Era un joven soñador,
eso suena a redundancia,
todos fantaseamos en esa
etapa de la primera vida.
Su candor no le impedía
Presentir el peligro,
Por eso le escribió a Cañizales
música para sus honras fúnebres
con letra de compromiso irrenunciable.
Le canto con su garganta
ahogada por el humo
que sobró de la masacre anterior.
Esa humarada que anuncia la presencia
de la muerte que sale enloquecida
cumpliendo órdenes de matarifes
que se tranquilizan cuando huelen sangre.
Es la inocencia del niño, frente a la malicia
que engaña;
es la esperanza de encontrar la paz
teniendo entremetido en la calle
al “guerrero oráculo” que olvido sus consignas.
Son los ojos crédulos que miran lo bueno
ante pupilas diabólicas que te lapidan la vida.
Naciste jugando metras
y te asesinan con ellas.
Moriste como un héroe
sin buscar esa insignia
que te ofrendaron los muchachos que
te llevaran como centinela de sus luchas.
Ese combate que te ejecutó,
Sn saber que tu muerte no cabe
en la renuncia a continuar esta ofensiva,
ahora que sobrevives al olvido.
Te despertaran los rugidos de Pernalete y
de Moreno deambulando buscando su morral,
y Cañizales pidiéndole a San Pedro su violín;
y los responsos de Bassil junto a Redman,
Hecder, también Geraldine con su gracia
que no han podido apagar.
Y te cantara Ali Primera su inédita canción
que narra la indignación que siente
por sus trovas ultrajadas.
Y agregaras una estrofa
Asegurando que el honor sigue con vida,
Porque la dignidad de la juventud es inmortal.
Por Antonio Ledezma, preso político de la dictadura.