Víctor Jiménez Ures: De la gloria libertadora al oprobio represor

Víctor Jiménez Ures: De la gloria libertadora al oprobio represor

Víctor Jiménez Ures
Víctor Jiménez Ures

Ya son 196 años desde que el 24 de junio de 1821, en la sabana de Carabobo, un grupo de chamos sin entrenamiento militar y muy pobremente equipados, pero curtidos ya por mil batallas anteriores, se enfrentaron a los ejércitos profesionales venidos desde Europa para someternos. La mayoría de los oficiales eran Mantuanos (entiéndase burgueses) influenciados por las ideas de Libertad, Fraternidad e Igualdad que venían desde Francia; y la tropa estaba formada por gente del campo y la ciudad, que sin distingo de clases, se batían a muerte en nombre de la libertad. De entre ellos, muy pocos, si acaso, habían recibido instrucción en las milicias coloniales, antes de la guerra.

Los relatos de la época abundan, el ejército libertador no tenía entrenamiento, aunque sí muchísimas bolas, tantas que se enfrentaban a pecho desnudo contra los fusiles, bayonetas, espadas y cañones de los Realistas, estando armados únicamente con una lanza de madera que, generalmente confeccionaban ellos. La verdad es que nunca hubo dinero para comprar los uniformes y equipar a todos los soldados a cabalidad, cada quien iba como mejor podía. La mayoría descalzos, pues las largas marchas desgastaban los calzados y no había modo de reponerlos, de allí que se hiciera tan común y extendido el uso de las alpargatas.

Así pues, el aspecto de nuestro ejército libertador distaba mucho del típico y suntuoso semblante al que estamos acostumbrados en los cuadros (idealizados) y que solemos ver en las películas o series ambientadas en el siglo XIX. La realidad es que la tropa en muchos casos iba de civil, con algún distintivo que les permitiese identificarse, descalzos, mal armados, y montando sus caballos a pelo, pues no había plata para equipar con sillas a la caballería. Algunas excepciones hubo, casi siempre gracias a los uniformes rojos que llegaban desde Inglaterra, pero no pasaron de ser eso: excepciones.





Y así fue; un grupo de jóvenes idealistas y gente del pueblo se lanzaron a pecho desnudo contra un ejército profesional y ganaron la libertad de su tiempo, regando con su sangre los fértiles campos del honor y coronando de gloria la gesta heroica que habían emprendido un tiempo atrás. Hoy, sus descendientes volvemos a pecho desnudo contra un ejército entrenado que se comporta como un invasor, buscando ganar la libertad de nuestro tiempo.

¡Gloria y honor a los caídos! ¡Viva Venezuela libre!

Víctor Jiménez Ures