Luis Almagro (Paysandú, 1963) se ha convertido en uno de los mayores azotes políticos en América Latina contra Venezuela. Desde que alcanzó la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA) no ha cesado de denunciar la deriva autoritaria del Gobierno de Nicolás Maduro. No obstante, y pese a los continuos llamados a incrementar la presión sobre el chavismo, en la Asamblea General celebrada estos días en Cancún no se logró sacar adelante una resolución sobre la crisis del país caribeño. Lejos de considerarlo un fracaso, Almagro, que recibe a EL PAÍS pocas horas después de haber terminado la cumbre, considera que sigue habiendo margen para lograr una condena al Gobierno chavista.
JAVIER LAFUENTE/JACOBO GARCÍA
Pregunta. ¿Qué balance hace de esta Asamblea General?
Respuesta. En general es positivo. El hecho que la organización esté saneada era algo muy importante. Hemos logrado avances claros desde el punto de vista institucional, como duplicar el financiamiento de la Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pero ustedes obviamente no me lo preguntan por esto porque piensan que la OEA solo es Venezuela. Y es cierto que es la peor crisis que la organización ha enfrentado en décadas, desde las dictaduras militares. Pienso que se ha avanzado en seguir presionando al régimen venezolano. Tener un compromiso de 20 países con un proyecto de resolución que hace un llamado a aspectos críticos como la detención de la violencia, de la asamblea constituyente, a lo que se añade el reconocimiento de la alteración del orden constitucional, es importante.
P. Fracaso, derrota, ¿cómo describiría lo que ha ocurrido?
R. La presión hemisférica sobre el régimen es más fuerte. Se consiguió el apoyo de 20 países y hay 8 que quizás no están de acuerdo con todos los puntos pero tampoco son tan indulgentes como para estar en contra. La presión está ahí. Además, hay una resolución estableciendo la alteración del orden constitucional, sanciones sobre autoridades del régimen. Hay que seguir fortificando la presión.
P. ¿Qué cree que llevo a ocho países a abstenerse?
R. Nunca juzgo los posicionamientos de los países. Pueden tomar sus propias decisiones, respetando su soberanía. Lo grave sería lo que denunció el canciller mexicano, Luis Videgaray, de que había un compromiso de algunos países y ese compromiso se rompió.
P. Usted se ha convertido en un diplomático activista. ¿Puede haber perjudicado su forma de actuar en alguna negociación?
R. Definitivamente, no. Si hay algo que es imprescindible es quitarle la impunidad a regímenes como el venezolano. Mi voz siempre ha sido la de denunciar. Denunciar el asesinato de cada manifestante es una obligación, como lo es denunciar el de un defensor de derechos humanos, activista o periodista. También, las sentencias del TSJ que terminaron de anular a la Asamblea Nacional, el antejuicio a la fiscal general o el llamado a la Asamblea Nacional Constituyente. Los que han tenido problemas con mis pronunciamientos deberían decir cuál de las denuncias debería levantar. Si algo no le debemos al régimen es silencio e impunidad. Mis problemas con el régimen son muy claros. Sabía que no iba a ser fácil desde el principio. Ese esquema de negación hace muy difícil lograr resultados. Pero en 2014 tenían impunidad, hoy no. El nivel de condena que recibió Venezuela fue absoluto. Lo que se ha avanzado en este tiempo ha sido mucho.
P. ¿Por qué no se ha tratado el cambio de relaciones entre Estados Unidos y Cuba?
R. Es que es un tema bilateral…
P. Pero afecta a la región
R. Sí, pero las variables son bilaterales. Específicamente las últimas medidas. Estábamos saliendo para acá cuando salieron, no he podido estudiarlas todas pero tengo un panorama de la situación y veo que se mantienen los elementos esenciales de la política de Obama hacia Cuba: el restablecimiento de relaciones diplomáticas, la política migratoria y se mantiene a Cuba fuera de la lista de países que apoyan el terrorismo. Si esto se hizo para afectar a las empresas del complejo militar cubano, que es el aparato represor dentro de cuba, no tendría un problema específico con esas medidas.
P. ¿Qué importancia tiene haber aumentado el presupuesto de la Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos?
R. El paso es un indicativo de cómo estamos trabajando para dar solidez al sistema interamericano, lo deja con mejores herramientas, con capacidad para fortalecer proyectos. Es un mensaje de que este sistema, con el que a veces se ha sido crítico o se piensa que es insistente en la denuncia de algunos temas, es importante para la mejora de las políticas de derechos humanos. La estabilidad financiera da fuerza, independencia y autonomía a la OEA.
P. Esta semana se ha sabido que el Gobierno de México habría espiado periodistas, ¿Qué opina de ello?
R. No tenemos ninguna evidencia al respecto para atender el caso específico de la acusación. No tengo elementos para reafirmar esa declaración. El periodismo en este continente sufre, cada vez que un periodista investiga casos de corrupción, de medio ambiente, de derechos humanos, corre el riesgo de ser asesinado. En muchos casos son asesinados. Los mecanismos tienen que ser totalmente los contrarios, deben reafirmar el trabajo del periodista y garantizarles la vida. Hay que seguir buscando mecanismos que les permitan hacer su trabajo.