El estudiante de biología Luis Sibira encontró los primeros despojos ensangrentados en noviembre pasado: ocho flamencos rosados, sus pechugas y torsos cortados en ruedas, dejando sus cabezas, las patas y sus coloridas plumas esparcidas en el fango de la laguna Las Peonías, en el oeste de Venezuela, publica El Nuevo Herald.
GUSTAVO OCANDO
Especial para the Miami Herald
Maracaibo, Venezuela
La caza de flamencos es ilegal e inusual en la laguna, a menos de 200 millas de la frontera colombiana. Sibira, que por años ha estado estudiando las aves rosadas que anidan allí, nunca antes había visto nada ni remotamente parecido.
Desde entonces, sin embargo, ha visto por lo menos 20 casos similares, el más reciente en enero, cuando encontró varios cadáveres escondidos entre los arbustos, cerca de un cartucho usado de escopeta.
Pero esto no es simple caza furtiva, dijo. Tanto Sibira como otros investigadores de la Universidad Zulia –una universidad pública de Maracaibo– están convencidos de que las aves protegidas se han convertido en las últimas víctimas de la creciente crisis del hambre en Venezuela. La gente se ha vuelto tan desesperada, dijo, que están matando y comiendo flamencos.
Existen otros indicios de que la escasez de alimentos ha llevado al sacrificio de animales que no se consideran generalmente comestibles – osos hormigueros gigantes, por ejemplo. Los investigadores universitarios –biólogos y estudiantes de biología– dicen que han mantenido registros para demostrar que decenas de criaturas de movimientos lentos, clasificados como “vulnerables” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, también han sido sacrificados para comer.
En el basurero de la ciudad se han encontrado más evidencias de desesperación por hambre: perros, gatos, burros, caballos y palomas desmembrados desde el año pasado, todos pelados o arrancados, con signos de haber sido comidos, según los equipos de basura de la ciudad.
“A veces sólo encontramos las cabezas, tripas y patas del animal. Solíamos ver esto muy poco en el pasado, pero esta práctica está ahora fuera de control y en aumento”, dijo Robert Linares, que trabaja en la eliminación de desechos en el basurero de la ciudad.
Un día antes, dijo, había encontrado los restos de un perro, pelado y desmembrado en las calles de Santa Lucía.
La ‘dieta Maduro’
Bajo la presidencia de Nicolás Maduro, el país, una vez rico, ha estado sufriendo la peor tasa de inflación del mundo, cerca del 700 por ciento el año pasado, según el Fondo Monetario Internacional. Una encuesta realizada por tres universidades de Caracas encontró que al 87 por ciento de los venezolanos en el 2015 no les alcanzaba el dinero para comprar suficientes alimentos para sus familias. No tener suficiente para comer se ha vuelto tan común que incluso tiene un apodo: “la dieta Maduro”.
Ricardo Boscan, jefe del departamento de recolección de desechos de Maracaibo, dijo que seis de cada 10 bolsas de basura o botes de basura están siendo saqueados por personas hambrientas.
“La situación ha empeorado desde el 2015”, dijo. “Está sucediendo porque el hambre está aumentando en una escala masiva”.
Pero recurrir a los flamencos es algo nuevo.
En el pantano de Los Olivitos, un refugio de 125 millas cuadradas cerca de Las Peonías, viven al menos 10,000 flamencos, uno de los tres únicos lugares en Venezuela. Se sabía que los locales se comían sus huevos, pero matarlos para comérselos era algo inaudito. Los indígenas de la zona, principalmente las familias Wayuu, niegan haber matado a las aves.
“Los indios venezolanos nunca comieron este tipo de animales, ni siquiera en tiempos de la conquista”, dijo Angel Viloria, biólogo y director del Instituto de Estudios Científicos de Venezuela. “Este nuevo comportamiento surge de la presión de comer”.
En años recientes, los hábitos culinarios del país en áreas rurales han incluido a veces ciervos, iguanas y aves silvestres – pero nunca aves exóticas como flamencos.
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