Mañana se cumplen cinco años del asesinato de Karen Berendique; y su padre, Fernando Berendique, el cónsul de Chile en Maracaibo, recuerda claramente cómo ocurrió todo y lo difícil que fue superar la pérdida de su hija menor. El tribunal ya dictó sentencia, libró de culpa a ocho y sentenció a cuatro de los involucrados en su crimen. Con serenidad, el diplomático aceptaba la condena. “Simplemente porque estoy en Venezuela. Yo sé que la justicia de los hombres no es exacta, no es infalible. Yo creo más en la justicia divina”. Así lo reseña laverdad.com
Por Andrea Querales
Sentado en su oficina y con fotos de la estudiante de Comunicación Social delante de él, el diplomático asegura que su familia se desmembró. “Nosotros nunca volvimos a ser los mismos”. Los tres hijos mayores se fueron del país, dos por la inseguridad; y Fernando, quien acompañaba a la joven la noche del 16 de marzo de 2012, por las constantes amenazas de muerte.
Fernando, el hijo, era el único testigo, en las amenazas que recibía le decían que no declarara muchas cosas, pero él es abogado, “hizo todo lo que tenía que hacer y de inmediato salió”. El diplomático también recibía amenazas constantes, llamadas que con el tiempo cesaron. La familia decidió no dejarse amedrentar y mantenerse firme para que el caso no quedara impune.
Con un tono de voz minimizado, el cónsul admite que perder un hijo es algo que nunca se olvida, un golpe muy fuerte. “Más a esa edad, con esas ganas de vivir que tenía, le faltaba días para hacer lo que tenía que hacer. ¡No es fácil, no es fácil!”, repitió. Sin embargo, considera que la llegada de los nietos es una gran ayuda, hace la diferencia y “gracias a Dios en cierta forma eso ha ayudado a superarlo”.
Berendique tiene más de 30 años en Venezuela con raíces muy profundas, pero sobre todas las cosas lo que lo mantiene en el país era hacer justicia. “Yo me he quedado hasta el fin esperando esta sentencia y haciendo presión para que esto no quede impune”. Agregó que tuvo suerte en que el Gobierno designara a fiscales capacitados y muy profesionales para que llevaran el juicio.
El perdón
Aún el diplomático no ha visto a la cara a los exfuncionarios implicados en el caso, aun cuando fue invitado a la sentencia, prefirió no asistir. Explica que el grupo de 12 policías actuó por ignorancia, por falta de preparación, por falta de liderazgo y “la ignorancia se perdona”.
Hace referencia que la noche en la que dispararon contra la camioneta era una alcabala y las alcabalas están prohibidas desde 2006 cuando el Ministerio de Interior y Justicia publicó un instrumento legal sobre el tema, que detalla en su artículo 2 y 3 las condiciones cómo deben emplearse las alcabalas policiales en zonas urbanas.
Nada de lo establecido se cumplió. Los hermanos Berendique nunca pensaron que se trataba de policías, porque la forma en la que llevaron el procedimiento no era la correcta. El cónsul opina que “a un funcionario venezolano le dan un arma y cambia de personalidad completamente. Hay normas, ellos tienen que conocer la Constitución, saber las leyes del país para actuar correctamente en un caso dado”.
La sentencia
El exagente Luis Bohórquez purgará una pena de 15 años y nueve meses por ser coautor en el delito de homicidio intencional en perjuicio de Karen Berendique y lesiones menos graves en grado de complicidad en detrimento de Darwin Medina.
El exfuncionario Jeferson Villalobos fue condenado a 15 años y ocho meses como coautor en el homicidio intencional.
Los exfuncionarios Fernando Urdaneta y Dinolkys Reyes los sentenciaron a ocho años y tres meses de prisión como cómplices simples en el homicidio intencional, y lesiones menos graves en grado de complicidad correspectiva. Todos tienen cargos por uso indebido de arma de fuego.
Mientras que al exsubcomisario, Oswaldo Mendoza; el exinspector, Jedumar Alfaro; los exsubinspectores, Jesús Puerta, Engenberth González, Osmel Galea, José Vega; así como el exagente Zayed Colmenares y el exdetective Julio Sierra, los juzgaron como cómplices no necesarios en los delitos de homicidio intencional y homicidio intencional en grado de frustración. Todos recuperaron su libertad, sin cargos.