El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inició su presidencia anunciando un enfoque de gobierno de “línea dura”. Y después de varias órdenes ejecutivas firmadas en su primera semana, parece estar en camino de verlo. Pero las tensiones crecientes entre Estados Unidos y México no son todo lo que espera al presidente Trump cuando se trata de América Latina, publica CNN en español.
Trump también se enfrenta a una profunda recesión en Brasil, a un desastre económico en Venezuela, a una desesperada crisis migratoria en Centroamérica y a un posible retorno a una gélida relación con Cuba.
Este es un resumen de los dolores de cabeza que esperan:
Un impuesto del 20% para financiar un muro fronterizo podría ser el final del TLCAN
“Cuando Estados Unidos estornuda, México se resfría”.
Es un eslogan bien conocido que resume los estrechos lazos que comparten los países vecinos.
Ahora, México está tratando de evitar la neumonía, ya que las tensiones entre ambos países están en alerta máxima en la primera semana de la presidencia de Donald Trump.
El jueves, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, canceló su reunión con Trump después de que el mandatario estadounidense firmara un decreto para comenzar la construcción de un muro fronterizo, que México ha reiterado que no va a pagar. La Casa Blanca anunció más tarde que Trump quiere imponer un impuesto del 20% sobre las importaciones de México para sufragar el costo del muro, poniendo fin de manera efectiva al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
“México no cree en muros, nuestro país cree en puentes”, dijo el presidente Peña Nieto antes de cancelar su reunión. “Nuestra frontera debe ser nuestro mejor espacio para vivir juntos, un espacio de seguridad, prosperidad y desarrollo compartidos”.
Además de los planes para construir un muro y deportar a los inmigrantes indocumentados, el presidente Trump también está amenazando a las empresas mexicanas con un impuesto fronterizo del 35%.
Los expertos en comercio dicen que dicho arancel costaría trabajos a ambos lados de la frontera, pero sería especialmente doloroso para México, que envía más del 70% de sus productos a Estados Unidos. Las amenazas de Trump ya son una de las principales razones por las que la moneda de México, el peso, está cerca de un mínimo histórico.
Trump no ha dicho exactamente qué busca en un nuevo acuerdo comercial con México, más allá de que beneficie a los trabajadores estadounidenses. Él culpa al TLCAN del éxodo de empleos manufactureros desde Estados Unidos a México. Sin embargo, una investigación del Congreso encontró que el TLCAN no causó pérdida masiva de empleos.
México no planea quedarse quieto ante las amenazas. Su ministro de Economía, Ildefonso Guajardo, dijo que el gobierno respondería inmediatamente a cualquier acción comercial que Trump imponga a México.
El colapso económico de Venezuela
Los venezolanos sufren una escasez crónica de alimentos y medicinas.
En el centro de los problemas venezolanos está la crisis económica causada por el excesivo gasto del gobierno, los recursos mal administrados, los bajos precios del petróleo y la corrupción gubernamental. El Fondo Monetario Internacional proyecta que la economía venezolana se contraerá un 6% este año y la inflación se disparará un 1.660%.
“Venezuela no sólo se ha convertido en un problema económico, sino en una preocupación humanitaria”, dijo el lunes en el Consejo de las Américas Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental Fondo Monetario Internacional.
“Restaurar lo destruido llevará varios años”, dijo Werner.
Además de sus crisis domésticas, Venezuela depende cada vez más de China y Rusia para obtener ayuda a cambio de efectivo y armas, lo que contribuye a su importancia geopolítica. La otrora rica nación tiene la mayor cantidad de reservas de petróleo en el mundo.
Durante la campaña, Trump criticó al presidente venezolano, Nicolás Maduro, por oprimir a los venezolanos. Y su administración podría ser cada vez más difícil en Maduro. El nominado para secretario de Estado, Rex Tillerson, se enfrentó a Maduro en una pelea por el petróleo cuando Tillerson era CEO de ExxonMobil. Tillerson podría traer el mismo enfoque de línea dura hacia Venezuela como el jefe de la diplomacia estadounidense.
A pesar de ello, Maduro ha titubeado a la hora de criticar a Trump hasta ahora.
“No será peor que Obama”, dijo Maduro en una conferencia de prensa el 17 de enero. “Esperemos y veamos”.
¿Dónde quedan las relaciones entre Estados Unidos y Cuba?
Desde la elección, los cubanos se han preguntado qué significará la presidencia de Trump para la isla y si sobrevivirá la apertura del expresidente Barack Obama.
Durante su segundo mandato, Obama restableció las relaciones diplomáticas con Cuba después de más de 50 años, hizo historia al convertirse en el primer presidente de Estados Unidos en visitar la isla desde la revolución de 1959 y puso fin a la llamada política de “pies secos, pies mojados”. Permitió que los cubanos que llegaron a los Estados Unidos se quedaran allí.
Muchos cubanos esperan que Trump restablezca su estatus migratorio especial, pero hasta el momento el presidente no ha dado ninguna indicación de que los inmigrantes cubanos estarían exentos de sus estrictas políticas migratorias.
Durante la campaña presidencial, Trump pasó de decir que estaba de acuerdo con la apertura hacia Cuba, incluso que él hubiera negociado “un mejor acuerdo”, para luego prometer eliminar la nueva distensión con La Habana si los líderes cubanos no permitían mayores libertades políticas y religiosas.
Después de la muerte de Fidel Castro en noviembre, Trump señaló que adoptaría una línea más dura con Cuba.
“El legado de Fidel Castro es de fusilamientos, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza y negación de los derechos humanos fundamentales”, dijo en un comunicado, refiriéndose a Castro como “un brutal dictador”.
Hasta ahora, los funcionarios cubanos se han esforzado por evitar criticar a Trump y esperan ver qué hará el nuevo presidente antes de regresar a la adversa relación de la Guerra Fría.
Pero la elección de Tillerson como secretario de Estado parece indicar que los tratos con Cuba serán mucho más fríos en el nuevo gobierno.
“Nuestros compromisos recientes con el gobierno de Cuba no fueron acompañados por concesiones significativas en derechos humanos”, dijo Tillerson durante sus audiencias de confirmación. “No los hemos responsabilizado por su conducta, sus líderes reciben mucho, mientras que su gente recibe poco, eso no sirve ni al interés de los cubanos ni a los estadounidenses”.
La crisis migratoria podría empeorar
Decenas de miles de inmigrantes cruzan América del Sur y Central cada año y esos sueños no terminarán probablemente con la presidencia de Trump. Suben a autobuses, trenes y barcos, desafiando grandes extensiones de terrenos inhóspitos, pandillas criminales y el hambre con la esperanza de llegar a Estados Unidos, donde sueñan con un buen trabajo y una vida mejor.
Después de la elección de Trump, se registró una oleada de inmigrantes que huían de la violencia en Honduras, El Salvador y Guatemala, tratando de cruzar la frontera antes de que el nuevo gobierno imponga controles más estrictos.
Con Trump prometiendo construir un muro a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, se espera que los cuellos de botella en los cruces fronterizos de las Américas empeoren.
Las apuestas son aún mayores cuando se trata de inmigrantes cubanos y haitianos. Cuando miles de cubanos abandonaron sus hogares, esperaban aprovechar los privilegios especiales de inmigración concedidos a los que llegaban a las fronteras de Estados Unidos, la llamada política “pies secos, pies mojados”.
Pero sus vidas cambiaron cuando Obama eliminó esa política el 12 de enero, días antes del final de su segundo mandato. Los inmigrantes cubanos que se acumulan a lo largo de las fronteras estadounidenses están pidiendo al presidente Trump que los reciba como refugiados políticos, como parte de su promesa de tomar una postura dura contra el gobierno comunista de Cuba.
Para las decenas de miles de inmigrantes haitianos que huyeron de la pobreza y el hambre a raíz del terremoto de 2010, el panorama es sombrío. Muchos aprovecharon las visas humanitarias extendidas por Brasil en un momento en que su economía estaba en auge.
Pero con una profunda recesión desde hace dos dos años, muchos inmigrantes haitianos comenzaron a mirar al norte, hacia Estados Unidos, que había comenzado a permitir entrar a los haitianos después del terremoto. Esa moratoria sobre las deportaciones se rescindió en septiembre. Pero no antes de que unos 40.000 haitianos, de acuerdo con el Secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, comenzaran el viaje de un mes hacia Estados Unidos.
Ahora, miles de haitianos desesperados también acampan a lo largo de las fronteras del sur. Miles de personas están varadas en los cruces fronterizos de toda América Central, lo que despierta temores de un gran aumento en la trata de personas.
En Brasil, el populismo está fuera. La corrupción sigue
En Brasil, un escándalo de corrupción masiva que involucra a líderes políticos en todos los partidos, así como una recesión económica que dura ya dos años, tiene a los brasileños pidiendo su propia versión de Trump.
“Hay mucho descontento en Brasil”, dijo Joao Augusto de Castro Neves, director para Latinoamérica de la consultora del Grupo Eurasia. “El denominador común es el sentimiento antiestablishment, la clase política no está cumpliendo”.
Joao Doria, expresentador de la edición brasileña del reality show The Apprentice, fue elegido alcalde de la ciudad más grande de Brasil, Sao Paulo, en un triunfo aplastante. Un político outsider, Doria construyó su propio exitoso negocio y promueve valores sociales conservadores. Pero no ha abrazado exactamente el apodo de “el Trump brasileño”, ya que afirmó a los medios locales que habría votado por Hillary Clinton si viviera en Estados Unidos.
Luego está Jair Bolsonaro, un parlamentario que abiertamente ha defendido la dictadura militar, que terminó en los años ochenta. Está bien situado en las encuestas para las elecciones presidenciales 2018 a pesar de sus explosiones a menudo extravagantes en Twitter y en el Congreso. Bolsonaro es un ávido admirador de Trump, que lo felicitó por Twitter el día de su toma de posesión.
Pero hay muchas cosas sobre Trump que no van bien con los votantes brasileños en estos días: el populismo y el proteccionismo están fuera de moda. Muchos consideran que el libre comercio y las políticas favorables al mercado son la solución al aumento del desempleo y la inflación.
Todavía es demasiado pronto para decir si la presidencia de Trump ayudará o perjudicará a la enferma economía brasileña.
Por un lado, todos los mercados emergentes podrían ser golpeados si la mayor economía del mundo pone barreras al comercio como parte del enfoque declarado de Trump en “comprar estadounidense, contratar estadounidense”. Pero a diferencia de México, Brasil no tiene un acuerdo comercial importante con Estados Unidos, por lo que tiene mucho menos que perder.
De hecho, analistas dicen que Brasil, junto con China, podrían beneficiarse de la decisión de Trump de retirarse del acuerdo comercial del Acuerdo Transpacífico y cuestionar el TLCAN.
“Esta podría ser una oportunidad para rehacer su vecindario estratégico”, dijo Castro Neves.
Al final, el mayor desafío para el presidente brasileño Michel Temer podría no ser el nuevo gobierno en el norte, sino la investigación en curso sobre soborno y corrupción en el país. Los principales políticos han sido encontrados culpables de aceptar sobornos de empresas de construcción y otras a cambio de ayudar a conseguir lucrativos contratos con la petrolera estatal Petrobras y aprobar legislación beneficiosa en el Congreso.
Kelly Chen, Shasta Darlington, Patrick Gillespie, Patrick Oppmann y Catherine Shoichet contribuyeron con este reporte.