Uno tiene que ir muy lejos, para saber hasta dónde se puede ir
Hola que tal mi gente, no hay límites… o sí, quizá sólo los propios que naturalmente se imponen en los procesos de cada acontecimiento. Todo pasa y todo sucede cuando debe suceder y no antes, y se nos olvida, se nos olvida que estamos llamados a evolucionar y… se nos olvida que en cada evolución hay que irse alejando de lo que éramos antes. El costo de trabajar por nuestros sueños, nuestros deseos y nuestras metas es imperiosamente… irse alejando. Quiero saludar a Paola Domínguez Boullosa a la que leí en una estadía que tuve en México.
Casi por regla general, algunas personas se aferran a la comodidad que han llegado a alcanzar, al poder que han podido obtener, al control que han podido ejercer. Ésa es la gente que pretende evolucionar sin comprometer cambios, sin instaurar nuevas maniobras, sin redireccionarse, sin mejorarse, sin perfeccionarse, sin renuncias, sin dejar atrás, sin lo nuevo, sin lo desconocido… y no, así no ocurre.
La evolución a todos los niveles implica la absoluta certeza de asimilar que en su avance, hay que irse alejando de lo que uno era, de lo que uno pensaba, razonaba y sentía acerca de sí mismo y de la vida, porque cuando los cambios reales ocurren, no es porque el mundo se modifique, sino porque uno se modifica a sí mismo, en su forma de apreciarse y apreciar el mundo. Cuando uno cambia todo cambia, aunque aparentemente nada haya cambiado para todos los demás.
Y cambia porque los verdaderos cambios son internos, son propios y son personales, y si se hacen a tiempo, cuando la vida así lo exige y sin reticencias, son los cambios en los que aparentemente sin cambiar nada, todo muda… así son los cambios que exige la propia evolución personal, cosa muy distinta, son los cambios que uno se ve forzado a hacer obligado por la vida, por no haber querido cambiar cuando era el momento indicado.
Y esa es la diferencia entre el cambio real evolutivo y el cambio real obligado por las circunstancias. Al primero se llega libremente, y se llega al irse alejando de lo que se es, para ser en sí mismo alguien mejorado; al segundo se llega casi siempre doblegado y victimado por las circunstancias, que ya no permiten ninguna otra elección para seguir adelante.
Por eso es mejor respetar los tiempos, por eso es mejor soltar y soltarse, por eso es mejor irse alejando. El presente y el futuro en la evolución necesitan de nuevos espacios para conformarse, para mejorarse para crecer a la par de esa evolución. Y en este proceso no se puede llevar todo con uno ni a todos tampoco. Es indispensable saber discernir qué y quiénes pueden formar parte de cada etapa de la vida, y para ello hay que saber elegir lo que llevamos con nosotros, y quiénes habrán de acompañarnos, seres absolutamente perfectos, necesarios y extraordinarios para nosotros y, por supuesto, nosotros igual para ellos.
Se lo digo porque esa es la parte en la que pueden doler los cambios, porque esa es la parte que cuesta más dejar ir y dejar atrás, porque esas son las decisiones que más paralizan, ralentizan y confunden, prácticamente cuando estamos convencidos de dar el siguiente paso. Esos son los sujetos y los objetos que sustentan todos los peros, las justificaciones, los miedos… por eso hoy le invito a tomarse el tiempo de elegir de qué y de quiénes debe irse alejando a fin de poder continuar hacia el mejor lugar para usted, para sus deseos, sus sueños… su evolución. Recuerde que no todo es necesario, que no todo es trascendente, que nada es obligado y que para convertirse en el mejor debe, también, rodearse de aquello y aquellos que necesiten y disfruten también de usted, sólo lo mejor.
¡Felices idas, felices alejamientos!
@joseluismonroy