Buen día, Padre Numa Molina: en realidad no sé cómo empezar esta carta. Yo, que tengo como oficio la palabra, me siento un poco confundido, al tratar de darle encabezamiento y forma. Le escribo desde mi cuarto, tengo al frente el retrato de mis dos hijas.
Seguramente, usted leyó, el pasaje bíblico donde Jesús mirando a un niño, grita: Hay de aquel, que se meta con uno de estos niños, en verdad os digo, que más le vale atarse un molino al cuello y tirarse al mar (…) Porque de ellos es el reino de los cielos.
De usted he sabido muchas veces por sus estridencias teológicas, y porque cada semana en VTV, nos dice que Cristo es socialista, léase bien, Cristo aquel que sí hizo una revolución, y que no derramó más sangre, que no fuera la suya. También, suele usted ser nombrado en público por el Presidente Maduro, como ejemplo de sacerdote.
A lo mejor ni siquiera sabe usted—todo puede suceder—que mis hijas se encuentran en exilio no voluntario sino forzado desde hace dos años; están exiliadas de su casa.
Ayer, tomé la decisión de recuperarle la casa que el Gobierno nacional les robó, con una medida cautelar ordenada por la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz. La tomé, después de haberme negado por meses a pedir las cosas que el gobierno socialista me ha robado. Lo hice, porque esa casa, no es mía, es de mis hijas, y sino la lucho, soy un mal padre.
Eso me movió. Para un hombre, si es verdadero hombre, la familia es lo que más pesa.
Hoy, acompañado del coraje de quien sabe que lucha por una causa justa y de mi abogada, me presenté en la casa.
Me recibieron hombres desconocidos, fueron amables; llenos de confusión, preguntaron qué quería. Les dije: Soy, Leocenis García, mis hijas son las dueñas de esta casa, dejen de invertirle dinero, porque esto volverá a sus dueños.
Un poco más nerviosos, dijeron: “hable con el Padre”. Otro, dijo “el Padre Numa, no está pero le daremos su mensaje”. Usted, está ahí, porque el Gobierno, le entregó una casa que se robó.
Usted, Padre Numa, que le ha tocado predicar sobre el buen ladrón que según el evangelio, crucificaron al lado del Maestro Jesús. ¿Cuál de los dos, es usted?
Quiero creer que usted es como aquel que compresivo con su miseria, mira al maestro y le dice: Maestro, acuérdate de mí, ten compasión. ¿O es aquel que usa a Cristo como un trampolín, y dice: “sálvate, y sálvanos”?
Padre Numa, usted es un, ladrón. Usted duerme en una casa que pertenece a unas niñas. Y cuando mis hijas lloraban mi ausencia, después de haber padecido más de dieciocho meses de cárcel bajo el Gobierno de Nicolás Maduro, usted rezaba en uno de sus cuartos.
Usted no ignora, que mi único crimen fue serle leal a un mandato que los hombres libres tenemos, es decir, ser fiel a principios irrenunciables como la verdad. Como castigo a ese “delito”, sin un expediente que probara que era un terrorista o un financiador de tales prácticas, se me acusó de nada en concreto
Usted dormía en la casa de mis hijas, mientras a mí se me mantenía preso, amarrado por la fuerza. Y un hombre así, no podía defenderlas.
Qué clase de sacerdote es usted. Cómo puede usted manchar el nombre de la Santa Iglesia, como en los tiempos de los Borgia donde la sífilis y la inmoralidad campeaban por sus anchas.
Padre, quizás, miles de venezolanos, hombres, mujeres y niños viven la misma suerte que ahora yo. Es decir, ladrones, que ocupan casas, fincas, terrenos, en nombre de un pueblo que dicen representar, pero al que terminan apuñalando por la espalda.
Usted, es hoy, el templo vivo de una corrupción, depravación que, se ha enseñoreado del país.
Usted Padre, es ese estiércol que hay que limpiar de nuestra nación. Es gente como usted, -los ladrones-, los que han convertido a este país en una caldera de odio, donde todos pedimos en todos los tonos un cambio radical en los métodos empleados hasta hoy.
Todo el que piensa y el que crea, el que construye y el que siembra, el que sufre y el que aguarda, en fin, todos los que trabajan, y no roban como usted; aspiramos a que el orden se instaure y nos sean devueltos nuestros derechos.
¿Hacia dónde van ustedes, que apoyan el robo de la propiedad privada? ¿Hacia dónde va Venezuela cuando sus hijos, deben ver que un cura que se dice revolucionario es un ladrón?¿Hacia dónde vamos, Padre Numa? Yo quiero que me respondas de hombre a hombre, categóricamente y sin esguinces.
Padre, huya, corra, no de mí. Huya de su conciencia, de su esencia, porque por más que vierta alcohol, por más perfume que rocíe sobre su sotana, usted es eso, estiércol.
He perdonado todo. La cárcel, la expropiación de 6to Poder, la persecución no me ha dejado con odio en mi corazón. Pero usted, hizo llorar a mis hijas, y eso créame, eso, jamás lo voy olvidar.
Padre, yo duermo tranquilo, no sé si esta noche, usted lo hará. Vaya buscándose el molino y átaselo al cuello.
Saludos, padre Numa.
Leocenis García.