Con un trapito blanco amarrado a una rama – símbolo improvisado de paz – el líder de oposición Henrique Capriles iba caminando directo hacia el piquete de la Guardia Nacional.
Por Andreína Flores
Sólo avanzó unos pocos metros antes de que la lluvia de bombas lacrimógenas empezara a inundar la autopista. Sí, la historia que se ha repetido durante 60 días de protesta en Caracas y en todas las regiones del país.
Pero el día todavía reservaba una sorpresita. Una emboscada, un malandreo. Una cayapa de guardias nacionales contra un gobernador electo y las 16 personas que le acompañaban.
Un contingente de militares que, en vez de estar combatiendo el crimen, están atacando opositores, con saña y con gusto.
“Yo soy el gobernador de este estado” dijo Capriles, creyendo aún que la institucionalidad sirve de escudo…
“Me importa un carajo quién eres tú” – contestó el guardia desde la lógica del gorila empoderado.
Y así, sin más palabra… pum. Un golpe en la cara con el casco verde.
Un golpe a la disidencia, a la elección democrática, a la investidura oficial, a los derechos humanos y a la gran mayoría de los venezolanos.
Un ataque también contra el equipo de Capriles: Siete heridos con perdigones y nueve golpeados con cascos, incluyendo a 3 miembros del equipo de prensa.
Además de la atrocidad que supone esta agresión, es vital identificar que un cascazo contra Capriles es un mensaje para todos. Es una advertencia de que, si al gobernador se le puede dejar el pómulo morado, de ahí pa’abajo a todos nos pueden partir la cara.
Impunemente y sin remordimientos.
Además de narrar su propio golpe, Capriles hizo también un balance aterrador: sólo este lunes en Caracas, se registraron 257 heridos. Es una de las jornadas más violentas y represivas que se hayan producido durante estos 60 días de protesta. 65 heridos de metra, 76 de perdigones, 90 asfixiados y al menos cuatro con fracturas de hueso.
Y no solamente se están encargando de herir y ahogar a la gente en gas lacrimógeno, también se está poniendo de moda que la GNB robe a los manifestantes. Sí, leyó bien: que ROBEN. Celulares, motos, bolsos, máscaras, cascos, lo que se les antoje.
Los robos, la crueldad y la falta de rigor militar que se ve entre los verdes durante estos días, refuerza la denuncia que ha hecho Henrique Capriles en diferentes oportunidades: que estos personajes que actúan con un uniforme puesto no serían realmente efectivos militares sino presos liberados ilegalmente con el propósito de apagar las protestas.
No hay pruebas de ello, pero la teoría no es para desestimar.
El chorro asesino
Parece el título de una mala película, lo sé. Y en cualquier otra circunstancia, sería motivo de risa.
Pero basta verle la cabeza rajada al diputado Carlos Paparoni para entender que un chorro de agua puede hacer precisamente eso: matarte.
El parlamentario se encontraba al frente de la protesta en plena autopista, justo de cara a la ballena de la Guardia Nacional Bolivariana, tratando de pedir calma y cordura, cuando recibió un fuerte chorro de agua que lo hizo volar como un papel.
La caída, lamentablemente, le hizo pegar la cabeza contra el pavimento y la sangre empezó a correr.
Cargado por los propios manifestantes, con el cuero cabelludo roto y medio desmayado, Paparoni fue finalmente atendido por traumatismo craneal y luxación en el hombro.
Diputado Carlos Paparoni resultó herido en la cabeza luego de ser derribado por chorro de agua de la GNB #29Mayo Video: @agerlotti pic.twitter.com/7SU9R241q7
— Andreina Flores (@andreina) 29 de mayo de 2017
Un chorro de agua que ya le produjo una fractura en el brazo a nuestro colega fotógrafo Juan Peraza y que le partió la cámara a nuestra compañera Ariana Cubillos, fotoperiodista de AP.
Un chorrito de agua, nada más.
Aún con los resultados de esta jornada, la calle sigue firme. Se ha convocado a una nueva protesta para este martes 30 de mayo que tiene como destino final el Ministerio de Interior y Justicia. ¿La razón? Exigir a su titular, Néstor Reverol, que cese la represión, que termine la masacre.
Ya se cuentan 62 muertos y no se ve un final cerca. No hay ninguna intención de Maduro ni de sus chupamedias a dejar de matar venezolanos.
Yo también me hago la pregunta que Capriles lanzó al aire hoy, enardecido y golpeado: ¿Qué CARAJO tienen en la mente…?