Las fotografías del proceso de construcción de Masikryong son pura épica. En una de ellas se ve a los soldados empujando un camión en medio del barro. Otras les muestran acarreando piedras al hombro, quebrando el suelo a golpe de martillo o protegiéndose del frío invernal con una simple hoguera de madera. Hay también escenas de masas en las que cientos de uniformados ascienden por las laderas llevando sacos a la espalda o avanzando por la misma elevación puño en alto y haciendo ondear la bandera nacional, publica El Mundo de España.
JAVIER ESPINOSA
Estación de Masikryong (Corea del Norte)
@javierespinosa2
“No era una labor fácil y por eso se le otorgó al ejército. Se hizo todo sin equipos modernos, gracias al alto espíritu que suponía seguir las órdenes del Gran Líder”, explica la guía del recinto.
La “heroica” narración sobre cómo se erigió la estación de esquí alcanza su clímax en las tres salas de exhibición dedicadas al efecto en el hotel de lujo, donde se multiplican las imágenes del dirigente local, Kim Jong-un , durante sus visitas al enclave.
El pequeño museo guarda una relación detallada de cada inspección del jefe de filas norcoreano, de sus “instrucciones” -que han quedado colgadas de la pared- y hasta muestra las dos sillas en las que se sentó durante su estancia, protegidas por urnas de cristal.
Fue la misma intérprete del complejo, la que recordó las exactas palabras que pronunció Kim Jong-un el 17 de agosto de 2013, tras conocer que las lluvias habían afectado a las pistas en construcción. “No dijo que los países enemigos decían que los daños habían sido catastróficos y que no podíamos completar la construcción este año. Por eso teníamos que darles una lección y concluir en 2013″.
La estación de esquí se inauguró el 31 de diciembre de 2013, aunque previamente el propio Kim Jong-un se encargó de probar las pistas de esquí y hasta la “seguridad del telesilla”.
“Vino dos días antes y nos dijo que él mismo tenía que comprobar la seguridad del telesilla. Cualquier esquina de este complejo se ha realizado gracias al amor y las instrucciones del Comandante Supremo”, concluyó la fémina.
El recorrido por la galería de fotos del Hotel Masikryong y la “gloriosa” descripción de cómo los militares edificaron este enclave es un ejemplo más del singular carácter del primer centro de ski de lujo de Corea del Norte, que se ha convertido en uno de los principales motivos publicitarios de la retórica oficial.
Los medios afines al poder llegaron a acuñar un término para este proyecto y desde su apertura la apodada “velocidad Masikryong” se convirtió en un referente a la hora de “motivar” a la ciudadanía local al recordarles que se terminó en menos de dos años.
Todo un aluvión de carga ideológica que el turista extranjero puede combinar con la suntuosidad que se le exige a un hotel de 5 estrellas donde el café cuesta 4 euros, 98 una botella de Chivas 12 años y 57 la sopa de aleta de tiburón.
“Los norcoreanos pagan muchísimo menos que los extranjeros. Quizás un 10 por ciento o menos”, advierte Ju Jong-hyok, director de la agencia Korea International Sports Travel.
Ubicado a 20 kilómetros de la ciudad de Wonsan, en el este del país, Masikyrong se extiende por el pico de Taehwa, que se eleva hasta 1360 metros de altura.
Un hotel con propaganda de Kim Jong-un
Las instalaciones disponen desde piscina a media docena de restaurantes, sala de billares, saunas, salón de belleza, guardería, 9 pistas de esquí, otra de patinaje sobre hielo y todo un batallón de casi 400 empleados dedicado a su mantenimiento.
Eso sí, los esquiadores deben compartir la experiencia deportiva con las melodías de bandas como Moranbong o Chong Bon, cuyos cánticos patrióticos amenizan las pistas gracias a una enorme pantalla de plasma instalada en medio de la nieve.
Tampoco deberían sorprenderse si se acercan a la librería local y descubren que la mayoría de los textos tienen títulos como “Hacia la Victoria Final” de Kim Jong Un, “La política de Kim Jong-il” o el “Informe al Séptimo Congreso del Partido de los Trabajadores”.
Aunque quizás sea esta peculiar combinación el principal atractivo en el que se sustenta Masikyriong, como apunta Werner Huget. Para este viajero que lleva esquiando más de 6 décadas, el motivo que le llevó a venir aquí desde su lejana tierra natal en Alemania fue tanto su devoción por el esquí como el hecho de que Masikyriong se encuentre situado en una de las naciones más aisladas del planeta. “Nos atrajeron ambas cosas a partes iguales”, puntualiza.
“Es complicado llegar, pero tiene la ventaja de lo hospitalaria que es la población local”, añade mientras degusta una copa de vino.
En cualquier caso, Masikryong también es uno de los escaparates más significativos del escaso éxito que están teniendo las sanciones contra Corea del Norte.
Cuando Suiza bloqueó en 2013 la transferencia del teleférico que pensaba adquirir Pyongyang para este lugar por valor de unos 7 millones de euros al estimar que estaba incluido en los productos de lujo afectados por las restricciones impuestas por Naciones Unidas, las autoridades norcoreanas consiguieron agenciarse un reemplazo a través de una compañía China, que obtuvo otro teleférico utilizado en Ischgl (Austria).
La controversia provocó un virulento intercambio de acusaciones en el que Suiza consideró que Masikryong no era sino un “prestigioso proyecto de propaganda para el régimen” norcoreano, y Pyongyang replicó diciendo que la decisión del país europeo era “una seria violación de los derechos humanos que politiza el deporte y discrimina a los coreanos”.
“Quieren incluir entre los productos sujetos a sanciones hasta los esquís para niños. ¿Se pueden usar esos esquís para fines militares?”, se queja el director de las instalaciones recreativas, An Song-jing.
Promoción turística
El complejo turístico es ahora el principal exponente de la política de promoción del turismo que ha diseñado Kim Jong-un, que fijó como objetivo la recepción de 2 millones de visitantes extranjeros para el año 2020. Un resultado difícil de conseguir en el actual entorno político internacional, como admite Tim Beal, un experto en Corea del Norte, y profesor retirado de la Universidad Victoria de Nueva Zelanda.
“Resulta dudoso que puedan atraer a un significativo número de turistas dada la hostilidad de EEUU y la descripción del país que hacen los medios”, opinó Beal en un correo electrónico.
Washington mantiene la recomendación oficial a sus ciudadanos de que no viajen a Corea del Norte argumentando que existe un “amplio riesgo” de enfrentar una “detención de larga duración”, como le ocurrió a Otto Warmbier, un estudiante de esa nacionalidad que fue condenado en 2016 a 15 años de cárcel por robar un cartel de un hotel.
Las mismas cifras de visitantes de la estación invernal parecen muy alejadas de las que registra cualquier destino similar en España. Su director, An Song-jing, admite que entre diciembre y marzo del año pasado recibieron a 20.000 norcoreanos y sólo 1.500 extranjeros, una fracción de los 820.000 que por ejemplo acudieron a Sierra Nevada.
“Pero el número de esquiadores norcoreanos se duplica cada año y los extranjeros también aumentan. Saben que este es un lugar único”, puntualiza.