Vistos desde la oposición como un ejército de ocupación y desde el Gobierno como soldados del socialismo, decenas de miles de profesionales cubanos viven una situación que se complica día tras día en la convulsa Venezuela. El Gobierno cubano les ha pedido permanecer “hasta el último momento”, pero la miseria, el miedo y la violencia atenazan a deportistas, médicos e ingenieros.
Por Mario J. Pentón para 14yMedio
“No somos militares ni vinimos a Venezuela a ponernos un fusil al hombro”, dice desde el estado de Anzoátegui un médico cubano que pidió el anonimato por temor a represalias.
Según el galeno, que lleva dos años trabajando en el país, desde La Habana han sido conminados a permanecer “con honor hasta el último momento”, en un clara alusión a la posible caída del Gobierno.
“Estamos trabajando bajo mucha presión porque la Misión Médica se encapricha en seguir insistiendo en que no se cierren los servicios y que mantengamos nuestra posición aquí pese a todo”, añade.
En Venezuela hay unos 28.000 trabajadores de la salud y otros miles de instructores deportivos, ingenieros, técnicos agropecuarios y hasta electricistas. El modelo de pago por los servicios profesionales cubanos mediante la exportación de petróleo a Cuba nunca ha sido claramente expuesto por el Gobierno venezolano.
Según Nicolás Maduro, desde que el chavismo llegó al poder se ha invertido en las llamadas “misiones” más de 250.000 millones de dólares. El exministro de Economía de la Isla, José Luis Rodríguez, publicó el pasado abril que Cuba obtenía 11.543 millones de dólares anuales de los servicios profesionales prestados al extranjero, la mayoría de los cuales, procede de Venezuela. Otras fuentes consideran, sin embargo, que se trata de un número muy inflado, aunque las ganancias de La Habana son sin duda muy elevadas.
“Tememos cada día lo que nos pueda ocurrir. A veces nos tiran piedras para el CDI [Centro de Diagnóstico Integral, consultorios médicos] o nos gritan todo tipo de ofensas. Cada día hay manifestaciones frente a la unidad médica y nadie nos protege”, explica el galeno.
“Hasta ahora sólo nos agreden de palabra. Nos gritan que nos vayamos de aquí, que no quieren verse como nosotros y otras atrocidades”, añade.
El médico, sin embargo, asegura que los colaboradores tampoco quieren estar en esa situación, pero son obligados por el Gobierno cubano, que ejerce presión a través de diversos mecanismos.
“Si nos vamos, perdemos la cuenta congelada que mantenemos en Cuba. Además, si te vas de la misión eres mal visto en el sistema de salud y no tienes posibilidad de ser promocionado”, explica.
El Gobierno cubano deposita 200 dólares mensuales en una cuenta congelada que al término de los tres años que dura la misión en Venezuela, suman 7.200 dólares. Si el profesional mantuvo “una conducta adecuada y cumplió con su deber” puede retirar ese dinero al regresar a la Isla. En caso de que regrese antes del período establecido o le sea revocada su misión (entre otras cosas por intentar escapar de ella) pierde todo ese dinero.
En Cuba también son depositados 250 dólares mensuales que pueden ser retirados cuando el cooperante visita la Isla una vez al año. Mientras están en Venezuela, reciben 27.000 bolívares, menos de 10 dólares mensuales.
En el caso de los técnicos de la salud, Cuba les paga depositándoles 180 dólares en una cuenta corriente y otros 180 dólares mensuales en una cuenta congelada hasta el fin de la misión.
Un radiólogo cubano que se encuentra en el estado de Zulia explica que desde hace meses no tienen mercal, una bolsa de alimentos que entrega el Gobierno de Venezuela.
“Vivimos en condiciones de hacinamiento con varios cooperantes y ni siquiera tenemos agua potable”, añade.
“Gracias a algunos pacientes podemos comer, pero ellos mismos lo están pasando muy mal. Estamos repitiendo algo así como el Periodo Especial que pasamos en Cuba”, dice.
Aunque teme por su vida por la situación en el país, dice estar decidido a no regresar a la Isla. “Hay que aguantar hasta el final. No es justo perderlo todo después de tanto sacrificio”, dice.
Tras el inicio de las protestas en Venezuela los cooperantes cubanos han recibido la orientación de no salir de sus casas y han visto reducidas las comunicaciones con la familia en Cuba.
“El internet está malísimo, muchas veces ni siquiera te puedes comunicar. Nos han prohibido salir después de las seis de la tarde, como si fuéramos mano de obra esclava y en la televisión transmiten noticias que no tienen nada que ver con lo que estamos viviendo”, explica.
Julio César Alfonso, presidente de Solidaridad Sin Fronteras, una organización sin fines de lucro con sede en Miami que ayuda al personal de la salud cubano a integrarse al sistema estadounidense, asegura que el éxodo de profesionales se ha incrementado en las últimas semanas.
“Incluso sin el Programa Parole, que permitía a los médicos obtener obtener refugio en EE UU, continúan escapando debido a la situación que hay en Venezuela”, explicó el galeno.
Alfonso agregó que su organización está haciendo cabildeo para restablecer el Parole, eliminado por el expresidente Barack Obama en enero y que había permitido la entrada de más de 8.000 profesionales cubanos a EE UU.
Eddy Gómez es médico intensivista que trabajó en el estado de Cojedes en el occidente de Venezuela. Decidió escapar porque sentía miedo por las difíciles condiciones en las que era obligado a trabajar.
“Nadie nos protegía de la violencia. Teníamos que trabajar en lugares sucios, sin climatización, expuestos a que incluso los pacientes nos insultaran porque no teníamos con qué curarlos”, recuerda el doctor que, ahora vive en Bogotá y actúa como vocero de otras decenas de profesionales que escaparon de las misiones médicas.
“Salimos de Cuba buscando una mejor vida, pero en Venezuela descubrimos un verdadero infierno”
“Tras la finalización del Parole la gente ha seguido escapando y vienen a Colombia. Hay más de 50 profesionales que se fueron de Venezuela tras la decisión del presidente Obama de eliminarlo. Tenemos esperanza de que Trump admita nuevamente a los médicos”, dice Gómez.
Para escapar de Venezuela los cubanos tienen que pagar a los coyotes unos 650 dólares para que los lleven a Colombia. El camino, repleto de peligros, incluye el soborno a la Guardia Nacional Bolivariana que protege las fronteras y ante la cual no pueden mostrar el pasaporte oficial que les expide el Gobierno cubano porque serían inmediatamente deportados a la Isla.
“Hay muchos cubanos que han muerto de manera violenta en Venezuela, pero el Gobierno cubano no dice la verdad a sus familias, ni siquiera les paga una indemnización”, explica el doctor.
“Salimos de Cuba buscando una mejor vida, pero en Venezuela descubrimos un verdadero infierno”