Las maniobras desplegadas por las parcas del cne para hacer desaparecer los partidos de oposición del registro que ese cuerpo lleva, que es además condición previa para poder competir por el favor popular no me resulta inesperado.
Es la repetición del montaje hecho por Castro en Cuba y copiado por Ortega en Nicaragua, aunque tardíamente, pues fue derrotado electoralmente antes de montar el parapeto que las parcas parecen dispuestas a entronizar en Venezuela para poder, cuando sea indispensable como medida para lavarse la condición totalitaria, convocar a una simulación de elecciones donde rija la regla de Castro “revolución no pierde elecciones”.
Sin embargo, lo que quiero resaltar del proyecto anunciado por las parcas, donde ya se vislumbra la desaparición de buena parte de los partidos y por supuesto la aparición de nuevas organizaciones, que repetirán hasta la saciedad la manida frase tantas veces invocada por algunos cuantos voceros que dicen ser de oposición, según la cual “la salida es constitucional, legal, pacífica y electoral”, como si se hubieran propuesto no hacer frente al gobierno, sino a la consigna invocada tres años atrás y que llevó a Leopoldo López a la cárcel.
Uno pudiera pensar que la iteración y el retintín con el que se califica la salida: “constitucional, legal, pacífica y electoral”, persigue señalar que hay dos salidas, esa que lleva pegada los cuatro adjetivos; y otra, que pudiera conformarse con el primero y como mucho si acaso hasta con el segundo.
El cierre de la vía electoral que el gobierno pretende con mayor retardo que en Nicaragua, no solamente es inesperado por lo inoportuno, sino porque al cerrar la vía electoral, que es pacífica, está llamando a que lo desalojen del poder por medios no pacíficos. Es una invitación clara a que se lo desaloje del poder por la fuerza.
Lo que hace algún tiempo podía parecer un imposible está tocando la puerta y lo más llamativo, o inesperado como el título del artículo, es que es el propio gobierno el que le grita a la oposición por boca de ‘las parcas del cne’: “olvídense de las elecciones”, por lo que parece que lo inesperado como ocurre tantas veces, viene a presentarse de modo imprevisto, aunque no imprevisible, puesto que si el gobierno cierra la vía electoral, corresponde al soberano hacer uso de todos los medios para desalojar del poder a quien pretende que la soberanía intransferible se le transfirió. Cabe aquí recordar los versos del Don Juan de Zorrilla: “Clamé al cielo y no me oyó. /Mas, si sus puertas me cierra, /de mis pasos en la tierra/responda el cielo, no yo.”
Caracas, 20 de febrero de 2017