Todo pasó en menos de una semana. Pasó que el presidente Nicolás Maduro aprobó 695 mil 966 millones de bolívares para el Carnaval. Pasó, también, que el vicepresidente Tareck El Aissami pagó, al menos, 178 mil dólares para responder, en una publicación del The New York Times, las acusaciones del Departamento del Tesoro que lo apuntan como narcotraficante. En los mismos días en los que esos montos fueron destinados a eso, y no a fortalecer programas alimentarios, también pasó que dos niños se murieron de hambre en el hospital de San Félix, publica Correo del Caroní.
Estas muertes, las más recientes que ha dejado la desnutrición en el estado Bolívar, ocurrieron el viernes. Las víctimas, una niña y un niño. Ella murió a las 7:00 de la mañana; él, dos horas después.
No llegaron juntos pero sí en la misma madrugada. Los médicos de ese centro asistencial, el Dr. Raúl Leoni, en Guaiparo, no pudieron ayudarlos: la falta de insumos y la criticidad de sus estados los condenaron a muerte.
La niña se llamaba Edgarlis Peñaloza y tenía un año. Fue la primera que hospitalizaron por una diarrea. Al verla, los galenos no se demoraron en dictaminar el diagnóstico.
Con Ángel Grillet, de tres meses, pasó lo mismo. Su familia, de Guasipati, lo llevó al hospital.
Ellos dos se suman a la lista que este año comenzó con Keiner Cardozo, de un año y medio, y siguió con Orangelis Figuera (de siete meses), Santiago Velásquez (tres meses) y Joelvis Quijada (un mes). El primero murió en Brisas del Sur. Los demás, en el hospital de Guaiparo. Todos, en San Félix. Todos de hambre. Todos en el mes y medio que va de este año.
Lo que se oculta
A raíz de las muertes por desnutrición que ha habido desde enero en Guaiparo, los jefes del centro médico recibieron una orden: no revelar nada al respecto. Tanto, que las historias médicas de los niños enfermos por el hambre deben remitirse directamente al Ministerio del Poder Popular para la Salud, en Caracas.
Pero mientras que el Gobierno intenta ocultar este caso u otros, como ocurrió en septiembre, cuando se les prohibió a los trabajadores del hospital hablar sobre las muertes de niños por difteria, los médicos enfrentan la realidad.
Por ejemplo, no hay albúmina humana, que, según describe uno de los especialistas del hospital, “es proteína, necesaria para el tratamiento de los casos de desnutrición. La albúmina nos ayuda a revertir eso. Cuando nosotros vemos los niños desnutridos, que están hinchados, tenemos que suministrarles albúmina”.
¿Qué hacen esos casos? La burocracia se impone: “Tenemos que solicitarla a través de un informe que tiene que ir a Caracas, y en Caracas nos dan la autorización para la albúmina. Te podrás imaginar lo que se tarda”. Y para más Inri, que es el único laboratorio que produce este compuesto en Venezuela, Quimbiotec, operaba al 10% de su capacidad a finales del año pasado. Para entonces pudo producir solo un lote de albúmina.
Además de eso, tampoco hay antibióticos ni solución dextrosa, “que la usamos para nutriciones parenterales (endovenosas). Es como todo: algún día tenemos algún tipo de solución y al día siguiente no la tenemos. Es un desastre lo que pasa”.
De carnavales y de verdades
Señalado al principio: esta semana, el presidente Nicolás Maduro aprobó 695 mil millones de bolívares para las fiestas de Carnaval. Esta semana, también, el vicepresidente Tareck El Aissami pagó los 178 mil dólares al The New York Times.
Es la misma semana en la que Francisco Rangel Gómez anunció el inicio de la Ruta del calipso, actividad promovida por la Gobernación que dirige: la misma gestión en la que cerró el Centro de Atención Nutricional (Cedan), en San Félix, dependiente del gobierno regional.
Es, además, la semana en la que la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), trabajo conjunto de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), de la Universidad Simón Bolívar (USB) y de la Universidad Central de Venezuela (UCV), reveló que en el 2016, al 93,3 por ciento de los venezolanos no les alcanzó el dinero para comprar comida.