El control no sirvió de mucho. Anillos de seguridad, guardias revisando y, en las tribunas principales, solo adeptos. Allá, en la periferia, quedó el pueblo. Allá, en la periferia, quedaron los que tenían mucho por decir, publica Correo del Caroní.
Así fue el comienzo del acto conmemorativo de los 200 años de la Batalla de San Félix. Puedo ser, simplemente, más de lo mismo de siempre. Puedo ser, simplemente, otra jornada con los cánticos de alabanzas a Hugo Chávez (que, de hecho, lo fue) y otra entonación de las consignas manidas a favor de la revolución (que, de hecho, también lo fue).
Pero todo eso fue ante las cámaras. El cariño del pueblo, el orden, la plaza. Allí, con la gente, otro fue el sentimiento. Todo había comenzado con algunos vestigios de manifestación: “y va a caer, y va a caer, este gobierno va a caer”. Muchos lo gritaron allí, a pocos metros de la tarima presidencial. Las miradas de amenazas de los guardias nacionales, en todo momento, acallaron las consignas. Pero al final no pudieron hacer nada.
De salida, a Nicolás Maduro le estalló en la cara el descontento. Literalmente: contra él llovieron objetos que muchos identificaron como huevos, piedras y hasta conchas de plátano. Ninguna certeza, la verdad. Lo cierto fue que los guardaespaldas se abalanzaron sobre él para protegerlo y la cadena de radio y televisión terminó de manera abrupta.
La represión se hizo presente
Envalentonados y abriéndose paso entre la muchedumbre que protestaba contra el presidente, la Guardia Nacional Bolivariana cumplió con su trabajo represivo y detuvo a Jesús Enrique Manrique Valdez, Christian Rafael Villamizar Echeverría y Brayan José Ramírez Fuentes (de 18, 19 y 20 años). También a dos menores de edad: uno de 15 y otro de 17.
Los cinco estaban detenidos hasta anoche en la sede del Destacamento de Seguridad Urbana (Desur), en el centro de San Félix. Los familiares, concentrados afuera, esperaban respuestas de los funcionarios. Uno de ellos les dijo: “tienen que entender que esto es muy grave. Se trata del Presidente de la República”.
El parte detalla que el acto finalizó a “las 18:40 horas, con la novedad que al momento de retirarse, sujetos desconocidos comenzaron a lanzar objetos contundentes en contra del vehículo en el cual se desplazaba el ciudadano Nicolás Maduro Moros, presidente de la República Bolivariana de Venezuela”.
Los parientes de los apresados no quisieron declarar a la prensa: temían que el hecho de hablar se convirtiera en un detonante de represalias en contra de ellos, habitantes, por cierto, de San Félix. Prefirieron llorar, desahogarse y rezar.
¿Por qué la protesta?
En el acto de este martes, Maduro, acompañado por el gobernador de Bolívar, Francisco Rangel Gómez, develó la estatua de Manuel Carlos Piar, protagonista de la Batalla de Chirica. Luego, desde la tarima, presenció el desfile militar: el de las loas a Hugo Chávez y el de muy pocas referencias a Manuel Piar.
La plaza fue cuestionada por un sector de San Félix: una ciudad en la que las necesidades sociales se multiplican. ¿Cuáles son esas necesidades? Hay que ir por partes. Por ejemplo, Ciudad Guayana, de acuerdo con el último informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, es la octava urbe más violenta del mundo.
La estatua quedó develada aunque la plaza no está lista |
San Félix ha sido este año un punto frecuente de reclamos por falta de comida y de rebeliones en contra de una mentira cobijada por un nombre: CLAP (comités locales de abastecimiento y producción). Las manifestaciones también han estado motivadas por las fallas del servicio de agua.
La urbe en la que se inaugura la Plaza Bicentenaria es la misma ciudad en la está paralizada la construcción del nuevo hospital, a pesar de que se ha prometido muchas veces.
San Félix fue, además el centro noticioso del 31 de julio de 2015, el día en el que unos saqueos terminaron con un muerto y 60 detenidos.
Fue así como llegó el bicentenario de la Batalla de San Félix, la fecha en la que una guayanesa dijo que se siente “viviendo el mismo yugo”.
Pero fue también la fecha en la que una utilería oficial no pudo silenciar el descontento. Porque allí también, por ejemplo, había gente pidiendo comida en los toldos oficiales. Y funcionarios respondiendo: esto no es para ti.
Fue la conmemoración de una rebelión.
Ayer también hubo rebelión.
La estatua de Piar, mientras tanto y a lo lejos, observaba todo.
Un improvisado plástico negro cubrió por horas una invasión indígena en la ruta de Maduro
Por María Ramírez Cabello | [email protected] 25 familias indígenas habitan desde hace 25 años en una invasión frente a la terminal de pasajeros de San Félix. A la vista de todos, están las vulnerables estructuras de palo rodeadas de trapos y cubiertas con lonas de plástico al desorden. Amplios huecos impiden que las familias que allí habitan puedan protegerse del sol, tampoco de la lluvia. Así han estado 25 años. En la mañana del lunes, a un día de la visita a San Félix del presidente Nicolás Maduro, cuyo vehículo pasará por una vía desde la que se observa la invasión, las que han sido las viviendas de los indígenas waraos por más de dos décadas fueron cubiertas con un plástico negro a modo de cerca.En el semáforo no hay mujeres indígenas con niños pidiendo limosna. Una patrulla de la Policía Nacional Bolivariana resguarda la arteria vial, justo en la intersección que atravesará el mandatario nacional para inaugurar una plaza como parte central de la conmemoración de los 200 años de la Batalla de San Félix. Pero el cacique de la comunidad Niaravaka, Teobaldo Zapata, asegura que el plástico no fue colocado para esconderlos del presidente Maduro como se ha difundido por las redes sociales en los últimos dos días, “no es así, ayer colocaron el plástico porque el lunes van a empezar a construir 25 viviendas el Ministerio de Pueblos Indígenas”. “Nosotros somos indígenas revolucionarios y no tenemos miedo de que el presidente Nicolás Maduro nos vea. No queremos que se hable mal de la revolución”, manifiesta, mientras denuncia que fue en la cuarta república cuando intentaron desalojarlos del lugar. Zapata manifestó que reciben alimentos de Mercal y los 40 niños waraos, que no acuden a la escuela pese a tener edad para hacerlo, tienen perfecta salud. “Los indígenas estamos acostumbrados a vivir así, al aire libre, pero también merecemos vivir en casas dignas”, admite. Cerca de las 11:00 de la mañana, tras gritos incluso de un chofer que al salir de la terminal reitera que el plástico negro es para esconderlos del mandatario nacional, Zapata toma la decisión de retirar el plástico negro. “Ya escuché por la radio que están diciendo eso y no quiero que hablen mal, porque no es así”, insiste. De hecho, apunta, se prepara para asistir a las 2:00 de la tarde al desfile militar. A las 2:00 de la tarde el plástico ya había sido retirado. Si la construcción de las viviendas no fue la excusa perfecta para colocar la improvisada cerca negra, el lunes, después de Semana Santa, habrá movimiento de tierra y materiales para el arranque de la obra. |