La difícil situación que le ha tocado sufrir a Copei producto del inclemente bombardeo a su institucionalidad legítima por parte del Gobierno no es diferente a lo que este Gobierno ha hecho con la institucionalidad democrática de Venezuela. Desconoce a la Asamblea Nacional, a la Fiscal General, a gobernadores y alcaldes, y ahora, una constituyente absurda para romper aún más a nuestro maltratado país: en fin, a todo aquello que no se subordine a sus arbitrariedades. A ese imperio de caos y anarquía los copeyanos no vamos a hacerle el juego.
Después de cuatro jornadas de la llamada validación y reparos de partidos convocadas por el CNE, y conocidas las actas de cierre, la mayoría abrumadora de los copeyanos decidió no validar. Esto no lo afirmo de forma jactanciosa ni para restregárselo en la cara a nadie porque no es un secreto que tengo entrañables hermanos y compañeros de lucha entre quienes decidieron validar y quienes no lo hicieron.
Es evidente que, al no haber confianza ni legitimidad, no podía haber consenso en mancomunar esfuerzos en la llamada validación, he allí, la razón central. Sin hacer comparaciones odiosas esto se evidencia al ver como partidos de menor presencia e implantación nacional que Copei sí lograron validarse en más de 14 estados y en apenas dos días, sin necesitar reparos o, mejor dicho, nuevas jornadas de validación. Esta es una reflexión necesaria.
La legitimidad no se consigue con sentencias judiciales, cuñas de televisión, radio o internet, ni con agentes ajenos a nuestra comunidad socialcristiana. Ahora más que nunca la legitimidad de Copei reside en las autoridades políticas electas el pasado 10 de julio, y por ello, los invito a todos a seguir dando la cara por nuestro partido en la épica fragua de lucha por la democracia venezolana junto a los compañeros de la Unidad, pero teniendo claro, que la tarea no es de nosotros solos, debemos sumar y multiplicar como tanto nos enseñó Jesús de Nazaret.
Son siete años de lucha al frente del partido. Siempre sometidos al acoso de factores externos, quienes son nuestro adversario histórico: el modelo socialista fracasado y su temperamento estalinista, a quienes ni daremos ni pediremos cuartel. Edgar Parra Moreno {QEPD}, José Curiel, y Miguel Ángel Hernández, presidieron comisiones electorales aceptadas y consensuadas por todos los factores internos, como costa en los medios de comunicación de esos días. Esas constantes victorias internas, independientemente de que el resultado no haya sido del agrado de algunos, nos dan una legitimidad incuestionable para enviarle un mensaje de aliento a los socialcristianos de Venezuela. Haber consignado el año pasado por escrito mi renuncia ante el Dr. Pedro Pablo Aguilar con la vana ilusión de que liberaran a Copei del TSJ, me da una modesta calificación para exigir desprendimiento, solidaridad y humildad.
A quienes de verdad quieren luchar por Venezuela desde Copei les recuerdo que esta es una casa amplia y plural donde todos pueden ser protagonistas, pero debe haber lealtad a los valores, a los compañeros, a la institución y sobre todo a Venezuela. Los rencores personales y las ambiciones desbocadas sobran, deben ser desterrados de cada corazón porque además de servir solo para poner brasas en las calderas del Gobierno, están reñidos con los más elementales valores cristianos.
Queridos compañeros: Copei no quedará cancelado. Aquí el único cancelado será este Gobierno malhechor que ha llenado de tantos sufrimientos y agobios al pueblo venezolano. Pero este nuevo testimonio de sacrificio de Copei es un mensaje muy poderoso al Gobierno, es un presagio más de su definitiva derrota.
El futuro de Copei es inseparable al de Venezuela. Pronto Venezuela tendrá una democracia plena, recuperará su institucionalidad y los venezolanos serán felices en la hermosa faena de reconstruir la nación… Lo mismo ocurrirá con Copei. No lo duden ni por un segundo. Apostar a algo distinto es anti venezolano y anti copeyano. Un buen copeyano debe ser, por encima de todo, un buen venezolano.