La deriva terminó en el arribo. Ya no hay insinúo sino hechos. Lo que muchos sospechaban se hizo realidad para insatisfacción de los venezolanos. Maduro y su gobierno han optado por anunciarles al mundo y al país el fin de su deriva, su atraco definitivo al muelle anhelado: a la dictadura.
Con las dos últimas sentencias del TSJ en las cuales el gobierno queda investido para actuar con poderes cuasi-extraordinarios ha quedado instaurado en Venezuela una dictadura. Nadie duda de la sujeción de los poderes establecidos a los designios del poder ejecutivo; desde hace bastante tiempo el TSJ viene cumpliendo estrictamente los dictados del gobierno y el CNE se permitió violar la Constitución no convocando las elecciones de gobernadores en el 2016. Todos bailan y cantan, los máximos exponentes de la jerarquía roja, al ritmo de la Katyusha para rendir culto al gran inspirador: Iósif Stalin.
Tailor made
Muchas páginas como letras han ocupado espació advirtiendo las circunstancias que ahora se revelan con meridiana claridad. Concepto y definiciones diversas se arguyeron para caracterizar el sistema político venezolano y al gobierno mismo. Lo único cierto es que el chavismo fue dando pasos y contrapasos tejiendo camufladamente un régimen no democrático. Hubiera querido el gobierno una oposición que le permitiera la instauración de un régimen autoritario competitivo, pero no fue así. Sí de algo no se puede acusar a la oposición venezolana es la de haber sido sumisa.
Muchas aproximaciones se han desarrollado, pero no ha habido consenso para caracterizar el régimen venezolano. Ya en el 2001 Larry Diamond caracterizaba el régimen político venezolano junto otros más como ambiguo, algo democrático y mucho de autocrático, añadimos desde aquí. Lo cierto, es que el chavismo ha ido elaborando su ropaje de acuerdo a las circunstancias, pero nunca hacia la construcción de una democracia que de acuerdo a sus normas y procedimientos colocará en peligro su permanencia en el poder.
El fracaso del modelo económico que ha conducido a la severa crisis económica que vive el país, junto a la derrota electoral del 2015, han acelerado la deriva autoritaria del gobierno: la escasa recuperación de los precios del crudo, la imposibilidad de realizar las importaciones de bienes esenciales, alimentos y medicinas, para satisfacer las exigencias sociales, la altísima inflación que dificulta el acceso a los productos por los sectores más vulnerables y a otros no tanto, colocan al gobierno en circunstancias de precaria legitimidad.
To be or not to be
“Ser o no ser, ese es el punto…Morir es dormir.” Entre la duda y la indecisión el gobierno ha optado, aun sin saber las consecuencias, en dejar de lado los grises y colorear según su gusto. Dormir es perder, es dejar el poder y eso último no está en el libreto del gobierno así tengan que optar por la cartilla bolchevique de Stalin. Sí éste dejó morir a su hijo Yakof en manos de los nazis y decenas de millones murieron durante su dictadura, que importa que en aras del poder aquí unos cuantos sigan muriendo a manos del hampa, otros pasando hambre y escarbando bolsas de basura para sobrevivir. Lo que importa es la revolución, es el poder de quienes lo detentan.
La democracia venezolana fue emboscada y languidece lentamente. El TSJ cumpliendo órdenes, que de todas maneras no excusan sus responsabilidades, le asestó, cual Pedro Navaja, una puñalada sensible, se arroga derechos que no le corresponden, que nadie les otorgó y usurpa la voluntad popular.
La democracia herida se recuperará en manos de los demócratas y siguiendo con Lavoe tocará tararear: “La vida te da sorpresas/ Sorpresas te da la vida, ay dios…”
@LeoMoralesP