Salen como si estuvieran listos para una guerra: Chalecos antibalas, cascos, máscaras antigases. En el marco de estas protestas alrededor de 370 profesionales de la prensa han sido agredidos. A pesar de los ataques continúan informando. Abogan por el cese de estas acciones, publica El Nacional
Era 31 de marzo, la tensión política en el país comenzaba a caldearse tras las sentencias emitidas por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en las que usurpaba las funciones de la Asamblea Nacional. Ese mismo día la sede del Poder Judicial era centro de dos noticias: la protesta de un grupo de estudiantes contra las recientes decisiones y una conferencia de prensa que ofrecería la canciller Delcy Rodríguez para respaldar las decisiones del Supremo.
En medio de gritos y consignas los jóvenes se enfrentaban a los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), quienes en instantes apartaron al grupo hacia el otro lado de la calle. Casi de inmediato aparecieron grupos de civiles armados, autodenominados como colectivos. Amenazaron a los estudiantes y también profesionales de la comunicación que hacían cobertura del hecho al final de la avenida Baralt.
Una de ellas fue Elyangelica González, periodista venezolana que actualmente trabaja como corresponsal de Univisión y Radio Caracol. Ella se encontraba en el sitio registrando la manifestación cuando fue amenazada por un hombre armado que le insistía para guardara su teléfono.
La comunicadora cumplió la orden y se dirigió hasta la puerta principal del TSJ para resguardarse. No sin antes notificar a un efectivo que se encontraba cerca la presencia de personas armadas en el sitio. Segundos después dos oficiales mujeres intentaron agredirla. Otro efectivo lo evitó.
Mientras esperaba para entrar a la otra pauta, uno de los medios para el que labora: Caracol Radio le dio un contacto para que informara cual era la situación en el sitio. La periodista cumplió con su labor mientras un efectivo de seguridad se percató de la situación y ordenó a una de las féminas que le quitara el teléfono.
González no cumplió la orden. Segundos más tarde, en medio de insultos la mujer la tomó del cabello y la arrojó al piso. Destruyó uno de sus teléfonos celulares. “Yo les decía que era periodista y ellos me contestaban ‘me sabe a mierda quién eres”.
La escena ya lo suficientemente dantesca se agravó luego de que, entre golpes y patadas, alrededor de 12 oficiales de la GNB la arrastraran por el piso hacia una jardinería paralela a las afueras del TSJ. “Eso es lo que tú querías”, decían los efectivos, en una especie de justificativo ante una agresión que sin saberlo, quedaría registrada y sería divulgada en las redes sociales horas más tarde.
El ataque no quedó ahí, a González la mantuvieron retenida por más de media hora sin explicación, solo un funcionario le dijo porque “me da la gana” como razón para manatenerla en el lugar. Fue una periodista de Telesur que al pasar reconoció a la comunicadora y pidió que la dejaran. Los guardias accedieron y González salió del sitio.
.@ElyangelicaNews (González), periodista:”Efectivos GNB me tiraron en un rincón, me partieron el Tlf.,me sentí como una delincuente ” #31Marpic.twitter.com/ZgKZgDlbfk
El ataque no quedó ahí, a González la mantuvieron retenida por más de media hora sin explicación, solo un funcionario le dijo porque “me da la gana” como razón para manatenerla en el lugar. Fue una periodista de Telesur que al pasar reconoció a la comunicadora y pidió que la dejaran. Los guardias accedieron y González salió del sitio.
Ese hecho sin saberlo marcó el inicio de una escalada de agresiones contra profesionales de la prensa casi a la par de las protestas que se efectúan desde ese entonces en contra del gobierno. Golpes, impactos de bombas lacrimógenas, hostigamiento y robo son algunos de los ataques sufridos por los periodistas en estos tres meses en los que informar se ha convertido en una tarea titánica y mucho más riesgosa de lo que parece a simple vista.
Efectivos de seguridad, los principales agresores
Salen como si estuvieran listos para una guerra: Chalecos antibalas, cascos, máscaras antigás. Aunque al inicio podría ser exagerado, si de algo están conscientes es que ante esta ola de manifestaciones, la prensa no está inmune de ataques.
Según cifras del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) desde el 31 de abril hasta el 24 de junio, se han registrado 376 casos de agresiones a trabajadores de la comunicación (periodistas, reporteros gráficos, camarógrafos, transporte). Los efectivos de seguridad son responsables de 170 de estos ataques.
Durante estas coberturas el sindicato también registró un total de 33 detenciones ilegales a comunicadores.
La ONG Espacio Público maneja solo entre abril y mayo unas 278 violaciones a los derechos de los periodistas. Coincide con el SNTP en que los principales victimarios son los efectivos de la GNB y Policía Nacional Bolivariana (PNB) con 43% del total de los registros. Otro de los agresores comunes son los grupos civiles armados.
Justo ese fue el caso de Raylí Luján, periodista de El Nuevo País, quien fue golpeada durante la cobertura de una protesta de estudiantes de bachillerato en la avenida Lecuna, el pasado 22 de mayo.
La comunicadora se disponía a registrar en su teléfono que la protesta fue reprimida cuando una mujer gritó a los colectivos que se encontraban en la zona, para que la despojaran del aparato. La comunicadora se negó. No obedecer le costó un fuerte golpe en el rostro, patadas y golpes por parte de estos grupos abiertamente afectos al oficialismo.
“Uno me agarró por la muñeca y me llevaban arrastrada por toda la avenida Lecuna. Nos dejaron en una calle cerca y nos dijeron: ‘Agradezcan que los agarramos nosotros y no otros porque los desaparecen”.
El caso de la comunicadora no es el único. Según Espacio Público los grupos colectivos son los segundos agresores más frecuentes. Suelen operar con más reiteración en las manifestaciones que se registran en el oeste de la ciudad.
Antes del inicio de estas protestas, Espacio Público manejaba 70 casos de agresiones a periodistas entre enero y marzo de 2017. La cifra se ha elevado drásticamente en los últimos meses, donde 70% de los casos registrados durante el año se concentran solo entre abril y mayo.
Los robos a los profesionales de la comunicación también se han incrementado. En el contexto de las protestas unos 38 periodistas han sido despojados de sus equipos de trabajo, una manera de impedir la cobertura de los hechos.
Otra de las agresiones comunes ha sido por impacto de bomba lacrimógena. Espacio Público contabiliza unos 20 comunicadores agredidos por estos artefactos en las manifestaciones. Román Camacho, reportero gráfico, sufrió esta agresión por parte de efectivos de seguridad durante una manifestación el 10 de abril.
Sufrió fractura de la tibia. Fue operado el 28 de abril y aún continúa de reposo. “Me operaron me colocaron una placa con ocho tornillos. Necesitaba unas 12 semanas de reposo”.
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