Donald Trump ha trasladado a la Casa Blanca las prioridades de su singular campaña electoral, pero no ha generado cambios sustanciales en Estados Unidos durante su primer mes como presidente, marcado por el caos en su Gobierno y las tensiones con el sistema judicial, la prensa y líderes extranjeros.
Trump, que este lunes cumplirá un mes en el poder, ha firmado al menos 23 decretos y acciones ejecutivas pero, según expertos consultados por Efe, el contenido de esas medidas es más simbólico que sustancial, con la excepción del veto migratorio que fue bloqueado por un juez y que pronto será sustituido por otra medida.
“Nunca ha habido un presidente que haya hecho tanto en un periodo tan corto de tiempo”, defendió Trump este jueves.
En sus primeras cuatro semanas, el magnate inmobiliario ha dejado claro que pretende cumplir sus polémicas promesas de campaña y redefinir la política estadounidense, pero su escaso conocimiento de las dinámicas del Gobierno federal ha restado trascendencia -aunque no impacto mediático- a muchos de sus anuncios.
“La mayoría de sus acciones ejecutivas han sido vagas o estaban mal escritas”, lo que les resta “eficacia”, explicó a Efe un historiador presidencial en la Universidad de Albany, Bruce Miroff.
Desde su orden de construir el muro en la frontera con México a su decreto para acabar con los carteles del narcotráfico, la gran mayoría de sus medidas han consistido simplemente en “decir a sus agencias que busquen una forma de hacer algo”, coincidió David Lewis, un experto en políticas en la Universidad de Vanderbilt.
“Este es un presidente sin experiencia política que no se ha tomado el tiempo de aprender las reglas del juego, sus estrategias y sus sutilezas. Eso le ha hecho débil e ineficaz”, agregó Lewis.
Es posible que esos decretos se acaben traduciendo con el tiempo en estrategias concretas que sí cambien sustancialmente las cosas, pero, por ahora, el estreno en la presidencia de Trump ha estado más caracterizado por lo que ha dicho que por lo que ha hecho.
Sus acciones, además, han quedado eclipsadas por sus ataques a la prensa y a los jueces, el fallido lanzamiento de su veto migratorio y el escándalo generado por la dimisión de su asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, tras haber mentido al vicepresidente Mike Pence sobre sus contactos con Rusia durante la campaña.
“No puedo recordar a ningún presidente durante mi vida que haya tropezado tanto nada más llegar al poder”, aseguró Lewis a Efe.
“Su Casa Blanca está mal organizada, sus relaciones con el Congreso están plagadas por la confusión, ya le han dado un golpe importante en los tribunales y tanto él como su círculo han perdido credibilidad en un tiempo récord”, opinó, por su parte, Miroff.
Solo el 39 % de los estadounidenses está satisfecho con la actuación de Trump durante su primer mes, según un sondeo publicado esta semana por el centro de investigación Pew, que nunca registró un índice tan bajo en toda la presidencia de Barack Obama.
Desde el día siguiente a su investidura, cuando envió a su portavoz a reprochar a los medios su cobertura del acto, Trump se ha irritado ante cualquier percepción negativa sobre su labor, y ha ventilado esa frustración mediante feroces críticas a la prensa, a la que considera “el enemigo del pueblo estadounidense”.
También ha arremetido contra el sistema judicial del país a raíz del bloqueo de su veto a los refugiados y los inmigrantes de siete países de mayoría musulmana, que ha dejado de aplicarse y será reemplazado la semana que viene por un nuevo decreto.
En uno de sus episodios más criticados, Trump llegó a insinuar que, si había un ataque terrorista en el país, “la culpa” sería del juez que bloqueó su decreto.
En el plano mundial, Trump se ha llevado a la Casa Blanca algunas de las tensiones que mantenía con otros países, sobre todo las generadas con México, pero ha tratado de rebajar sus roces con los países de Europa y de Asia Oriental, y ha mantenido cordiales encuentros con los líderes del Reino Unido, Japón, Canadá e Israel.
Además, ha nominado a un juez para el Tribunal Supremo, Neil Gorsuch, que probablemente será confirmado por el Senado y podría permanecer en el cargo durante décadas, devolviendo a los conservadores la mayoría en la poderosa instancia judicial.
Sus promesas de derogar la reforma sanitaria de Obama, rebajar los impuestos a las empresas y construir el muro en México dependen de la cooperación de un Congreso que, pese a estar bajo control republicano, podría empezar a “ir por libre” si “los escándalos y el caos” siguen rodeando la Casa Blanca, según Lewis.
“Trump está desafiando a instituciones poderosas dentro y fuera del Gobierno federal, pero está empezando a encontrar una fuerte resistencia”, resumió Miroff.
Su “creciente frustración, y su necesidad de revivir sus actos de campaña”, como el que celebrará hoy en Orlando (Florida), “sugieren que el reto de ser presidente le está pasando factura”, añadió. EFE