La semana pasada ya habíamos denunciado la situación de Aldo Rosso, quien con 63 años y siendo hipertenso, fue secuestrado por el SEBIN y acusado por fiscalía militar. Decíamos que no ha cometido delito alguno, más allá de hablar, con la voz del pueblo, de la situación de su parroquia, El Valle, donde desde hace años es conocido como líder social, ciudadano ejemplar y vecino de inigualable calidad humana. Pues bien, hoy seguimos insistiendo en que su nombre no sea olvidado por la opinión pública, como tampoco debe olvidarse el nombre de Yon Goicoechea, y el de todos nuestros presos políticos, entre los que se encuentra Leopoldo López, futuro presidente de la nueva Venezuela.
La represión continúa en las calles, y ahora está entrando por las puertas y ventanas de la gente decente, que uniéndose o no las protestas, termina siendo gaseada por efectivos de la GNB que nada tienen de honorables, pero sí mucho de cobardes e incluso sádicos. Ya en la marcha del 1ero de Mayo, quien suscribe, los vio lanzando granadas lacrimógenas a las puertas del Centro Comercial Multiplaza Paraíso, donde se ocultaban madres con sus niños pequeños, personas mayores y los trabajadores del Centro Comercial. Misma conducta que se ha repetido incontables veces en las Residencias Victoria (los edificios verdes de El Paraíso que se han ganado por derecho propio un lugar en la lista de emblemas de la resistencia) así como en muchísimos otros sitios repartidos por toda la geografía nacional.
Lo que no esperaban los esbirros de la dictadura es que el sufrimiento que causan con sus bombas, perdigones y balas; lejos de enfriar los ánimos, contribuyó a fortalecer la voluntad y la determinación de un pueblo que decidió salir a la calle a buscar su libertad. Justo por eso, el régimen se ha mostrado nervioso, frenético y descolocado; vociferando amenazas, diciendo incoherencias, prometiendo diálogos ficticios o lanzando potes de humo, como es el caso de la supuesta Constituyente Comunal.
Tal parece que el asesor político de Nicolás Maduro lo odia, y le aconseja de las peores formas imaginables para que termine de perder el poco apoyo que podría quedarle, incluso entre los más fieles chavistas. Así, encontramos que con la nueva ocurrencia de Maduro, se busca poner punto final a la V República, aniquilar a nuestra Carta Magna e instaurar algún mamotreto acomodaticio que le permita saltarse las garantías fundamentales y perpetuarse eternamente en el poder; sin importarle que, en el camino, se lleve por delante el legado chavista. Sin dudas, aquello tiene curiosas semejanzas con los desvaríos de un loco en sus últimos días.
Lo veníamos diciendo y lo mantenemos: el chavismo está en peligro. Nicolás Maduro y su combo, en el afán de permanecer en el poder, están quemando los barcos construidos por Hugo Chávez y, a los ojos de este castigado y hambriento pueblo, están tejiendo un vínculo indisoluble entre ellos y la corriente política roja, cuestión que los chavistas de a pie deberán pagar caro en el futuro, una vez superado este funesto capítulo histórico. En efecto, de seguir así, la proscripción de Chavismo en la nueva Venezuela no tendrá nada que envidiarle al nazismo en la República Federal Alemana, es decir, será percibido como una corriente política criminal, represora, asesina y bestial, de la que todos los venezolanos se avergonzarán.
Fuera de toda duda, para que el chavismo sobreviva, y sea una parte actora importante en la formación del nuevo pacto social que se avecina, tendrá que desmarcarse enérgicamente de este régimen moribundo de bases socavadas y reserva moral agotada.
Víctor Jiménez Ures.