Antonieta Mendoza es venezolana de nacimiento y española por decreto. En diciembre de 2015 el Consejo de Ministros le concedió la nacionalidad junto a su marido ya que “su situación personal y familiar está afectada por la persecución política y judicial que sufren, tanto su hijo, como su cónyuge”. Su esposo vive aquí ante la imposibilidad de volver a Venezuela por una orden de captura en su contra. Pero ella sigue en el otro lado del charco, donde su hijo cumple condena desde hace más de tres años.
Por Pablo Mayo Cerqueiro / El Español
Mendoza es la madre del dirigente opositor preso Leopoldo López, sentenciado a casi 14 años en una prisión militar por su participación en las marchas contra el Gobierno de Nicolás Maduro de febrero de 2014. Recientemente, Mendoza pasó más de un mes sin poder ver a su hijo y se rumoreaba que estaba muerto. “Fueron días muy…”, recuerda sin ofrecer un adjetivo.
A principios de junio el Gobierno ofreció a López cambiar a arresto domiciliario, pero él rechazó la proposición, según afirmó su esposa. Al conocerse la noticia, el chavismo aseguró que había iniciado un diálogo con López y que el preso quería continuar su condena en casa pero no lo hizo por intervención de su mujer y la oposición.
Mendoza acusa al Gobierno de “manipular” los hechos en Venezuela a través de la propaganda y la censura para crear “climas de opinión falsos” y subraya que su hijo “nunca aceptaría la casa por cárcel a cambio de callar a la calle”.
La semana pasada Mendoza se reunió con la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que prometió organizar un acto público para apoyar la liberación de López, a quien la portavocía del Consistorio calificó de “preso político”. Este jueves Mendoza no sabía todavía cuándo se produciría el acto ni en qué forma, pero confiaba en que tuviera lugar antes de su regreso a Latinoamérica.
Antigua vicepresidenta de Asuntos Corporativos de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), Mendoza se dedica ahora a reclamar la liberación de los opositores presos y el respeto a los derechos humanos en la República Bolivariana, que vive más de dos meses seguidos de protestas después de que el Tribunal Superior de Justicia extirpara los poderes a la Asamblea Nacional. Mendoza es además madre de dos hijas y abuela de siete nietos.
¿Cuándo fue la última vez que vio a su hijo en prisión y cómo se encontraba él?
Fue el domingo 28 de mayo. Bien. Yo misma me sorprendo del compromiso de Leopoldo con su sacrificio: estar aislado y separado de su mujer y sus dos hijos pequeños. Leopoldo Santiago cuando [su padre] entró en la cárcel tenía un año. Ahora tiene cuatro. Manuela tenía cuatro años cuando su papá entró en la cárcel. Ahora ya es una niña de ocho años. Él se pierde esa cotidianidad de los niños creciendo. Es muy duro.
Leopoldo el día que entró en la cárcel estaba aislado. Y de esos 1.200 días, al menos 700 ha estado aislado en solitario, es decir, que ni su familia directa ni sus abogados han podido entrar. Sus abogados desde el 6 de abril no ven a Leopoldo. Le están negando su derecho al debido proceso.
Entonces, ¿cuando se le ofreció el arresto domiciliario a Leopoldo sus abogados no pudieron hablar con él?
No pudieron.
¿Por qué piensa que el Gobierno le ofreció a su hijo la posibilidad de cumplir condena en casa?
Yo creo que hay un reconocimiento por parte del Gobierno del liderazgo de Leopoldo. El Gobierno está consciente de que la voz de Leopoldo llama a la calle y la gente lo sigue. Leopoldo está preso desde el 2014 justamente por llamar a una protesta pacífica constitucional. Y cuando empezaron las protestas a principios de abril, cuando se rompe el hilo constitucional cuando el Tribunal Supremo de Justicia le arranca las competencias a la Asamblea Nacional, Leopoldo manda mensajes a través de su esposa, Lilian, en su cuenta de Twitter, sumándose. Y ahí empieza el aislamiento de Leopoldo.
Supongo que una casa por cárcel era [para que] Leopoldo mande mensajes para que la calle se aplaque. Y Leopoldo no negocia su libertad, ni negocia casa por cárcel por la libertad de Venezuela. Y además Leopoldo no se merece casa por cárcel, Leopoldo merece libertad plena. Es inocente, fue sometido a un juicio que es una farsa. El mismo fiscal que lo acusa se va de Venezuela para poder denunciar que el juicio fue montado [el fiscal Franklin Nieves salió del país y desde el extranjero dijo que había sido presionado para defender pruebas falsas].
Y usted, como madre, ¿está de acuerdo con su hijo en no aceptar el arresto domiciliario?
Es una pregunta muy difícil para una madre. Yo como madre me encantaría que Leopoldo estuviera en libertad plena y, si no, casa por cárcel. Lo aceptaría. Pero no bajo condicionamiento. Yo opino exactamente igual que Leopoldo. Él no aceptó casa por cárcel y la familia lo apoya totalmente.
Por ejemplo, el alcalde metropolitano [de Caracas] Antonio Ledezma, que sigue preso. Él estuvo preso con Leopoldo en Ramo Verde, tuvo una situación de salud complicada y lo sacaron, fue a un centro privado donde se sometió a una operación quirúrgica y de ahí lo mandaron a su casa. Pero no fue a cambio de nada.
Que quede claro: yo estoy absolutamente de acuerdo con que Leopoldo no haya aceptado casa por cárcel.
¿La oferta fue explícita?
No te lo puedo decir. Me encantaría saberlo. Algún día me lo contará.
Su hijo divulgó a través de Twitter dos vídeos desde su celda en las últimas semanas. En uno llama a los venezolanos a manifestarse y en el otro reclama a las fuerzas de seguridad que no repriman las protestas ¿Sabe si ha cambiado la situación de su hijo en la cárcel desde la divulgación de los vídeos?
Leopoldo está solo en una torre, aislado. En una celda de 2×3. Y del otro lado del penal están 250-300 presos que conviven, conversan. Leopoldo no tiene esas facilidades. O sea, un trato absolutamente discriminatorio. Pero aparentemente sí hubo requisas muy violentas después de esos vídeos. Cómo logró grabar no me lo preguntes, porque no lo sé.
Su hijo está encarcelado en Venezuela y su marido vive aquí. ¿Cómo es vivir así?
Complicado. Duro. Mi marido debería estar en Venezuela, no exiliado. Leopoldo [padre] tiene dos años y cuatro meses que no ve a su hijo. Una situación muy difícil y muy lamentable. Y Leopoldo [hijo] debería estar libre. Deberíamos de ser una familia normal luchando por la libertad de nuestro país.
Pero Leopoldo con su sacrificio nos ha llenado a nosotros como familia de una gran fortaleza y cada uno de los miembros de la familia lucha por lograr las libertades en Venezuela.
¿Y sus nietos cómo lo afrontan?
Manuela y Leopoldo Santiago son niños que están creciendo en total normalidad. Un gran esfuerzo que hacemos todos es ese. Tienen la grandísima suerte de que Lilian, mi nuera, es una persona sumamente optimista, llena de energía. Eso se transmite.
Esta dictadura ha roto las familias en Venezuela. Y nuestra situación no es única: hay 300 familias con presos políticos. Hay unos que están con una salud comprometida, otros que tienen boletas de excarcelación, como Yon Goicoechea, y el director del Sebin [Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional] no lo deja salir.
La fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega, se ha vuelto ahora contra el Gobierno de Maduro. Sin embargo, también es responsable de que su hijo fuera a prisión. ¿Cómo ve su proceder?
La Fiscalía no permitió que el juicio fuese justo, con pruebas y testigos. [Fue] muy duro para nosotros como familia. Pero sí tengo que reconocer el paso hacia delante que ha dado la Fiscalía.
Estos procesos son complicados, cuando tienes dictaduras. Es donde la reconciliación juega un papel muy importante. Yo no he tenido oportunidad de hablar con Leopoldo sobre esto, pero estoy segura que tomaría una posición parecida.
Venezuela vive ya dos meses seguidos de protestas contra el Gobierno que han dejado decenas de muertos. ¿Piensa que la gente que demanda un cambio puede cansarse si no se produce pronto?
Esa es la gran pregunta. Hay 70 familias que están en duelo, que han perdido, la mayoría, a jóvenes. Pero hay una cosa impresionante de los familiares. Cuando ha habido manifestaciones por los caídos los ves fuertes, los ves diciendo “este sacrificio es por lograr una Venezuela mejor”. Esperemos que la protesta siga. La protesta no violenta es lo único que tiene el pueblo para avanzar, para lograr las libertades.
Hubo un llamado del ministro Vladimir Padrino hace semana y media exigiéndole a la Guardia Nacional que no reprimiera, pero parece que no le hicieron caso, porque los muertos siguieron. Está habiendo posiciones distintas dentro de las mismas Fuerzas Armadas.
¿Y cuál cree que es la posición mayoritaria dentro de las Fuerzas Armadas?
Es difícil. Yo me remito al video de Leopoldo. Tiene dos mensajes principales. Primero, que tiene ya tres años en una institución militar y ha tenido oportunidad de intercambiar con oficiales, con soldados y él dice que mayoritariamente están en contra de la dictadura. Y después le hace un llamado a los soldados, a los guardias, que bajen las armas, que no repriman. Ojalá que se dé eso.
Respecto a las elecciones a la Asamblea Constituyente que el Gobierno ha convocado para el mes que viene. ¿Qué piensa que va a ocurrir?
La Constituyente no es Constituyente: es prácticamente la instalación en Venezuela de una dictadura a lo cubano. Yo espero, número uno, que el Gobierno rectifique. Es imposible imponerla, la gran mayoría de los venezolanos rechazan este fraude. Y, luego, que la gran mayoría de los venezolanos, que formamos parte de la oposición, nos mantengamos firmes en las actividades de calle e institucionales para evitar que esto suceda.
¿Y, a su juicio, debe la oposición participar en el proceso constituyente o rechazarlo y correr el riesgo de que se reescriba la Constitución sin ella?
Esta no. Esta es un fraude. Es imposible formar parte de esta. Lo lógico sería que se llame a unas elecciones generales, puede ser a través de una constituyente. Pero no esto. Lo que está en nuestra Constitución es un proceso en el cual el pueblo a través de un referéndum vota si quiere o no quiere una constituyente. Y eso no es lo que están intentando.
Nosotros debemos evitar que esto suceda. La actual Asamblea Nacional tiene una altísima responsabilidad porque es el poder del pueblo. Nosotros [la oposición] tenemos las dos terceras partes de la Asamblea Nacional, que es una victoria grandísima.
Recientemente la alcaldesa de Madrid los recibió a usted y su marido y les prometió que celebraría un acto público en apoyo a los derechos humanos en Venezuela. ¿Cómo se sintieron al recibir la invitación?
Bien. Reconocidos como padres de un preso político y, no solamente por ser los padres de Leopoldo, [sino] por representar de alguna manera a todos los presos políticos del país.
Yo creo que lo más importante fue que un sector de Podemos, yo no puedo decir si es mucho o es poco, pero un sector representativo, reconocieron que en Venezuela hay violación sistemática de derechos humanos, que Leopoldo fue detenido arbitrariamente y que para poder avanzar en una transición es necesaria la liberación de los presos políticos.
¿Teme que la comunidad internacional y España, en concreto, puedan olvidarse de Venezuela antes de que la situación haya mejorado?
Haremos lo imposible para que eso no pase. Seguiremos recorriendo el país, el mundo… Esto tiene que acabar. No sé cuando. Creo que el momento está cerca.
No podemos seguir en estas crisis. Que un país en el siglo XXI con las mayores reservas petroleras y mineras del mundo, que podría ser líder de América Latina, esté ahorita sumergido en esta crisis política, social y económica en la que todos los venezolanos estamos presos… La comunidad internacional tiene que apoyar.
Ojalá, y yo espero, que en la reunión que se lleve ahora a cabo de la OEA [Organización de Estados Americanos] todos los países voten por una resolución, por la aplicación de la Carta Democrática. Esa resolución exigiría las elecciones. El 80% de los venezolanos quiere cambio, los chavistas y los no chavistas.
¿Y usted ve a su hijo presidente en un futuro?
Sólo los venezolanos decidirán si Leopoldo es presidente. Lo ideal es que pasemos de esta dictadura a una transición que llame a unas elecciones donde compitieran todos. Y si los venezolanos eligen a Leopoldo, pues me sentiría muy orgullosa.