Tamara Suju Roa: Por quien repican las campanas

Tamara Suju Roa: Por quien repican las campanas

Tamara Suju Roa

Las últimas palabras del Papa Francisco, dirigidas a Venezuela, llaman a “gobierno y oposición” a evitar nuevas formas de “violencia” y además habló de alguna división en la oposición y de movimientos de relanzamiento del diálogo por quienes ya quedaron desechados para la historia, por haberle  servido a la dictadura de careta para oxigenarse, robarse el referendo revocatorio y las regionales, además de incrementar la persecución y encarcelamiento de opositores.

Parece que Roma no ha sabido escuchar los claros y muy reales comunicados de la Iglesia venezolana, que a través de sus valientes voceros de la  Conferencia Episcopal, han denunciado  “falta de democracia”, la violencia generada desde el poder y la criminalización de la protesta y de quienes piensan y se oponen a vivir en dictadura.





Pero Roma tampoco parece escuchar lo que dicen los gobiernos latinos, la mayoría de ellos, sobre la ruptura del hilo constitucional, las violaciones reiteradas y graves de los DDHH, la intensa represión y persecución, los asesinatos, arrestos y heridos que el régimen de Nicolás ha dejado los últimos días afanado con mantenerse en el poder a toda costa.  Roma olvida que es un lado el que genera la violencia, porque son, quienes están en el poder, los que quitan derechos, arman grupos civiles para echarlos junto a las fuerzas públicas contra los manifestantes desarmados, que de algún modo deben defenderse ante la impotencia y la arbitrariedad.

A Roma, tampoco parece salpicar los reiterados llamados de emergencia sobre el respeto a la vida, a la integridad física de las personas que manifiestan, al uso excesivo y maléfico de la fuerza pública, a las garantías de los derechos humanos de los presos políticos maltratados, al respeto de los tratados y convenios internacionales de protección y democracia firmados por Venezuela que entre tantos pronunciamientos, ha hecho el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, o la denuncia que realizó la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas sobre la presencia de paramilitares afectos al oficialismo que han arremetido contra la población,  asesinando, intimidando y persiguiendo  a manifestantes,  muchas veces actuando junto a los propios organismos de seguridad.

Mientras en el mundo se activan las alarmas y cada día se suman más voces que exigen claramente  democracia y elecciones para Venezuela,  el Vaticano se sumerge en un si pero no pero estoy confundido que desdice mucho lo que firmemente parecía ser la voz de su Secretario de Estado, el Cardenal Pietro Parolin, quien si vivió en nuestro país aquellos álgidos 3 años y se llevó en su interior la verdad sobre quienes son ésta banda de gánster que están atrincherados con las armas de la República y sus  magistrados cómplices.   

Las campanas en Roma no han repicado contundentemente por los millones de venezolanos que hoy están en la calle exigiendo LIBERTAD y DEMOCRACIA. No han replicado denunciando la implantación de una Dictadura gánster-militar que rompiendo el hilo constitucional, le ha arrebatado al pueblo de Venezuela su Asamblea Nacional al quitarle sus atribuciones, le ha robado el poder constitucional de revocar al gobierno más nefasto, corrupto y discriminador de las ultimas décadas, le ha arrebatado a  sus hombres y mujeres lo mas valioso, sus hijos, aquellos que han sido vilmente asesinados con tiros en la cabeza, o con bombazos al corazón  o han sido expuestos por esos vagabundos responsables de las Fuerzas de Seguridad que se los han entregado a cuerpos paramilitares sin el menor pestañeo, permitiéndoles matarlos, herirlos, atemorizarlos, secuestrarlos o perseguirlos.

Las Campanas en Roma tampoco han sonado por los cientos de victimas del encarcelamiento, por aquellos que han sufrido las más viles torturas y tratos crueles, de aquellos heridos gravemente que han quedado lisiados o deformados para toda su vida,  porque sus mensajes etéreos se pierden entre el “estoy preocupado” y el “llamo al dialogo”, cuando medio mundo ya llama a Nicolás por su nombre y a su sistema por su apellido: “Dictador y Narcodictadura”.

Pero hay otras campanas que doblan especialmente por el dictador y su combo de delincuentes. Los gobiernos de El Salvador, República Dominicana, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Ecuador, y algunas islas del Caribe beneficiadas con la Petro-chequera.  Para estos gobiernos, la Carta Democracita Interamericana, la Convención Americana de DDHH, La Declaración Universal de los Derechos Humanos, los Convenios  Internacionales que hablan sobre la Tortura, entre otros, son letra muerta para el caso venezolano.  El camarada Nicolás tiene carta blanca para provocar un genocidio de bajo impacto, matando a manifestantes en las calles, matando a cientos de venezolanos de hambre por desnutrición, por  enfermedades no tratadas por falta de insumos médicos, por enfermedades que habían sido radicadas y han regresado por  falta de vacunas o asepsia o por el colapso de los hospitales y sus emergencias.   “No importa”  parece ser la consigna, hay que apoyar al “camarada” porque de ello depende la sobrevivencia de los chulos y sus populismos.

Querida Venezuela:  llegara el día de los justos.  Llegara el día en que ese pedazo de tierra que tanto amamos, se convierta en la tierra de la esperanza, del progreso para todos, del respeto a quienes piensan distinto, del retorno de los valores y principios de la democracia y de todos los derechos para todos.  Con ese día también llegara el conocimiento abierto al mundo, de los crimines de Lesa Humanidad cometidos por el chavismo-madurismo, y aquellos, cuyas campanas repicaron en el lado incorrecto de la historia, tendrán mucho que explicarle al mundo, sobre su conchupancia y si complicidad.

¡Las campanas siempre deben repicar por la LIBERTAD!