Lo que más preocupa de eso que los analistas de los procesos comunicacionales han llamado la Postverdad y los Hechos Alternativos que con la llegada de Donald Trump han alcanzado su clímax es ver como se hace de la mentira la política, la hoja de ruta para alcanzar la meta anhelada los objetivos trazados. Ver al vocero de la Casa Blanca negar con datos de medio pelo y con imágenes trucadas lo que todos vimos a través de la televisión y confirmado minutos después por la policía y el Metro de Washington (los congregados en el Mall y los desplazados el día de la toma de posesión) asusta por lo que pudiera ocurrir en el devenir de este mundo en el que vivimos y en cual la incidencia de la gran nación del norte es fundamental. De necios negarlo. De lo anterior y sus consecuencias podemos dar cuenta perfecta nosotros los venezolanos que hemos padecido de esos hechos alternativos, de esa realidad ideal inexistente los últimos 18 años. Aquí en Venezuela tenemos una crisis sistémica del modelo que nos imponen, hay hambre, miseria, escasez por la falta de alimentos y medicinas, un aparato productivo destruido, una estructura de poder afincada, corrupta y depredadora y el primer micrófono de la nación hoy, ayer también, se empeña en negarlo, no reconocerlo mientras que en peroratas diarias se inventa un país, con cifras e imágenes sacadas quien sabe de cual laboratorio (oficiales no hay) para justificar su existencia.
Por cierto que a los capitostes del régimen debe tenerlos confundido el ver como los principales cargos de la Administración Trump (Secretario de Estado, Defensa, Seguridad Nacional, CIA, entre otros) no les basta la nominación presidencial, estos deben tener la confirmación del Senado. Lo propio para el postulado para ocupar la vacante en la Corte Suprema. Como un Juez Federal anula por la vía judicial una Orden Ejecutiva del Presidente y una vez recurrida rechazada por inadmisible. Como el presidente Trump debe defender en las cortes lo que cree que es su derecho, su facultad. Difícil debe ser de explicarle a sus seguidores lo que allá ocurre y aquí no, vale decir, como funciona un régimen democrático en los que los contrapesos institucionales son fundamentales y al cual deben respetarse aun dentro del espíritu de colaboración que se deben unos con otros. Difícil explicarle a los militantes del PSUV que no se trata de un “yes men” de un “yo mando y los demás obedecen” sino que en un Estado de Derecho que se precie de tal, cada uno de los actores del Estado tienen su rol y cometido y que unos actúan de control del otro. No hay súper poder posible. Eso debe explicar el silencio que hasta el momento ha habido sobre los primeros 15 días de Donald Trump en la presidencia de USA.
Juan Pablo Guanipa. Al parlamentario y a su partido (PJ) le toca dar un golpe sobre la mesa. Un golpe de autoridad si quiere permanecer como referente en las preferencias del Zulia y su gente. En eso pueden ayudarle Voluntad Popular y demás organizaciones que hacen vida dentro de la Mesa de la Unidad Democrática Zulia que se oponen a Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática que por ahora marchan junticos y cuya expresión no es otra que el muy cuestionado coordinador regional Emerson Blanchard. Juan Pablo y sus aliados tiene mucho donde trabajar y con el cual empatizar pues no es un secreto el fuerte sentimiento de rechazo que en ciertos sectores de la población (sostenido e “in crescendo” en las encuestas), con mucha influencia en la opinión pública genera el llamado “rosalismo” que con el “come back” de Manuel ha puesto toda la carne en el asador pues en las calles del Zulia no solo se ve a MR como era previsible sino a un energizado partido Un Nuevo Tiempo con Evelyn, Pablo Pérez (cada uno pone lo suyo bien sea como alcaldesa en funciones y como ex gobernador), Eliseo Fermín, los parlamentarios Nora Bracho, Elías Matta, William Barrientos, José Sánchez, y el ex alcalde Daniel Ponne, entre otros, a su vera. A Juan Pablo, en resumen, le toca poner a prueba lo ganado durante ocho años de ser el rostro visible de la oposición en el Zulia.
El titular de la semana. “Arias volvió a confundir las cuentas con los cuentos” (Lester Toledo). La verdad que acierta en muy pocas palabras el legislador regional hoy en el exilio. El gobernador en su pretendida rendición de cuentas mostró muy pocos logros el pasado y año y lo que es peor, poco tino, a la hora de justificar los ingentes recursos que recibió. En el mejor estilo del chavismo – madurismo armó una película, mala por demás, en los que abusó de los verbos conjugados a futuro. Lástima que el parlamento regional sea apenas una ficción donde ni por asomo existe la posibilidad de considerar a fondo el informe de gestión, no sería políticamente correcto, y si cual balido de la presidenta, un “recibido y en cuenta”. Lo que no nos cuesta hagámoslo fiesta. A Toledo le costó el exilio así como el de su familia que se vio hostigada, perseguida y amedrentada por poner de bulto la larga lista de obras inconclusas del gobernador Arias Cárdenas y la incongruencia que había entre lo invertido y lo realmente ejecutado, cosa que está a ojos vista hasta para el más observador menos informado o interesado del acontecer regional. La ausencia de Toledo de su lar nativo es un recordatorio perenne del fracaso de la gestión de Arias que ni siquiera la mil millonaria operación mediática puede maquillar pues los dineros no están y las obras tampoco.
MUD. Lo mejor que le puede ocurrir a la coalición opositora es que se convoquen de una buena vez las elecciones regionales. Claro eso de gratis no sucederá. Hay que arrancárselas al régimen para el final del año junto a las municipales. Es lo mejor que le pudiera pasar pues es lo que los aglutina y los une en un mismo empeño, aun cuando sigan en Debe con la generación de Política que es lo que les ha faltado. Es febrero y todavía no logran ponerse de acuerdo en una hoja de ruta, tampoco en quien sustituirá al Chuo Torrealba. Que impide que Borges, Capriles, Rosales, Falcón, Ramos, María Corina, VP se sienten en una misma mesa acuerden un plan de salida y se pongan a trabajar en él. Los egos y las agendas particulares no pueden ser tan grandes. El país y su crisis lo es más.
Hernán Alemán. “No voy a ser candidato. Voy a ser el gobernador del Zulia cuanto las elecciones se convoquen”, responde el diputado zuliano a quienes les preguntan por sus aspiraciones, las primarias, el Toto Márquez y las elecciones.
La pregunta de las 64 mil lochas. ¿Por qué Rosales no se encara con la prensa zuliana? Los comunicadores del Zulia le han visto ir y venir por distintas redacciones capitalinas las últimas semanas y a las varias peticiones de entrevistas que tiene de medios radiales, televisivos, digitales e impresos solo tienen como respuesta un clamoroso silencio. Su oficina no sabe, no contesta. Apenas sí un grato encuentro privado entre amigos sin cámaras, grabadores y libretas.
¿Qué leo? “Estrategia de la Derrota” (Universidad Cecilio Acosta) de Ángel Rafael Lombardi Boscán. La obra da continuidad a la premiada “Banderas del Rey” de unos años atrás. El autor con prosa fina y una enjundiosa investigación desmitifica lo que fueron las mil veces contadas y adornadas gestas de la independencia no sin otro interés que darles su justo valor en el tiempo y el espacio. Lo hace incorporando los hechos y circunstancias que privaban y mandaban en la Madre Patria y que condicionaron, duda no cabe, las marchas y contra marchas del ejército realista en unas colonias de ultramar que para entonces importaban poco. Aleccionador también ponderar la relación de Bolívar y Morillo entonces (la Mesa de la Unidad hoy bien podría sacar lecciones y aprendizajes muy valiosos) así como los cara a cara múltiples y las oposiciones de los jefes del ejército libertador con Bolívar y como fueron digeridos y contrastados entre unos y otros a la hora de a lo Fuenteovejuna, tirar todos a una.
Ezequiel Zamora. Oportuno como siempre el Rector de la Universidad Cecilio Acosta Ángel Lombardi el pasado 1 de febrero muy temprano en 850 Fe y Alegría: “yo no vine hablar de muertos. Informemos que Zamora está muerto y a otra cosa….” A lo que como apunte podemos agregar una cita del escritor Norberto José Olivar hoy en El Nacional: “Los héroes infalibles y necesarios solo enferman a la sociedad, La debilitan”. Por cierto que el 1 de febrero a los celebrantes -que vestimentas por Dios- se les olvido o no les interesó recordar que era el natalicio del humanista Cecilio Acosta: abogado, periodista, escritor, filósofo. Un héroe civil sin duda del Zulia para Venezuela. Como tampoco ocupados como andaban en los corre corres de la celebración de ese asalto a constitución y las leyes que se perpetro un 4 de febrero de 1992, que un día antes era el natalicio del más leal, aguerrido y noble de los miembros del ejército libertador, Antonio José de Sucre. Por las valijas, dicen, se conoce al pasajero.
Superbowl. Esta tarde va la 51 edición en Houston. La transmisión comenzará sobre las 6.30. Los Patriots de New England arrancan como favorito frente a los Falcons de Atlanta. Hay expectación por lo que será la aparición en el Half Time Show de Lady Gaga quien sin develar mucho a prometido un show de 13 minutos y diez millones de dólares inspirado en lo que fueran las apariciones de Michael Jackson y Beyoncé. La Gaga estará acompañada de su partner de los últimos tiempos, el legendario Tony Bennett. También se ha dejado colar que si bien es cierto no tendrá corte político la performance si apuntalara la inclusión y los valores más sentidos y arraigados en la nación del norte lo que la prensa ha vaticinado como un “Do de Pecho” a los tiempos que transcurren. Decimos Do de Pecho para reservarnos la palabra “misil” al corazón mismo de USA la intervención a través de un video del Papa Francisco con un mensaje grabado que se proyectara en la pantalla del NRG Stadium durante el primer cuarto en el que el Pontífice expresará sus esperanzas de que la final del futbol americano sea “una señal de paz, amistad y solidaridad para el mundo”. A los Patriots por tradición estamos ligando.
Punto final. “Las culpas de nuestras desdichas, querido Bruto, no la tienen los astros, sino nosotros mismos” (William Shakespeare en Julio César)
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