El sufrimiento del pueblo venezolano es humana y moralmente inaguantable, y eso, cada vez con más certeza, lo está sabiendo la comunidad internacional. Imágenes de familias escarbando en bolsas de basura en procura de algo de comida, colas inmensas de hombres y mujeres cada vez más empobrecidos frente a supermercados o farmacias, muertes de inocentes por no contar con insumos médicos básicos y hasta noticias sórdidas del tipo “niños de 6 años matan a puñaladas a oficial de la Guardia Nacional” son solo una muestra de la crisis que estamos sufriendo.
Ante una situación tan lamentable, no puede haber espacio para la indolencia o la indefinición. En estos casos, quien calla peca tanto como el culpable de los males.
Por mucho tiempo la comunidad internacional, salvo honradas excepciones, permaneció silente ante los abusos y actitudes antidemocráticas del ex presidente Hugo Chávez. No es secreto para nadie que dicho silencio se debía en gran parte a intereses pragmáticos en el marco de un boom mundial de los precios del petróleo. Con el dinero del petróleo, el chavismo avanzaba en su proyecto dictatorial a lo interno y al mismo tiempo compraba silencios cómplices en el ámbito internacional.
Por suerte esos días oscuros para los valores democráticos en nuestra región y en todo nuestro continente parecieran estar llegando a su fin. Con el arribo al poder de nuevos gobiernos democráticos en Argentina, Paraguay y Perú, así como con las actitudes valientes y decididas del Secretario General de la OEA José Almagro, y de los líderes y expresidentes Andrés Pastrana, Sebastián Piñera, Tuto Quiroga, Fernando Henrique Cardoso, Felipe Calderón, Felipe González entre otros, el pueblo venezolano ha contado con un apoyo cada vez más fuerte y creciente en su sueño y lucha por el cambio democrático que nos permita a todos superar definitivamente la dictadura.
Uno de los gestos más actuales y palpables del compromiso internacional con el restablecimiento de la democracia en Venezuela es la invocación de la Carta Democrática Interamericana. Desde el año pasado, cuando José Almagro presentó ante la OEA su informe sobre la situación venezolana, ese mecanismo quedó activado. El tiempo no ha hecho más que darles la razón a las alertas contentivas en ese informe, hasta el punto que hoy pareciera existir una voluntad mayoritaria en la región por hacer algo para solucionar la crisis venezolana.
Los venezolanos, en medio de la peor crisis política, social y económica que hayamos vivido en toda nuestra historia, tenemos una exigencia única y muy clara: el cese de la dictadura y el retorno de la democracia. Los venezolanos queremos votar para cambiar pacíficamente a la élite corrupta y antidemocrática que ha empujado a nuestro pueblo a una situación de crisis humanitaria, y que ha encarcelado, perseguido y hostigado a todo aquel que muestre una oposición decidida a su infamia. Los venezolanos queremos ser libres, vivir dignamente, trabajar y que el sueldo nos alcance, estar tranquilos sin tener la angustia de que alguien nos vaya a robar, a secuestrar o simplemente a matar en plena calle. Ya Venezuela no aguanta más dictadura.
Es por eso que saludo y aplaudo la actitud valiente del Secretario General de la OEA y de todos aquellos amigos extranjeros que, movidos por la conciencia y por sus valores democráticos, han decido dar un paso al frente y luchar hombro a hombro con todos los venezolanos en pro del bienestar no solamente de nuestro pueblo, sino del de toda América, porque estemos claros de algo: una dictadura en un solo país, es una amenaza para la libertad de los pueblos de todos los países.
@AlfredoJimenoR