En el imaginario colectivo venezolano existe la creencia que lo que sucede en el acontecer diario del país obedece a una relación disfuncional. Un reflejo que se manifiesta en el chiste conocido como el “infierno venezolano”. En el cual “el castigo por los pecados” no se cumple, porque los factores para ejecutar la condena no son concurrentes. Es un infierno criollo. “¡Pero es exactamente igual a los otros infiernos!; ¿porqué hay aquí tanta gente queriendo entrar [al infierno venezolano]?. Porque nunca hay luz, la silla eléctrica no sirve, los clavos de la cama se los robaron todos y el diablo viene, firma y se va”.
Es precisamente lo que busca el gobierno de Nicolás Maduro con la aplicación de la Carta Democrática Interamericana (CDI) a Venezuela por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), que suceda en el “infierno venezolano”.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, colocó nuevamente en el banquillo de los acusados al gobierno de Maduro al “…[violar] todos los artículos de la Carta Democrática Interamericana ”. Una acción que infunde mucho miedo en la “nomenklatura” venezolana. Además, Almagro recomendó en su informe que para “salvar el alma la revolución bolivariana” deben suceder unas elecciones generales para retornar al Estado democrático y social de derecho y de justicia, devolviendo la decisión política a la voluntad originaria, soberana, suprema y directa del pueblo venezolano.
Cinco días después de la entrega del Informe de Almagro al presidente del Consejo Permanente de la OEA, Maduro denunció desde Miraflores que le “quieren meter una puñalada por la espalda traidores de nuevo cuño para asumir un proyecto reformista, para entregar la revolución bolivariana al capitalismo internacional”. Mientras que los partidos de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) están enfilados en revalidar sus inscripciones como partido político en el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Han transcurrido tres jornadas. El fin de semana pasado le tocó al partido Primera Justicia. Adicionalmente, la tolda naranja, Voluntad Popular, se adelantó en postular su candidato a una elección presidencial, Leopoldo López. Y Primero Justicia no se quedó atrás. El pasado lunes anunció a Henrique Capriles como el candidato a las presidenciales.
Mientras Maduro ve traiciones, los partidos de la MUD se renuevan y preparan para unas elecciones presidenciales, y el pueblo sin pan.
En el plano internacional, ningún Gobierno de la región ha apoyado públicamente la propuesta de Almagro. Sólo el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que insiste en ocuparse de la crisis humanitaria en Venezuela y “en la importancia de avanzar en los principios democráticos en todo el Hemisferio Occidental”. Dos temas que abordó el fin de semana pasado con la presidenta de Chile y el presidente de Brasil. Y recientemente con los presidentes de Perú, Argentina, y Panamá.
Sin embargo, la renovación de los partidos políticos en Venezuela finaliza según el cronograma del CNE en el mes de julio. Lo que le daría al régimen de Maduro un argumento para evitar realizar cualquier tipo de elección antes de esa fecha. Y anteayer, los diputados a la Asamblea Nacional -sin la presencia de los diputados oficialistas- aprobaron un acuerdo en respaldo a la activación de la Carta Democrática.
Pareciera que “el tiempo de Dios” para discutir el informe de Almagro será entre el 19 y 21 julio, en la reunión anual de la Asamblea General de la OEA en México. Porque el gobierno de Maduro estaría listo para enfrentar a la oposición en unas elecciones. Ya habrá concluido la renovación de los partidos políticos por parte del CNE, y el mecanismo de control social, CLAP, estaría en pleno funcionamiento, distribuyendo seis millones de cajas y bolsas mensualmente.
Además, en una semana finaliza la Presidencia de Belize del Consejo Permanente de la OEA -un corto tiempo para consensuar las dos terceras partes de los votos requeridos por el Articulo 21 de la Carta-, y pasa a ocuparla por tres meses el embajador de Bolivia, un aliado incondicional de Maduro. En cuya Presidencia podría ocurrir cualquier cosa con la discusión del informe de Almagro.
Vienen tiempos de “estiras y encojes” en el plano político interno en Venezuela. El gobierno de Maduro arremeterá contra la oposición hasta doblegarla en una acción que permita diluir la discusión del informe de Almagro en la OEA. Como ocurrió con el diálogo de los expresidentes y el Vaticano el año pasado.
Es el momento de ser firme con el objetivo de la Carta Democrática, y dejar de un lado el “infierno venezolano”. Ante la duda de qué hacer en estos tiempos difíciles, lo mejor para la oposición será la lucha social y prepararse para las elecciones mientras llega el “tiempo de Dios”.
Antonio de la Cruz
Director Ejecutivo de Inter American Trends