Las excentricidades en las cuales incurren algunos líderes en el poder, constituyen manifestaciones indubitables de su nivel espiritual, de su escala de valores y de su aptitud o no para ejercer los destinos públicos. Los líderes deben mostrar siempre una conducta respetuosa, humilde, tolerante, aun cuando reciban acciones de sus gobernados, en oportunidades, con niveles de incomprensión e injusticia. Pero nunca será dable incurrir en acciones que despierten el desprecio del pueblo hacia su persona.
Maquiavelo señalaba “Entre ser temido y ser amado, es preferible ser temido que ser amado pero nunca, ser odiado”. Agrega: “Si el príncipe (gobernante) alimenta temores imaginarios o procede con brutalidad su poder se vuelve intolerable, el mismo príncipe fomenta la rebelión con su conducta inhumana”. Justamente un líder gobernante, jamás debe incurrir en acciones o actitudes que despierten odio o desprecio en sus conciudadanos. Algunos historiadores narran, cómo Nerón, uno de los emperadores más crueles, tocaba su lira, mientras Roma ardía cuando el pueblo moría calcinado y responsabilizaba a los cristianos de los hechos. Todos conocemos su triste final.
Las actitudes del Señor Maduro de exhibirse bailando cuando el pueblo es masacrado en la calle por sus huestes, o sus expresiones respecto a la lamentable muerte del estudiante Luis Vera, de la Urbe: “Todo apunta a saqueo de camión”, sin informe oficial de una investigación seria, son irrespetuosas, impropias de un Jefe de Estado y exacerban el rechazo a todas las acciones de este régimen, al no contribuir en nada a buscar en paz, la superación del odio que se ha generado. Vale igual la vida de un oficialista o de un opositor, todos somos hermanos venezolanos y sólo así lo debe ponderar un Presidente.
El gobierno ha decidido acelerar, a toda costa, con su proyecto hegemónico de la Constituyente para apoderarse de nuestro País y convertirlo en feudo de una camarilla que ilegalmente se ha entronizado en el poder. El pueblo, en todos sus estratos, ha percibido con claridad el terrible peligro que se cierne para cada uno de nosotros, de aceptar esta neo-esclavitud a la cual pretenden someternos y fue esa y no ninguna otra, la causa que llevó a Paúl Moreno y ahora a Luis Vera a ofrendar su vida, cuya memoria debe ser respetada, principalmente por quien tristemente ejerce la primera magistratura nacional.
Estamos atravesando momentos decisivos en esta larga confrontación. El final de este doloroso episodio de nuestra historia está por llegar y no tengo la menor duda, que el pueblo, dueño absoluto del poder por mandato divino, sabrá defender ese legado y recuperar su libertad. La sangre ofrendada tristemente por nuestra juventud estudiantil, no será en vano, al ser entregada como holocausto para que las generaciones futuras disfruten el país que merecen. El Señor sabrá recompensar las 76 almas que ha cobrado hasta ahora esta tragedia nacional y les dará la fortaleza a sus padres y familiares, sumergidos hoy en una profunda tristeza.
CÉSAR RAMOS PARRA
Profesor Universitario