Veinte días después de su elección, el presidente francés, Emmanuel Macron, se une al exclusivo club de los dirigentes del G7, en una cumbre que se anuncia complicada pero le da la oportunidad de forjarse una talla internacional.
Tras la cumbre de la OTAN en Bruselas el jueves, el presidente francés aterrizó el jueves a medianoche con su esposa, Brigitte, en Sicilia, donde, además de las reuniones de los Siete, se encontrará el viernes cara a cara con cinco dirigentes mundiales: Theresa May (Reino Unido), Justin Trudeau (Canadá), Mahamadou Issoufou (Níger), Béji Caid Essebsi (Túnez) y Shinzo Abe (Japón).
Recorriendo a pie la calle principal de Taormina, apareció muy sonriente y distendido junto a sus colegas, saludando a los pocos habitantes de esta estación balnearia que decidieron quedarse en sus casas pese a las drásticas medidas de seguridad.
Pero más allá de los apretones de mano, las sonrisas y los abrazos, este G7 es también un desafío para el nuevo presidente, que tuvo que tomar el tren en marcha, ya que los preparativos comenzaron en enero. Su “sherpa”, encargado de esta preparación, el exembajador Philippe Etienne, tomó el relevo del de su predecesor François Hollande, Jacques Audibert.
Esta llegada tardía es más delicada sobre todo porque este G7 se anuncia mucho más complicado que los anteriores.
“Generalmente el comunicado final está preparado de antemano. Pero no esta vez, debido a la incertidumbre sobre la posición estadounidense frente al clima y el comercio internacional. Los sherpas continuarán negociando en el lugar hasta el sábado”, explicó la delegación francesa.
París, y otros países europeos, buscan evitar un texto final que apenas mencione el clima y los Acuerdos de París, lo que sería considerado como un retroceso. Ello supone un considerable desafio para el presidente francés frente a su homólogo estadounidense, que se sigue negando a pronunciarse sobre esta cuestión.
– ‘Curiosidad de sus pares’ –
Pero los G7 se enfrentan a otro reto: esta es una de las pocas ocasiones en la que los dirigentes del mundo se reúnen físicamente y pueden medirse, discutir y crear lazos.
Habiendo conquistado el poder en solo un año, Macron, con 39 años, suscita la curiosidad de sus pares, explicó Jacques Audibert el jueves en CNews.
“Para él, serán tres días de conquista, para seducir, convencer, mostrar quién es, lo que quiere hacer. Es una ocasión de oro tener todas estas fechas tan cercanas, OTAN y G7, y además recibirá a (el presidente ruso Vladimir) Putin después en Versalles”, cerca de París, este lunes, añadió.
“Los jefes de Estado y de gobierno adoran estas reuniones donde pueden discutir entre ellos, solos, hasta tarde por la noche (…)”, relata. “Los encuentros bilaterales son también esenciales”.
Emmanuel Macron es objeto de escrutinio ya que su elección representa “la respuesta de Francia, una respuesta de apertura, dinámica, lo contrario de lo que la gente temía”, en caso de victoria de la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, según el exconsejero.
Para él, “los dirigentes son muy curiosos”, son ante todo políticos, y se interrogan evidentemente sobre la victoria en las presidenciales francesas de este verdadero ‘outsider’.
Y con la impetuosa irrupción de Donald Trump en la escena internacional, los pequeños detalles también cuentan. Los viriles apretones de mano entre Donald Trump y Emmanuel Macron el jueves, casi un pulso, fueron muy comentados en las redes sociales.
El duelo entre ambos dirigentes es observado con curiosidad, ya que parecen muy opuestos. La prensa italiana incluso ha convertido esta semana a Emmanuel Macron en “el antídoto” a Donald Trump, tras su victoria en Francia, considerada como un freno a la ola populista, que parecía arrasar con todo a su paso, especialmente después del Brexit en Reino Unido y la elección de Trump en Estados Unidos. AFP