Palmira, además de albergar las ruinas de la monumental ciudad grecorromana, es un nudo de comunicaciones estratégico, clave para la evolución de la guerra abierta entre el Ejército sirio y el grupo terrorista Estado Islámico (EI). Jorge Fuentelsaz/ EFE
“Tadmur (como se denomina a la ciudad en árabe) se considera la puerta para liberar la parte oriental de la provincia de Homs”, asegura a Efe el comandante de campo Samer Al Dib, que participó en uno de los tres frentes de la batalla de Palmira, que forzó la huida de los yihadistas el pasado 2 de marzo.
La ciudad, ahora completamente vacía tras ser invadida dos veces por el EI, está situada junto a un oasis en mitad del desierto central sirio y rodeada de montañas.
Se encuentra a 160 kilómetros al este de Homs, capital de la provincia homónima, y a 200 kilómetros al oeste de Deir al Zur, controlada en su mayor parte por el EI, excepto algunos barrios donde resisten fuerzas leales al presidente sirio, Bashar al Asad.
Es el punto de partida “hacia el noreste, en dirección a Shejne (50 kilómetros) y Deir al Zur, para ayudar a las fuerzas que están asediadas”, agrega Al Dib.
El 14 de enero, los yihadistas del EI lanzaron la última de sus ofensivas contra las zonas controladas por los efectivos gubernamentales, que lograron contener el ataque.
Debido a los duros enfrentamientos, la ONU se vio obligada a detener el envío de ayuda humanitaria, que solo llega vía aérea y lo restableció hasta dos semanas después.
Además, hacia el sureste, Palmira abre el camino hacia la frontera de Irak, cuya apertura permitiría, según subraya el comandante, “asegurar el paso de abastecimientos hacia Siria y poder reducir el bloqueo de los países occidentales, en especial el de Estados Unidos y Europa”.
Desde el territorio sirio que controla el régimen, solo hay acceso hacia el Líbano, única ventana hacia el exterior, ya que las fronteras con Turquía, Jordania e Irak están dominadas por los rebeldes o el grupo EI, y el paso hacia Israel, además de estar bloqueado, nunca se ha abierto debido al estado de guerra que impera entre ambos países.
Al Dib destacó, además, el valor simbólico de la monumental Palmira, uno de los principales atractivos del ahora inexistente turismo antes del estallido de las protestas populares que comenzaron en 2011 y que desembocaron en una guerra de la que se aprovecharon los grupos terroristas Al Qaeda y el EI para hacerse con gran parte del territorio.
Además, la región central de Homs, está considerada como la principal zona de producción de gas y petróleo de Siria, que sufre una escasez constante de combustible y electricidad.
En ella se encuentran los tres pozos de gas de la compañía Hayyan recuperados durante la ofensiva, y de los que se levantan unas grandes llamaradas como consecuencia de los destrozos causados por los yihadistas en su huida.
Tras la caída de Tadmur, el ejército ha expulsado también al EI del pozo petrolero de Yazal.
En cuanto a la ciudad monumental, Al Dib asegura que sus hombres, encargados del frente de batalla que avanzaba hacia las ruinas grecorromanas se esforzaron por no causar ningún daño, a pesar de los enfrentamientos.
“Intentamos no disparar ni una sola bala en la ciudad, para conservar el patrimonio sirio, con la excepción del paso de los vehículos (militares)”, agregó Al Dib.
Los militares son los únicos presentes en el sitio arqueológico y en toda la ciudad moderna, que estuvo controlada hasta la semana pasada por los yihadistas, quienes permanecieron en Palmira entre junio de 2015 y abril de 2016, primero, y desde diciembre del año pasado hasta el 2 de marzo.
No queda ninguno de los casi 60.000 habitantes de la urbe, cuyas casas, hoteles y negocios parecen petrificados en el tiempo como las ruinas de la ciudad histórica.
Solo el paso de algunos vehículos militares y los disparos de la artillería del Ejército que acosa a los cercanos yihadistas rompen el sepulcral silencio que inunda la ciudad.
Desde la montaña donde se levanta la ciudadela medieval, no solo se divisan los restos abandonados de las dos Palmiras, sino que se pueden ver los impactos de la artillería siria contra las posiciones del EI, en población de El Emara, a unos 20 kilómetros hacia el este.
Los militares desplegados aseguran que esta vez, no les darán una oportunidad de retomar la ciudad de Palmira ni sus ruinas. EFE