La periodista de investigación Sebastiana Barráez analiza esta semana en su columna en el semanario Quinto Día el gran rechazo que entre la población venezolana ha generado el llamado de Nicolás Maduro a una Asambla Constituyente “comunal”
PSUV. Es el Partido Socialista Unido de Venezuela. Ha recibido un feedback que en nada favorece la legitimidad de la Constituyente. Han tratado que en todos los estados se le dé respaldo a la propuesta presidencial. No hay entusiasmo. En voz baja la opinión mayoritaria es que la Constituyente es un fraude o, como dicen los más conservadores, no va a servir para traer la anhelada paz, por el contrario profundiza las diferencias y la violencia. En la mayoría de los estados, hay dirigentes, a niveles de cúpula hasta las bases del partido, donde es más grave la situación, que la rechazan. En los militantes más radicales, en aquellos que integran la génesis del chavismo, se percibe como la destrucción de la obra más emblemática de Chávez. No logran calar los argumentos que hablan de más amplitud, de perfeccionamiento, de mayor revolución al modificar la Constitución Bolivariana. Son 18 años repitiendo que esa niña hay que defenderla, que es la mejor Constitución del mundo, que lleva el espíritu de la revolución de Chávez. ¿Cómo convencer al país chavista, en un par de meses, que esa Constitución hay que cambiarla? Y si eso ocurre a nivel de las bases del partido de Chávez, es más grave cuando la dirigencia tampoco cree en ella como la solución, más allá de ser el instrumento para que quienes dirigen al gobierno y el partido, puedan defender su cuota de poder. Son 18 años del chavismo pidiendo proteger la revolución de esos “bichos malos” de la oposición, de esos “escuálidos” que siempre la han odiado. ¿Cómo es que ahora quienes la destruyen sean los que se han llamado chavistas y defensores del legado del comandante eterno? Pero peor aún, que quienes la estén defendiendo son esos
“bichos malos” que nunca antes la quisieron tanto. El odio se convirtió en amor. El amor no está pagando con amor. Y en ese escenario la llama que amenaza con apagar la vela, es la Fiscal General de la República.
GNB. Es la Guardia Nacional Bolivariana, componente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Alarmados los generales y comandantes por lo que ocurre a nivel de rangos bajos y tropa. Burbujea el malestar entre ellos. La procesión avanza firme y sostenida.
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