Queridos amigos chavistas,
En 2005 cuando fui invitado a participar del Festival Mundial de Poesía de Venezuela ofrecí mi solidaridad a la Revolución Bolivariana y les pedí a ustedes ayudarnos a combatir las fuerzas asesinas del ilegítimo Presidente George W. Bush quien había declarado ilegalmente la guerra a la población de Iraq justo hacía dos años. Yo pernoctaba en Venezuela, reportando sobre el proceso a mis propias expensas y aparte de mis propios recursos y de mi amor por Venezuela y su gente, hice una película a favor de la Revolución Bolivariana para construir la más grande solidaridad entre Venezuela y el mundo.
Dados los cambios que han ocurrido en Venezuela en los años intermedios, he llegado a reevaluar mis lealtades y gradualmente he llegado a tomar la decisión de levantarme en solidaridad con la mayoría de venezolanos que ahora se oponen al gobierno bolivariano, es decir, yo conecto mis energías, mis esperanzas y mis aspiraciones con aquellos que están en las calles, día tras día, luchando en contra lo que ahora se ha convertido en una parodia, en una caricatura de aquel proyecto que yo una vez apoyé.
Existen diversas razones para mi cambio de determinación y todas ellas tienen relación con los muy negativos cambios que el gobierno bolivariano ha tomado respecto a la década pasada, abandonando su propio proyecto y traicionando sus propios ideales. Ello justifica una explicación porque, a mi manera de verlo, yo simplemente quito el apoyo a la revolución bolivariana a causa de que el gobierno bolivariano le da la espalda al pueblo venezolano:
1. Democracia participativa y protagónica ¿Recuerdan esa frase? Estaba en los labios de cada uno cuando yo vivía en Venezuela en los años 2005 y 2006 y era vista como el corazón de la Revolución Bolivariana. Como la Dra. Margarita López Maya luego me explicaba, la “democracia liberal, en sí misma, llega a ser elitista” y que la brillantez de Chávez era tratar de complementar esta forma de democracia con las democracias directas y participativas. ¿Qué sucedió con aquella promesa de ‘profunda democracia’? En 2007, Chávez propuso un referéndum que llevaría al país hacia el socialismo. El referéndum falló, pero él se rehusó a obedecer la voluntad popular y, en cambio, lo impuso con una serie de leyes, incluyendo una que reemplazó “la democracia participativa y protagónica” con “la democracia del pueblo” o “el poder popular”. Desde entonces la situación ha empeorado en Venezuela, especialmente bajo el mando de Nicolás Maduro. Él, ha desconocido la Asamblea Nacional, luego que esta fuese elegida por el pueblo Venezolano en diciembre de 2015; bloqueo el referéndum de 2016; postergó elecciones de gobernadores y alcaldes que deberían haber tenido lugar en 2016 y 2017, respectivamente, y ahora se está imponiendo a la fuerza una constituyente sin consultar el pueblo cuya única fin es fortalecer su poder. Esta constituyente, según la Fiscal General Luisa Ortega “deroga ‘la democracia participativa y protagónica, la supremacía constitucional, el principio de soberanía que es intransferible,” y profundiza la división del país, después de más que 17 años de políticas polarizadoras. La lección está muy clara: sin la estructura de una democracia liberal y representativa, ninguna de las otras democracias pueden ser democráticas.
Es obvio que quienes tienen conocimiento sobre las revoluciones socialistas – comunistas del siglo 20 (pensando en las de la Unión Soviética, China, Corea del Norte, etc.) aquella que fue llamada “democracia socialista popular” era cualquier cosa menos democracia, por lo menos en el sentido en que hemos llegado a entender ese término en el mundo occidental en el pasado cuatro de siglos o más. “La democracia socialista popular” no representa a la gente en términos de sus votos individuales, llevados a cabo en secreto, ni mucho menos a estas personas “directamente” como “protagonistas”, ni las compromete a “participar” en ningún sentido significativo en los destinos de su nación. “La democracia socialista popular ” bajo la rúbrica del “poder popular” es, en resumen, no democrática. Retornaremos a este punto en líneas subsiguientes.
2. Desarrollo endógeno. Esta fue una de las ideas más esperanzadoras que Chávez propuso: La construcción de la economía interna del país y logrando con ella, entre otras cosas, mayor seguridad alimentaria. Éste habría sido el primer paso hacia el desarrollo industrial y luego tecnológico, ya que ésta sería la progresión (agricultura, industria, tecnología) del desarrollo, no sólo del Reino Unido y los Estados Unidos, sino también de China, Japón, Corea del Sur, India, Brasil y otros países. Para la época, el 65% de lo que los venezolanos consumían era importado. Hoy, las importaciones superan el 90%. Durante los siguientes 12 años, hasta 2012, hubo un incremento de importaciones de 300%. Y esto no fue simplemente un “fracaso” (aunque lo fue), sino que es el resultado de las políticas de Chávez y Maduro, con el control de cambio y de precios, que destruyeron la producción nacional; las expropiaciones de fincas productivas y su conversión en fuerzas no productivas; la irresponsabilidad, la ineptitud, la corrupción y la impunidad en torno a la importación de insumos para la agricultura (semillas, fertilizantes, pesticidas, etc.); y el control de la producción agrícola bajo un gobierno que se había comprobado incapaz de cumplir con cualquiera de sus deberes con eficiencia. Antes de llegar al “desarrollo endógeno”, Venezuela ya había destruido su industria nacional, ambas, la de propiedad del estado y la de propiedad privada y llevado al país al atraso y haciéndolo más dependiente de las importaciones. ¿Y por qué? ¿Podría ser que esos controles de cambio y de precios ofrecían mayores oportunidades a los “Boliburgueses” y “Bolichicos” para la corrupción, el desfalco, el “bachaqueo”, el control monetario, el subsidio, etc, etc.? Desde la perspectiva de esta élite corrupta que se enriquece a costa del bienestar del pueblo venezolano, las “buenas” políticas son solo aquellas de las que ellos se aprovechan. Y esto nos lleva al siguiente punto.
3. Corrupción. Quizás han leído aquella afirmación que hizo Chávez en 1992 justo un día antes de los sucesos del 11 de abril, cuando dijo que la Fuerza Armada, en la tradición de la Fuerza Armada Liberadora de Simón Bolívar “no puede tornarse indiferente ante el inmenso nivel de corrupción que plaga todas las esferas de nuestro país, el inmenso número de privilegios que tienen algunos, la ausencia de castigo contra aquellos que todos sabemos culpables de haberse enriquecido inapropiadamente con el erario público…”* y así sucesivamente. Ustedes necesitan preguntarse si alguna vez han visto tal corrupción como la que existe hoy en Venezuela. Recuerdo bien aquellos años cuando Chávez era presidente y todos mis amigos Chavistas repetían la misma “verdad”: “Chávez es puro. Es sólo que todos los que lo rodean son corruptos”. Ahora todos aquellos que lo rodeaban tienen el control. ¿Habrán dejado de ser corruptos mágicamente? les dejo esa pregunta, pero las estadísticas de Transparencia Internacional dan respuesta: Ubican a la República Bolivariana entre los 10 países más corruptos del mundo.
4. ¿Proyecto Anti-Imperialista? De acuerdo con los Chavistas, Chávez ejecutó un proyecto anti- imperialista, pero ¿realmente lo hizo? Ciertamente la retórica de este gobierno ha sido anti-imperialista, pero el “Imperio” ha sido el principal aliado comercial de Venezuela cuando recibe el 43% de las exportaciones de Venezuela y oferta 29% de sus importaciones, incluyendo el petróleo refinado, debido al deplorable estado en el que ha caído PDVSA en manos de este gobierno. De acuerdo con la miembro de la Asamblea Nacional Venezolana Tamara Adrián, Venezuela ya no es capaz de producir su gasolina de alto octanaje y también importa 60% de su gasolina de bajo octanaje – ambos de las refinerías en Luisiana, estado más conservadora del Imperio. Pero la entrega de sus otros minerales a las corporaciones chinas, rusas y canadienses, la entrega de un enorme territorio ecológicamente sensible, habitado por indígenas, conocido como el Arco Minero del Orinoco; el control que ejerce la inteligencia cubana y otras fuerzas militares, programas educacionales, de salud y otros sectores; viviendas construidas por Irán y China, en lugar de ser venezolanos quienes manejen estas áreas sensibles; da origen a una pregunta obligada: ¿Qué clase de anti-imperialismo es éste? Ciertamente, parece ser un fuerte argumento el que Venezuela nunca ha estado tan endeudada y dependiente del imperio—o de imperios y sub-imperios— como ha llegado a estar bajo la Revolución Bolivariana.
5. ¿Analfabetismo? Recuerdo cuando vivía en Mérida, Venezuela en el 2005 viendo a Chávez en televisión declarando a Venezuela “Territorio libre de analfabetismo”. ¿Pero qué muestran realidad? Bien, probablemente mucho, pero desde 2013 hasta el momento, el gobierno Bolivariano no ha estado revelando, al menos no la información estadística, en el escenario económico y social. Y la data que mostró Chávez anteriormente a esa, como en el caso de 2005 con respecto al analfabetismo nunca fue fidedigna. De acuerdo con un artículo del 14 de septiembre de 2013 “Olga Ramos, coordinadora de la Observadora Venezolana de Educación, en una comparación entre los censos realizados en 2001 y 2011, notó significativamente usando la data de ambos censos, que las estadísticas de analfabetismo se mantienen igual…” Olga no es la única que argumenta que ‘el partido de gobierno ha falsificado las estadísticas’, en este caso del porcentaje de alfabetismo. Así es como en 2007 ‘el último investigador, José Luis Salomón, hizo el estudio numérico’ y halló conclusiones muy interesantes. Él dijo que la Misión Robinson que fue lanzada el 7 de julio de 2003, y para el 28 de Octubre del mismo año, de acuerdo con el entonces Ministro de Educación, Arisóbulo Istúriz, ya habían logrado alfabetizar a 1.202.025 venezolanos en sólo 15 semanas ¿80.135 personas se alfabetizaron semanalmente? ¿11.448 diarias? 20.2% más que los programas modelo?” Entonces, ¿cuál ha sido el impacto real de las Misiones Educativas en Venezuela? No lo sabremos hasta que un gobierno democrático que contabilice a la gente que representa, uno que produzca y aporte información confiable de sus actividades, tome el poder en Venezuela.
6. ¿Pobreza? ¿Qué sucedió con los millardos y millardos de dólares que llegaron a las manos de Chávez y que él afirmó que serían usados para eliminar la pobreza? Tenemos conocimiento de al menos 475 mil millones de dólares y que, de acuerdo con dicho por los anteriormente Chavistas Héctor Navarro, Jorge Giordani, Nicmer Evans, entre otros, fueron robados y destinados a cuentas privadas en bancos extranjeros. Esa es una muy peculiar suerte de Socialismo del siglo 21, ¿no creen? Uno que privatiza la riqueza nacional no sólo a través de su venta, sino por el latrocinio puro. Las Misiones fueron y vinieron y nunca fueron auditadas. No sabemos, excepto por la propaganda dicha por el gobierno, lo que ellas realmente han alcanzado, pero, ¿eliminaron ellas la pobreza?, ¿eliminaron el hambre, la muerte y la miseria? Antes de 1998, cuando el petróleo estaba por debajo de los 20 dólares por barril, ¿veían a venezolanos comiendo de la basura?, ¿haciendo largas colas para comprar alimento?, ¿gastando su salario mensual para comer menos de una semana? No, pero ahora cuando los precios del petróleo son más del doble, cerca del triple, ¿qué es lo que vemos en Venezuela? la realidad venezolana ha sido tan bien documentada hoy por la prensa mundial, que yo no necesito documentarla acá, mucho menos necesito contarles su propia realidad en su país. Pero mientras que el gobierno no revela índices de pobreza, en el reporte ENCOVI (Encuesta Nacional de las Condiciones de Vida en Venezuela), tres universidades al mismo tiempo, exponen a Venezuela con un índice del 82% de pobreza. Para los lectores angloparlantes, una excelente reseña del reporte la pueden encontrar, firmada por el economista Frank Muci.
7. Podría tomar más páginas y colmar su paciencia al enumerar más desaciertos tales como el sistema de la salud, que en 2011 fue era desastre y hoy está colapsado; los escándalos del suministro de alimentos que involucran a los militares y los CLAPS y el uso de la comida como arma contra la oposición; la violencia fuera de control que coordinó Chávez e hizo de Caracas la ciudad más violenta del mundo y podemos seguir extendiéndonos.
La bostezante brecha entre los objetivos y los resultados, la retórica y la realidad, las aspiraciones y los logros sucios, representan la suprema ironía, la más extrema muestra de eventos, al extremo de que se califiquen como una “enantiadromía” (literalmente, “correr en sentido contrario”) — un término acuñado por Heráclito y usado por Jung para describir una condición psicológica en la cual una persona, alcanzando un punto culminante retorna en su propio lado opuesto. El yin-yang sirvió de símbolo de este proceso que frecuentemente ocurre en política, donde un libertador, una vez en el poder, intenta imponerse al pueblo como dictador — ¿eso les suena familiar?
Por el otro lado, el de la oposición, hay otro enantiadromía. Cuando yo estuve en Venezuela en 2005 el país había experimentado dos atentados antidemocráticos para derrocar a Hugo Chávez: El golpe del 11 de abril de 2002 y el paro petrolero o paro nacional a finales de ese año. Esa oposición fue pulverizada en el Referéndum de 2004 y aún cuando ellos renunciaron a aquellas tácticas, han sido calificados de “golpistas” desde entonces. Es algo sumamente extraño que los chavistas, quienes los señalan con ese término, celebren su propia intentona (1992) cada 4 de febrero. Pero ese no es el punto. Mi punto es que esta Revolución Bolivariana que prometió profundizar y extender la democracia, ha culminado, con Maduro, completamente rechazada por el irrespeto a la voluntad popular en diciembre de 2015 cuando ellos [antecesores escuálidos —con ‘ellos’ se refieren al ‘pueblo’-] eligieron a la Oposición para ocupar los cargos de la Asamblea Nacional; impidieron a la Asamblea Nacional cumplir con sus funciones de mandato constitucional; bloqueando un referéndum a la presidencia de Maduro de 2016; inhabilitando políticamente a políticos opositores, o rehusándose a reconocer sus elecciones; previniendo las protestas pacíficas y atacando a los protestantes con gases lacrimógenos y armas de fuego; convocando ilegalmente a una Asamblea Nacional Constituyente para modificar la Constitución sin ir a un proceso de referéndum nacional y en contra la voluntad de la gran mayoría del pueblo venezolano. Y estas son sólo las más inaceptables violaciones a la voluntad popular y a su democracia. Entretanto, ¿Quién está en las calles dirigiendo estas manifestaciones por la restauración de la democracia? No es más que la oposición “golpista”. Han pasado por su propia enantiadromía a recomponerse ya como la fuerza democrática de Venezuela.
Claramente, en la misma medida, inclusive, de los objetivos establecidos por Chávez, la Revolución Bolivariana ha fracasado. No sólo ha fracasado sino que ha destruido todos los logros que la “Revolución Democrática” conquistó desde 1958. El país está en ruinas, y aún así, hay Chavistas que en serio creen que el “neoliberalismo” puede ser algo peor. Sí, ese es el refrán de los chavistas, que Maduro debe ser apoyado o de otro modo “el neoliberalismo” volverá. Este clamor en el contexto del país más devastado de Latinoamérica hoy, donde se aproxima a una situación comparable con el post terremoto de Haití, no requeriría una respuesta, pero es tan penetrante que siento que yo debería responder. ¿Hay un país en el mundo bajo un régimen neoliberal que sufre un dolor más agudo que el que sufre Venezuela hoy día? Mire al Perú neoliberal, o al México neoliberal, o al vecino Colombia neoliberal. Cada uno con todos su problemas, seguro. Sin embargo, uno debe preguntar: ¿Están los Mexicanos en condiciones peores que los Venezolanos? Los Peruanos? Los Colombianos? Yo no abogo por el neoliberalismo; pero ¿no es cierto que, a fin de cuentas, el socialismo bolivariano tiene resultados peores que el neoliberalismo? Mirando a Venezuela hoy día, después de varios años en que los dólares inundaron el país como nunca antes, uno enfrenta la tentación de decir que hay cosas peores que capitalismo neoliberal, y entre ellas está el socialismo bolivariano.
Sin embargo, esto de “o Maduro o el Neoliberalismo” llena el mundo polarizado que Chávez hizo de Venezuela, a saber, “tú estás conmigo o con la oposición, los apátridas, los pitiyankis”, etc. Qué mundo tan pobre creó él con ese discurso: un mundo sin color, hecho en puro blanco y negro. En medio de todas las alternativas posibles Chávez ofreció nada más que una decisión entre dos posibles modelos: la “revolución” de un convincente caudillo cuyos subordinados despojaron a un país ciego, contra el neoliberalismo. ¿No han tenido mayor imaginación que eso? ¿No fueron sus seguidores más capaces de una creatividad mayor, ser capaces de imaginar un mundo que no fuera ni la cleptocracia de los Bolivarianos ni la austeridad de los neoliberales? Evidentemente no. Pero el pueblo que está peleando en las calles ciertamente tiene mayor imaginación y ellos, definitivamente, no están peleando por el “neoliberalismo”, como batallan las fuerzas represivas del estado.
Esta es una de las muchas grandes mentiras, o mejor dicho, otra pequeña mentira que es parte de La Gran Mentira del gobierno Bolivariano. Esta Gran Mentira ha sido recientemente vomitada por nada más que Atilio Borón, quien hizo un llamado a Maduro a “aplastar” a la oposición. Borón, como Maduro y algunos de sus camaradas, representa un viejo y decrépito dinosaurio de izquierda, lo que no significa que sus puntos de vista hayan llegado a ser extintos. Al contrario, en Latinoamérica, y en muchas partes del mundo, ellos aún tienen un extraordinario poder en cuanto a matrices de opinión y puntos de vista de izquierda. En su narrativa que se apega estrechamente a la ideología marxista leninista, la CIA es la causa de los disturbios en Venezuela y la gente en las calles son “lacayos del imperio”, responsables de la violencia que intente derrocar la “revolución”; y la escasez y el hambre, son resultados de la “guerra económica” y no del recorte a las importaciones por Maduro mismo, el robo y los malos negocios con Wall Street.
Pero esta narrativa Chavista es sólo una “píldora” de los años de la Guerra Fría que no refleja nada de la realidad venezolana, ni nada de la realidad actual del mundo, más de un cuarto de siglo después del colapso del comunismo. La realidad es mucho más simple y más obvia. Las recurrentes protestas van dirigidas contra una cleptocracia corrupta, brutal y represiva que ha estado hambreando y comprometiendo a su pueblo para mantenerse en el poder y enriquecer una élite “revolucionaria” (… y a Wall Street); esa gente en las calles es el pueblo, y no la abstracción colectiva de la doctrina marxista. Son los estudiantes, los trabajadores de cada franja de venezolanos comunes que simplemente desean vidas decentes con un gobierno honesto. Ellos representan cerca del 80% de venezolanos que desean ver a Nicolás Maduro fuera de la presidencia este año. Son aquellos que han estado demostrando por más de dos meses que son la vasta mayoría y ellos merecen no solo de nuestro respeto y ser escuchados, sino que merecen también nuestra solidaridad.
Ellos, ciertamente, cuentan con la mía.
La cita completa, en español, es “Nosotros, como militares herederos del Ejército Libertador, no podemos permanecer indiferentes a lo que hoy sucede. El inmenso grado de corrupción que plaga todas las esferas de nuestro país, la gran cantidad de privilegios con que cuentan algunos, la falta de castigo a las personas que todos sabemos culpables de haber tomado indebidamente dineros públicos, las políticas económicas que colocan en posición deplorable a los venezolanos más sencillos, la venta a consorcios extranjeros de nuestras empresas fundamentales, la imposibilidad que tiene la gran mayoría de los venezolanos para satisfacer sus necesidades básicas, la ineficiencia del sistema y de todos los servicios públicos y en fin el desconocimiento de nuestra soberanía en todos los terrenos, nos fuerzan a tomar una acción destinada a reivindicar la democracia.”
Traducción de Yaneth Rondón
Clifton Ross es un escritor de Berkeley, California, EEUU
@Clifross
Tomado de RunRunes