El ruso Andrey Dmitriev, que dio la voz de alerta recientemente sobre la cultura de dopaje en su país, anunció que huyó de Rusia, temiendo por su seguridad, en una entrevista emitida este sábado por la cadena de televisión alemana ARD, reseñó AFP.
“Cuando me di cuenta de lo que se me venía encima, me pareció claramente que sería mejor para mí abandonar el país (…) Para mí no hay otra opción que escapar”, dijo en esta entrevista, de la que no se precisó la fecha de grabación, publicada en la página web de la ARD.
El corredor de 1.500 metros no desvela a qué país escapó, pero afirma que tuvo miedo: “Quedé sin ninguna duda en peligro (…) En Rusia no se sabe nunca qué puede pasar. Tenemos prisioneros políticos y periodistas que fueron asesinados, por todas partes”.
En enero, también en la ARD, desveló apoyándose en vídeos que entrenadores que debían estar vetados por dopaje seguían estando en activo en el atletismo profesional ruso.
Hablando abiertamente, esperaba suscitar las reacciones de otros deportistas, pero se quedó decepcionado con ello.
“Me llamaron traidor y mentiroso. Y, tengo que decirlo crudamente, arrojaron sobre mí toneladas de mierda. Justo después de mi entrevista fue excluido de dos centros de entrenamiento de mi ciudad. Al principio creí que podría hacer que las cosas cambiaran, pero cuando vi las reacciones de muchos rusos me resultó claro que era algo condenado al fracaso. Los rusos no están preparados para una cultura de gente que da la voz de alarma”, afirmó.
Dmitriev, de 26 años, explicó que fue convocado a Moscú por una comisión de investigación el 6 de marzo: “La investigadora fue muy grosera (…) me gritó todo el tiempo”.
“Me trató como a un traidor, como a un criminal, y sólo estaba convocado como testigo”, explicó.
Por otra parte, afirma que contratadores del ejército fueron a verle unos días después de la entrevista para pedirle que se alistara: “Llegaron sin avisar, querían llevarse mi pasaporte y me amenazaron con llevarme a prisión. Dos de ellos me retuvieron, como si fuera un gangster. Me obligaron a firmar una promesa de que iba a ir a la oficina de contratación (…) Estoy seguro de que no fue casual”, añadió.