resolverla ellos mismos. Porque ninguno de nosotros tiene la experiencia o el conocimiento necesario. Porque ellos son los llamados por la historia.”
Son palabras de Roberto Smith en alusión al montaje de una estatua al “líder de un revolución fracasada del siglo XXI”.
Smith prosigue en su apasionada declaración afirmando que “tengan paciencia que eso será desmontado, como lo ha sido el discurso, la acción, los objetivos con sus propios resultados. Pero vendrá un nuevo amanecer, y allí estarán todas nuestras energías, la de las mejores voluntades varguenses, las experiencias acumuladas para convertir ese desespero de García Carneiro, esa estatua, que raya en la ignorancia sociológica, en una llama sustentable de esperanza y realidad sustentable y necesaria. Lo juro”