Unas 20 personas se acuestan y levantan por sorpresa en medio de un transitado bulevar de Caracas y comienzan a recitar algunas frases mientras otros muestran el extracto de un poema escrito con letras de cartón reciclado que dice “los que matan en realidad no han vivido”, reseña Reuters.
Performances como este se vienen organizando desde hace poco más de un mes para sumarse a las protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro, como una alternativa a los enfrentamientos que suceden casi a diario en las calles cuando las fuerzas de seguridad impiden el paso de miles que se movilizan.
La idea surgió en lo que llaman “laboratorio de la protesta pacífica”, una serie de reuniones clandestinas que empezaron en mayo, algunas de ellas organizadas en librerías de Caracas, donde casi medio centenar de personas, entre ellos arquitectos, historiadores o cineastas discuten formas de sorprender con un mensaje crítico al Gobierno, al que acusan de “dictadura”.
Para ello, se dividen en grupos y en pocos minutos irrumpen en las marchas opositoras o aparecen por sorpresa en espacios públicos -hasta en zonas de mayoría oficialista-, dejando sus mensajes que pronto se viralizan en las redes sociales.
“Alto al fuego”, “Oigan al pueblo” son algunas de las frases que arman portando carteles blancos con letras negras mientras corean consignas contra Maduro.
Cada actuación la terminan con la frase “protesta pacífica”, pero eso no evitó que al oeste de Caracas la policía les arrojara varias descargas de gases lacrimógenos a pocos minutos de desplegar el mensaje y gritar “dale letra al cambio”.
“Estamos tratando de interpretar lo que siente la gente común, que también nos acompaña”, dijo Mariela Ramírez, una arquitecta de 52 años, miembro del colectivo artístico.
“Somos civiles que decidimos organizarnos para llenar de contenido y sentido la protesta”, agregó Ramírez, una de las participantes del movimiento que tiene un mes en las calles.
Calle y poesía
En entrevistas con media docena de sus participantes, algunos dicen inspirarse en movimientos civiles como los indignados de España y están convencidos que su método pacífico tendrá mucho más éxito que los disturbios violentos, donde alrededor de 70 personas han fallecido en medio de la más fuerte ola de protestas antigubernamentales de los últimos años.
“En este tipo de acción no queremos confrontar con el transeúnte, sino conseguir que les quede una reflexión interna sobre la vida”, dijo Teresa Mulet, una comunicadora visual de 46 años, que participa en las iniciativas de teatro, poesía y letras.
En Petare, una de las barriadas más grandes de Latinoamérica, otro grupo desplegó el fin de semana una pancarta de 25 metros donde pegaron 3.000 billetes de 2 bolívares que, reunidos, valen menos de un dólar en el mercado paralelo. Así, dijeron, buscaban denunciar la elevada inflación del país.
“Mostramos organización y nos apropiamos del tema económico, pues el hambre nos toca a todos”, dijo uno de los organizadores que mantuvo su nombre en reserva porque teme engrosar la lista de más de 3.000 personas que han sido arrestadas en protestas.
A la par, otros artistas vienen sumando sus piezas a las manifestaciones de calle a título personal.
Es el caso del pintor Óscar Olivares, amigo de infancia de Juan Pernalete, un joven que murió en una protesta en Caracas y que la Fiscalía dice fue a causa del impacto de una bomba lacrimógena en el pecho.
“Ahora mi inspiración está enfocada en la protesta”, dijo el autor de unos dibujos que mezclan los rostros de los fallecidos de las últimas movilizaciones con imágenes religiosas.
Olivares suele marchar con algunos de sus coloridos dibujos y su obra reproducida en calcomanías de gran tamaño también se exhibe en los escudos de metal que cargan los jóvenes que se enfrentan con la Policía y la Guardia Nacional.
“Me da satisfacción saber que mi arte puede servir de esperanza y protección”, dijo el pintor.
Por Corina Pons/Reuters