Todavía la red de redes es portadora de viejos textos, fotografías y videos de los tiempos de esplendor, resistidos a entrar en el vasto cementerio digital. La mejor cotización de la web nos lleva a un gigantesco basurero de información endeble, burda y sesgada.
Cualquier inocente puede indagar lo lejos que llegó el extinto, concitando la emoción y apoyo de las grandes mayorías, bajo la promesa del paraíso radical que sustituiría, con su sola elección por 1998, ipso facto, el infierno demasiado terrenal del puntofjismo. Supo ocultar por demasiado tiempo el carácter marxista de su revolución, o, mejor, ese enganche guevarista de exportación, suerte de know how cubano con una inflamación de idealismo que el sucesor, mucho menos, tampoco sabe ni sabrá explicar.
El cambio pesetero, exprimiendo a más no poder la renta petrolera, nunca fue cambio, concluyendo la historia a un costo humano sin precedentes en la Venezuela contemporánea y no sólo por las víctimas de la más reciente y cruel represión, sino por esa tasa promedio anual de liquidados en las calles a manos del hampa que avisa de una cultura de la muerte tan urgida de reemplazar. La fábula de la unión cívico-militar bolivariana y chavista, irremediablemente versionada y radicalizada por el madurato, no se la traga nadie ni con el sólo anuncio de una constituyente que todo el mundo sabe que no es tal: el proceso entró, desde hace meses atrás, en una etapa de barbarie pura y simple y, por ello, los desmanes de los Tontons Macoutes a lo Duvalier que llaman colectivos armados, siendo grupos paramilitares, actuando bajo la aquiescencia de la FANB. Sin embargo, vale preguntarse, ¿qué chavismo de oposición nos espera?
Puede decirse que ya lo hay, enfrentando a Nicolás Maduro, facilitado aún más por la circunstancia que la constituyente ofrece para marcar distancia, teniendo por emblema a Marea Socialista y a quienes – la buena fe siempre se presume – desean rescatar y reivindicar la herencia marxista en nuestro país. Por cierto, a la vez sanear el espacio socialista habida cuenta de la experiencia que, a modo de ejemplo, representan el MAS, el PPT y otras organizaciones que, con o sin Chávez, ya exhibían serios indicios de descomposición ética.
Reconocida la contaminación cubana de la escuela, será una opción que intentará trillar el camino de Podemos en España, afincado en los medios académicos, aunque – siguen observándolo – demasiado salpicado de antipolítica y oportunismo, como el que lo ligó interesadamente a Venezuela: entienden, las ideas de Toni Negri, Chantal Mouffe, Boaventura de Souza, o Enrique Dussel, llegan excesivamente caricaturizadas a estas costas, todavía reinando Marta Harnecker y Eduardo Galeano, a lo más lejos que llega el ala civil del PSUV, francamente desinteresado el militar.
Superado el presente régimen, cuya historia terminó y queda como una farsa de lo que ha sido tragedia, según el consabido sarcasmo de Marx sobre lo dicho por Hegel, esa opción socialista tendrá que lidiar más con sus antiguos compañeros de causa que con la propia transición que vendrá. Y, entre estos antiguos socios, destacamos a dos sectores.
Por un lado, el de los renegados que de acuerdo a la jerga leninista se pasaron con todo y peroles antes que el extinto y su sucesor políticamente sucumbieran. Dice el refrán que no hay peor cuña que la del mismo palo, pues, aquellos, deseándose más papistas que el Papa, cuidarán de no suscitar sospecha o desconfianza alguna y, muy lejos de ayudar, tendiendo puentes, supondrán que será mejor destruirlos no sólo para salvar su propia aventura política, sino cerrar cualesquiera posibilidades de cuestionamiento ético, pues, los muchos tendrán rabo de la paja de todos estos largos y fructíferos años en lo que fue la otra aventura.
Por el otro, el de los violentos, ya que, con tantas armas en la calle, una experiencia mal que bien acumulada de poder, los habrá inconformes y predispuestos al regreso. Un regreso que, en sano juicio, no luce descabellado (no hay acento sarcástico alguno), porque de no responder eficazmente a la crisis heredada, recalar en los viejos vicios, repetir los desmanes del siglo, un fracaso de la transición nos pondrá en manos de los que provocaron esta gigantesca crisis, confinándonos al macabro dilema entre Guatemala y Guatepeor.
El famoso proceso devenido revolución, lógicamente deja muy vivos – social y políticamente – a los chavistas, fueren más y menos socialistas, porque ninguna estancia en el poder, siendo tan larga, es fácil de olvidar. Está la lección, la amarga lección del peronismo que, por muchos estragos que produjese, todavía vive a 40 años de fallecido su fundador, sabiendo de versiones de izquierda y de derecha, de montoneros y de kirchnerianos: habrá chavismo de todo octanaje, como todavía hubo liberales amarillos a la mitad del siglo XX y quedan unos cuantos perezjimenistas en el XXI, curiosamente, jóvenes.
La historia ha terminado y tarda aún en comenzar la otra, en el prolongado ínterin que ha abierto la Fiscal General. Es muy prematuro saber el camino que tomará la futura oposición, hoy gobierno, aunque un poco la esboce Henry Falcón.
Lo peor que puede pasar a los venezolanos, es olvidar de nuevo, como hicimos al finalizar el siglo pasado. Convengamos, por lo menos, es demasiado latoso tropezar siempre con la misma piedra.