En la vida de las personas lo que vale no es lo que dicen, sino lo que en definitiva hacen. Justamente, eso es la concreción de la autenticidad de los individuos: cuando existe coherencia entre lo que piensan, lo que dicen y lo que se hacen.
El planteamiento anterior guarda pertinencia con la actitud de una persona a quien los demócratas de nuestro continente, deberemos reconocer por siempre su gallarda postura en defensa de la libertad, la democracia y el Estado de Derecho, conculcado en nuestro país por el régimen Madurista. En su actitud se ha expresado, de manera prístina, la conducta de un ciudadano de América Latina que, sin ningún interés subalterno y confiriéndole absoluta relevancia al cargo que ostenta, se decidió por la defensa de los valores y principios que no pueden ser objeto de negociación ni de disimulo, cuando se trata de defender la libertad, la democracia y el estado de Derecho en nuestros pueblos, contrariamente a la conducta acomodaticia y deplorable de su predecesor.
Me refiero lógicamente al actual Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), LUIS ALMAGRO, quien ha adoptado una actitud firme y valiente, denunciando sin ambigüedades, las terribles circunstancias por la cual atraviesa nuestro pueblo: “Sufro los dolores de Venezuela, sufro con cada venezolano” que resiste bajo un “régimen que tiene las manos manchadas de sangre. Un régimen que se ha cobrado vidas en el acto más supremo de injusticia”
El Secretario de la OEA ha criticado fuertemente las “acciones homicidas de los paramilitares que se esconden bajo el nombre de colectivos” y además, ha exigido el “cese de la represión de las fuerzas del orden, que son en realidad el caos”. De igual modo, ha responsabilizado directamente al Gobierno venezolano de la “represión en las actuales marchas y protestas pacíficas”, la inhabilitación de candidatos políticos, lo que entraña un ejemplo de “dictadura”
Almagro no ha limitado sus cuestionamientos, pese a que sus calificativos de que en Venezuela se vive un “régimen autoritario” le han ocasionado acusaciones de parte de la administración presidencial de Nicolás Maduro de “alentar la desestabilización de la nación sudamericana”. Por el contrario, con mayor fuerza continúa recriminando al régimen de Maduro por ejercer represión a la oposición política, por las sentencias acomodaticias del Tribunal Supremo de Justicia y las graves violaciones a los derechos humanos, lo cual determina el “quiebre democrático y un flagrante atentado a la constitucionalidad en Venezuela”.
Todas esas circunstancias determinan su solicitud para acordar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana como mecanismo sancionatorio al régimen de Maduro ante las evidencias de la represión política y las decenas de presos capturados por el régimen por criticar sus políticas de Estado que nos han sumergido en una profunda crisis social.
La conducta de Almagro lo tipifica como un CABALLERO DE LA DEMOCRACIA, a quien nuestro país tiene y necesita mantener, como uno de sus más importantes aliados en nuestra lucha por restablecer la constitucionalidad, hasta que la luz despeje los nubarrones del oscurantismo de este régimen oprobioso y podamos reconocer sus invaluables aportes al rescate de nuestra libertad.
CÉSAR RAMOS PARRA
Profesor Universitario