El presidente estadounidense Donald Trump enfrentaba este martes una revuelta de los sectores más conservadores del Partido Republicano, insatisfechos con el alcance de su proyecto de reforma del sistema de salud Obamacare, que consideran demasiado “tibio”, reseñó AFP.
Varios legisladores acusan a la propuesta de traicionar el dogma conservador de rigidez fiscal al mantener los subsidios de la ley actual, bajo el disfraz de descuentos en impuestos para quienes adquieran su seguro médico.
“Esto es un Obamacare light, y no será aprobado. Los conservadores no van a apoyar eso”, dijo este martes el senador ultraconservador y ex aspirante presidencial Rand Paul.
Trump, por su parte, mantuvo en toda la jornada encuentros con una veintena de legisladores republicanos, incluyendo al jefe de la bancada en el Senado, y delante de los micrófonos de la prensa dijo sentirse “orgulloso de apoyar el proyecto de la reforma”.
El secretario de Salud, Tom Price, dijo que la presentación del proyecto es apenas “el inicio del proceso” y que habría intensas negociaciones por delante.
El intento de reformar el sistema de salud estadounidense, siete años después de la emblemática ley sancionada por Barack Obama, tendrá su primera prueba el miércoles, cuando dos comisiones de la Cámara de Representantes debatan y posiblemente enmienden la propuesta.
Se espera que los legisladores demócratas voten en contra, y por ello los republicanos deberán garantizar una sólida unidad interna para hacer avanzar la propuesta, sobre todo en el Senado, donde gozan de una angosta mayoría de 52-48.
El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que ha arreado el proyecto, intentó minimizar las divisiones dentro de las filas partidistas.
“Tendremos 218 cuando esto vaya a la plenaria, puedo garantizar esto, dijo Ryan, haciendo referencia a la mayoría de votos necesaria para aprobar leyes en la cámara de 435 escaños.
Obamacare
En Estados Unidos, uno de los pocos países que carece de un sistema universal y gratuito de atención médica, la cobertura de salud es fundamentalmente un mercado privado.
Alrededor de la mitad de los estadounidenses posee una cobertura privada a través de su empleador, de acuerdo con la Fundación Kaiser Family, y apenas un tercio tiene acceso a un sistema público, reservado a los ciudadanos más pobres (el programa Medicaid) y a las personas de más de 65 años (Medicare).
El resto de la población queda sin cobertura médica y debe buscar un plan privado individual o mantenerse fuera del mercado. Estos últimos deben pagar precios exorbitantes cuando precisan atención médica y, según estudios de mayo del año pasado, sumaban nada menos que 29 millones de personas.
En 2010 el entonces presidente Barack Obama, apoyado por el Partido Demócrata, negoció e hizo aprobar una importante reforma del sistema de seguros de salud para reducir el número de personas sin cobertura médica, entonces estimado en 16% de la población.
La ley (que rápidamente pasó a ser llamada irónicamente por sus críticos “Obamacare”) modificó los límites máximos de ingresos para permitir a más personas beneficiarse del sistema Medicaid y estableció ayudas financieras tales como reducción de impuestos para personas que adoptaran un plan privado.
Para facilitar el proceso, el gobierno creó un mercado único de ofertas en el que los interesados podían adquirir esos planes privados a un precio reducido. En contrapartida, la ley impuso multas a personas sin cobertura de un plan de salud.
A la reforma de Obama se le atribuye la reducción de la tasa de personas sin seguro médico a menos de 9% en 2016, pero los republicanos, para quienes cualquier idea de un sistema universal de salud huele a “socialismo”, pasaron a criticar el Obamacare por el costo para el Estado y el aumento de las mensualidades de las aseguradoras.
Aún así, el proyecto de ley ahora presentado por los republicanos mantuvo dos provisiones centrales de Obamacare: que los jóvenes podían estar incluidos en los programas de salud de sus padres hasta los 26 años y que las aseguradoras de salud no pueden rechazar una cobertura a causa de enfermedades preexistentes.
La nueva legislación invitó rechazo desde fuera del Congreso este martes: la plataforma neoliberal Club para el Crecimiento la tachó un “sustituto recalentado de un sistema de salud estatal”.
El vicepresidente Mike Pence dijo que la propuesta estaba “abierta para mejoras” en el Congreso.
El proyecto de ley también enfrenta oposición de grupos moderados, incluyendo gobernadores republicanos que temen que la eliminación de la expansión de Medicaid deje a miles de residentes sin cobertura.
En el último mes, electores protagonizaron aireados intercambios públicos con legisladores republicanos precisamente por el temor de que una reforma del sistema los deje sin cobertura médica.
Por ahora, el proyecto de ley mantiene la idea de créditos en la forma de descuentos en los impuestos, pero los valores son mucho menos generosos que antes, especialmente para las personas de salarios más bajos.