Ya no quedan años. Tampoco meses para esperar. Ya son apenas unas cuantas semanas o poco más de 40 días para que inicie la aplicación de las leyes de la asamblea constituyente. De aprobarse, que obviamente si se lo permiten lo harán, todos los poderes constituidos cesarán.
Por esta razón, incluso la disidencia chavizta comenzó su búsqueda de aliados estratégicos para preservarse y conservar lo poco que queda de sus ideales del socialismo siglo xxi. Empequeñecidos y muy lastimados, han comenzado a estirar manos y piernas buscando tender puentes a una oposición contra el régimen que han dado en llamar, la dictadura madurista.
Sean bienvenidos como aliados políticos estratégicos, habría que decirles. Nada de ellos sirve para sumar voluntades salvo que declaren y se acojan a la Constitución de 1999. Y esto es lo que importa, la lucha y resistencia en defensa de la Constitución nacional. No hay, en estos momentos cruciales de la historia venezolana, posibilidad de sobrevivir a la ocupación, por poco más de 40800 milicianos cubanos (-declarado por Chávez en 2012), salvo la Unidad Nacional junto con el pueblo organizado en la calle, para enfrentar la bota militar-fascista, y los grupos guerrilleros ELN/FARC-Pranato nacional, junto al silencio cómplice de gran parte del alto mando militar.
Las recientes negociaciones en una pequeña isla caribeña no han surtido efecto y cada vez es más oscuro el panorama interno hacia una mortandad que muchos avizoramos y advertimos en infinidad de escritos, desde hace varios años.
Duelen los 60 asesinatos de jóvenes venezolanos por las fuerzas de seguridad de la dictadura. Pero no podemos olvidar jamás, los daños colaterales en cifras de una mortandad semanal que supera los 350 muertos solo los fines de semana, y que anualmente llega a más de 23 mil muertos que muy bien han podido evitarse. Sumado a ello, las dantescas cifras de niños que mueren por desnutrición, así como el suplicio de ancianos subalimentados y enfermos crónicos que mueren por falta de atención médica y medicinas.
Estas cifras de muertos son parte de esta otra que semanalmente aumenta en cada confrontación, en marchas, plantones, guarimbas y resistencia vecinal. Y es que la población venezolana está enfrentada al Estado, que le declaró de hecho la guerra y la aniquila diariamente desde hace varios años. Se cuentan por centenares las manifestaciones diarias, de día y de noche, en todo el territorio nacional, de sectores vecinales en barrios, urbanizaciones y caseríos, exigiendo su derecho a una vida digna.
Y los derechos humanos no solo se han violado cuando se secuestra y tortura a un ciudadano. Estos están sistemáticamente violentados por el régimen que detenta el poder del Estado, sea por no garantizar la alimentación, los sistemas sociosanitarios, médicoasistenciales, medicinas, educación, servicios públicos, hasta estos que tienen que ver con el derecho a la protesta.
Los sectores medios y bajos donde el maltrecho chavizmo era mayoría, ahora están siendo amparados por los grupos y partidos de oposición que en años recientes aparecían como contrarios al pensamiento socialista. Y esto tiene una razón lógica: en los sectores más empobrecidos, los estratos D y E, ya el régimen no llega ni menos tiene capacidad para influir. Incluso, sus miembros -hablo acá de líderes y dirigentes comunales- se van a las zonas del este de Caracas y en otras ciudades del país donde protestan los estratos A y B, para descargar su ira, encontrando solidaridad y apoyo.
El grueso de población venezolana es de tradición democrática, pacífica y se anota siempre a ganador. Entendiendo ahora que la dictadura madurista es la responsable de la debacle económico-financiera, ellos solo saben que la falta de su arepa es por culpa de Maduro y los que están en Miraflores. Punto.
Por eso también parte significativa del llamado chavizmo light o comeflor, los eternos intelectuales de la izquierda erótica o Disney, se han retirado para ampararse en la defensa de la Constitución nacional, buscando preservar sus antiguos privilegios.
Guste o no esta postura, creo que políticamente es conveniente aceptar estas voluntades e incluso, grupos completos que se están separando de las redes de redes que tejió Chávez y después, Maduro, para tener controlado, por chantajes, a militantes, simpatizantes y amigos de este fenómeno sociológico que está implosionando y en fase terminal.
Los días por venir serán mucho más traumáticos, desesperantes y dantescos. La única defensa es la gente organizada en la calle. Y la comunidad internacional que, a través de sus organismos multilaterales, está preparada para asistir la emergencia humanitaria que es inevitable.
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