Como el lugar común lo ilustra, con un dedo es imposible tapar el sol.
De nada valen mentiras cínicas, intentos distraccionistas, ni retóricas inflamadas, para esconder unas evidencias que se muestran concluyentes.
Mucho menos discursos antiimperialistas o de soberanías mancilladas pasados de moda que ya nadie oye o cree.
Lo que estamos conociendo son las resultas de unos cuantos años de amplias investigaciones sobre un grupo de hampones metidos a la política.
Y no es que estemos sorprendidos. El rio sonó mucho desde hace bastante tiempo, y al fin vemos las piedras que traía, y ¡qué tamaños peñones!
Si lo que dice el Departamento del Tesoro norteamericano es cierto, y lo más seguro es que lo sea, estamos frente a un caso que tendrá grandes repercusiones internas e internacionales.
No se trata sólo de las relaciones bilaterales EEUU-Venezuela. Es un problema hemisférico y de más allá.
Los señalamientos del gobierno norteamericano contra el vicepresidente de Venezuela y su presunto testaferro son de una enorme gravedad. Son acusaciones muy concretas: facilitó embarques de narcóticos desde Venezuela; controló rutas a través de los puertos venezolanos; supervisó y/o fue propietario de cargamentos de drogas (sobre los mil kilogramos) desde Venezuela en varias oportunidades hacia MEXICO y EEUU; facilitó, coordinó y protegió a otros narcotraficantes que operan en Venezuela, y específicamente, recibió pagos para facilitar embarques de drogas pertenecientes al capo Walid Makled Garcia.
Igualmente, estaría vinculado a la coordinación de embarques para un violento cartel de drogas mexicano, Los Zetas, así como proveer de protección a otros capos.
El Departamento del Tesoro de EEUU lo ha señalado de haber presuntamente cometido tales crímenes, y es difícil pensar que no tengan pruebas. Es una medida que se dicta de conformidad con sus leyes y con aplicación en su propio territorio. No es, como algunos ignorantes del gobierno han dicho, que es una violación del derecho internacional o que tengan una naturaleza extraterritorial.
Lo cierto y lamentable de todo es que ahora se suma otra razón de descrédito para nuestro país, que no solo afecta a los señalados y al gobierno nacional, sino también al resto de los mortales de este atribulado país, que en un casi 90% están asqueados y repudian a quienes nos gobiernan.
Como si fuera poco el desastre social en el que nos ha hundido la incompetencia y la corrupción chavista, ahora se agrega la desgracia de un gobierno dirigido por acusados de forajidos vinculados a bandas de narcos y terroristas internacionales, todo lo cual, querámoslo o no, nos salpica a todos por el mero hecho de ser venezolanos.
En un país de gobernantes responsables y serios, o de instituciones que funcionen como debe ser, las renuncias no se habrían hecho esperar y las autoridades policiales y judiciales ya habrían empezado a investigar. El que no la debe, no la teme.
Pero ya sabemos en manos de quién estamos. Una tiranía que como tal no respeta las leyes, ni siente vergüenza alguna por hechos tan bochornosos.
El honor no se divisa en ninguna institución civil o militar.
La gente decente, muy poca, por cierto, pero que la hay, y que aun se mantiene adscrita al pensamiento y las políticas chavistas, harían bien en empezar a tomar distancia de estos malhechores, no vaya a ser que tengan su mismo destino.
En el ámbito internacional, visto lo visto, el gobierno militar-cívico cuyas acciones estaban ya bien devaluadas, con las acusaciones graves que estamos conociendo, pasará a convertirse en una suerte de leproso, con el que nadie querrá verse mezclado.
Lo que se le viene encima no es poca cosa. De nuestro hemisferio y de Europa las condenas y presiones aumentan. No le arriendo la ganancia.
Buenos vientos soplan para la causa de la libertad en Venezuela.
EMILIO NOUEL V.