Lapatilla
La maldad ha estado rondando a Venezuela un largo rato, como si estuviéramos jugando a la Ruleta Rusa, ese juego que trata un poco de la muerte al azar. Podrán decir que le “tocaba”. Popularmente desde que la historia existe, el perro es el mejor amigo del hombre y así es, no hay nada mas cierto que eso, a ellos solo les hace falta hablar, expresivos al máximo y una sombra perfecta del amor entre una criatura inocente y el ser humano. Un compañero!
La mañana del 12 de junio, como cualquier otro día, se preciaba de ser igual a los demás, Jazmín Navarro despertó e inicio su rutina con la misma habitualidad de cada día, con su acostumbrado caminar por Los Verdes, rodeada de sus perritos, cuatro perritos que siempre la acompañan, no presagiaba el mal, para sus animalitos. Entre ellos, destacaba uno mestizo, de nueve años, de pelaje negro, alegre, juguetón, cariñoso, aislado de la perversión que domina en el país. Su mundo, ser él y para sus cercanos un motivo de alegría, un aliciente para el amor, lo que suele ocurrir con los perros un alivio para alma, aunque a veces no lo notemos.
El día pasaba y pocos podían advertir lo que pasaría, cuando al caer la tarde, un comando desalmado entró con extrema violencia a Los Verdes, el terror y el terrorismo cobró fuerza, Cross agitado corría desesperado, ladraba queriendo hablar! no entendía lo que pasaba, no sabia que la maldad los perseguía sin rumbo alguno.
Tocan la puerta con fuerza, se escuchan gritos, detonaciones, Cross siente miedo, pero se abalanza, toma el paso hacia el pasillo, ladra con fuerza, como preguntando “y ustedes quienes son? que hacen aquí? no, aquí en mi casa no”. El sonido es ensordecedor, dos o tres hombres arrinconados en una esquina, uno de ellos cargan el arma y ahí, frente a Jazmín le quiebran el alma, Cross entre los brazos de dueña, agoniza, tratan de salvarlo, pero con muchísimo dolor, con muchísima impotencia, reconoce que ya no hay nada que hacer, las lágrimas corrieron con una rapidez abrumadora mientras Jazmín envuelta en desesperación socorriendo a Cross, le dijo, “coño, me lo mataste”, aquel verdugo baja su arma lentamente sin una mínima señal de compasión, su costumbre es matar, matar, matar, acabar con lo que se le cruce. Incluso con el candor, con la almas inocencia de un perrito.
Sin duda, Cross trato de resistir, me pregunto, cómo puede alguien tener el alma tan negra? como para apuntar y disparar contra un ser indefenso, un ser en desventaja, que nada tiene que ver, que desconoce la escalofriante maldad que arropa a los venezolanos cuando salimos a manifestar. Cuando las fuerzas de Cross se fueron agotando y su ánimo se fue apagando, fue creciendo en la ciudadanía que conoció y se conmovió con su historia, el aval para no decaer, la memoria de Cross, también merece de nosotros un recuerdo amable, también merece respeto. Y con tristeza, quizás entre sollozos, es valido decir que es también un gran gesto de amor dejarlos ir. Cross ya no seria el mismo, ese disparo en extremo doloroso y letal, lo hizo dormir a la eternidad. Todos los perritos van al cielo, pero aquí en la tierra las bestias pagarán.
El mérito se lo llevará el pueblo venezolano al derrumbar definitivamente, en atemperar con premura el muro del hostigamiento y la muerte! No tememos a la oleada de cambio que nos toca protagonizar, por todos los seres vivos, víctimas de esta dictadura, encaminemos la verdad y la justicia.