Cuba dijo que el fallido intento del jefe de la OEA, Luis Almagro, de entrar a La Habana invitado por disidentes formaba parte de un plan para dañar sus relaciones internacionales, y reiteró que jamás regresará a ese organismo.
AFP
En una declaración difundida el miércoles, la cancillería defendió su decisión de impedir el ingreso de Almagro para que recibiera “un premio inventado por un grupúsculo ilegal anticubano”.
Según la diplomacia cubana, el viaje de Almagro formaba parte de una estrategia de “abierta y grave provocación contra el gobierno” de Raúl Castro que buscaba “generar inestabilidad interna, dañar la imagen internacional del país y, a la vez, afectar la buena marcha de las relaciones diplomáticas” con otros Estados.
“Al conocer de estos planes y haciendo valer las leyes que sustentan la soberanía de la nación, el gobierno cubano decidió negar el ingreso al territorio nacional a ciudadanos extranjeros vinculados con los hechos descritos”, justificó el ministerio de Relaciones Exteriores.
Más temprano, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), al dar a conocer el veto de las autoridades, dijo que nunca tuvo “interés en evaluar la situación política interna de Cuba ni sus diferentes tendencias políticas”.
Además de Almagro, Cuba le impidió el ingreso al expresidente mexicano Felipe Calderón y a la exministra chilena de educación Mariana Aylwin, que planeaban participar en el acto programado por la organización Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia.
Rosa María Payá, hija del fallecido opositor Oswaldo Payá, entregó el premio a Almagro en ausencia, en un sencillo acto realizado en La Habana en memoria de su padre muerto en un accidente de tránsito en 2012.
Los gobiernos de Chile y México expresaron su malestar por el veto cubano.
Entretanto, La Habana criticó con fuerza a Almagro endilgándole una “ambiciosa agenda de autopromoción con ataques contra gobiernos progresistas como Venezuela, Bolivia y Ecuador”.
Al mismo tiempo recordó que la isla fue expulsada de la OEA en 1962, en plena Guerra Fría, por rebelarse contra ese “cónclave inmoral”.
“Cincuenta y cinco años después y con la compañía de pueblos y gobiernos de todo el mundo, es menester reiterar, como aseguró el presidente Raúl Castro, que Cuba nunca regresará a la OEA”, enfatizó.
La organización levantó la suspensión a Cuba en 2009, pero el gobierno rehúsa reincorporarse.