Uno de los indicadores de esta realidad es la deserción escolar, según lo considera el sociólogo y profesor de la Universidad Católica Andrés Bellos (Ucab), Francisco Coello. “Conversando con personas vinculadas al tema educativo llegamos a la conclusión de que hay muchos jóvenes que están dejando de estudiar y lo están haciendo esencialmente porque sus familias no pueden mantenerlos y porque se necesita que ellos se incorporen para generar ingresos familiares”, comentó Coello agregando que se podría decir que está aumentando el número de niños, niñas y adolescentes que están trabajando cuando deberían estar estudiando, reseña 2001.
Cada vez más chamos. Para el observador de la conducta del venezolano a los chamos se les involucra en el mundo laboral -y el de la mendicidad- desde muy pequeños, lo que básicamente consiste en que el niño tenga una autonomía física más o menos optima para poder caminar y hacer algún tipo de esfuerzo.
Además, consideró que el problema empeora aún más porque muchos de los pequeños se que ven trabajando están en situación de calle, sin ninguna familia que los apoye o los supervise, por lo cual terminan involucrados en grupos delictivos -como el caso de “Los Cachorros” en Sabana Grande- o terminan dependiendo de la caridad.
“En la medida que el deterioro material de la vida es mayor, cada vez se tiene a más familias pasando hambre, la necesidad de que todos se incorporen a hacer algo es evidente. Es una dinámica muy particular, se puede ver a chicos que están siendo forzados por sus padres y otros que quieren hacerlo. El niño está viendo que hay carencias en su casa, y al mismo tiempo la propia familia los incorpora”, manifestó.