No hay duda que en las condiciones que nos encontramos se hace imperativo un gobierno de salvación y unidad nacional. El gobierno ha resultado ser el más sectario del último medio siglo. Toda disidencia se penaliza. Se cierran canales como RCTV, NTN24 y CNN, entre muchos de radio y otros de televisión. En gavilla le han caído a la Fiscal, a la que amenazan hasta con hacerle un juicio por locura mental. A los diputados el TSJ los despojó de inmunidad y ahora con la Constituyente han dicho que los van a llevar a la cárcel. A Capriles y a Muchacho los dejaron sin policías. Hay centenares de preso políticos entre los cuales están figuras de las más emblemáticas de la oposición. Maduro gobierna amparado bajo estados de excepción, que le ha ido prorrogando el TSJ a su favor, lo que quiere decir que no hay control alguno. Lo paradójico es que antes de que el finado llegara al poder, el presidente Caldera gobernó con todos los poderes en contra, y un parlamento y la inmensa mayoría de los gobernadores en oposición. En su primer gobierno se le conoció también como el presidente del diálogo.
El país se cae a pedazos y la polarización recrudece en un guerra civil. El deslave chavista pica y se extiende. Cada día son menos. La convocatoria a Constituyente le puso gasolina al fuego. La corrupción está desatada. A casi nadie le alcanza lo que gana para vivir de manera decente y digna. Lo que fomenta el rebusque ilegítimo. El país está a punto de estallar y aclama a todo aquel que venga de donde venga impulse el cambio. “Si se puede” – clama el pueblo en la calle…
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@OscarArnal