El actor y animador de programas frívolos de la televisión se ha convertido en una de la figuras polémicas del régimen, pareciera que tomó en serio su rol político a partir de la candidatura a la Alcaldía. No solo ha sido protagonista de telenovelas, sino de los más variados incidentes, el último fue la difusión de un vídeo donde presentaba unos actos de salvajismo en Guatemala, atribuyéndoselo a la oposición venezolana. Lo hace siendo en la actualidad presidente de un canal del estado que se apropió de la frecuencia de Radio Caracas Televisión.
En otro canal del estado en uno de los horarios estelares de su denigrante programación, que se denomina zurda conducta, quizás más por lo siniestro, que por condición política; también en su cuenta de Instagram difundió el mismo vídeo con la leyenda: ¿quién de los héroes se hace responsable del odio inoculado?
Pedro Carreño no se quedó atrás en tuiter acompañó el vídeo del siguiente texto:”Fascismo puro!! Pacíficos de Táchira masacran a sus jóvenes por sospechar que son chavistas. Luego los medios acusan al gobierno de asesinos”.
Estos no constituyen actos aislados, no son casuales. Se trata de una campaña orquestada para atribuir a las fuerzas democráticas acciones violentas y brutales, con la pretensión de equipararlas a la salvaje represión desatada por la Guardia Nacional, la Policía Nacional y los grupos paramilitares al servicio del gobierno.
La campaña también persigue el propósito de obligar a la base oficialista a cerrar filas en torno a las ejecutorias del grupo dirigente, atemorizando a las potenciales disidencias presentes en sus seno, presentándoles un tenebroso panorama si llegasen a romper con la pertenecía a sus filas.
El descontento con las políticas adelantadas por el gobierno recorre hasta las propias entrañas del PSUV, sus unidades básicas se han desdibujado, incluso desaparecido, sustituyéndolas por la presencia en Consejos Comunales y en los CLAP. Si su Dirección Nacional no se reúne con periodicidad, se explica que la militancia circunscribe hoy su existencia -en buena medida- a la par de los organismos paragubernamentales.
Las fuerzas democráticas han venido no sólo desmarcándose, sino rechazando categóricamente la violencia, independientemente de su proveniencia, deben continuar haciéndolo con especial énfasis en las características de las movilizaciones convocadas por la Mesa de la Unidad, al tiempo que valora los pronunciamientos de quienes progresivamente se separan de la égida oficialista, para sumarse al amplio territorio de las aspiraciones de cambio que recorre el país.
Así como se condena sin ambajes la violencia independientemente de su procedencia, “la inoculación del odio”, es fundamentalmente atribuible al discurso y a la acción de quienes han gobernado los últimos diez y ocho años. No solo la brutal represión por parte de los organismos de seguridad del estado, el desenfreno de la violencia cotidiana, los desafueros del hampa y los altos índices de criminalidad no son ajenos a la prédica desde las más altas tribunas del gobierno.
Resulta absurda la pretensión de algunos, de comparar algún exceso o atropello que se cometa en nombre de la oposición, acusándola de inyectar odio, cuando la retórica oficial está impregnada del lenguaje bélico, propicia la división entre los venezolanos y trata él adversario político como enemigo.
La superación de la crisis que vivimos en todos los órdenes de la vida, reclama el cambio político. Es una exigencia para rescatar el clima de convivencia, la reconciliación y crear las condiciones para progresar en paz. Con la actual camarilla gobernante esos nobles objetivos son inalcanzables, además de la incapacidad y torpeza demostrada han sido los que han propiciado la violencia e inoculado el odio.