Con la voz quebrada, sin poder contener las lágrimas, David Vallenilla, padre de un joven que murió por disparos de un militar en una protesta en Venezuela, exigió justicia al presidente Nicolás Maduro, de quien fue su jefe cuando éste era chofer de autobús.
AFP
Su hijo, de 22 años y del mismo nombre, recibió cuatro perdigones de plomo a quemarropa cuando protestaba el pasado jueves con otros jóvenes que lanzaban piedras y cócteles molotov contra la base aérea de La Carlota, en el este de Caracas.
Ese mismo día, Maduro advertía que estaba prohibido el uso de armas de fuego y escopetas de perdigones para el control de las protestas, que dejan en tres meses 76 muertos. Sólo “agua y gasecito lacrimógeno”, afirmó.
Según el gobierno, se inició un proceso judicial contra el militar de la Aviación que disparó y otros posibles responsables.
Vallenilla, quien se jubiló del Metro en 2007 y ahora, a sus 56 años, es abogado, dijo en entrevista con AFP “no perdonar aún” la muerte de su único hijo, que recién había concluido la carrera de enfermería y a quien sus padres querían enviar a vivir a España.
“Luchar por algo diferente”
– ¿Cómo era David?
Hiperactivo, tremendo y muy enamorado. Admiro mucho esa valentía de no medir hasta dónde se puede llegar. Son los jóvenes los que tienen ese valor interno de salir a luchar por algo diferente.
– ¿Él pertenecía a algún partido político?
Jamás, pero no estaba de acuerdo con lo que sucedía en este país. El sólo conoció una forma de gobierno.
Nosotros amamos el béisbol, es una pasión. Las diferencias que teníamos los venezolanos eran sólo en el deporte. Lamentablemente en la actualidad en nuestros hogares hay diferencias, distanciamiento entre hermanos, por la política.
– ¿Tenían ustedes diferencias políticas con él?
Jamás. Posiciones extremas, jamás. Identificación con algún partido político, jamás. Inconformidad con lo que estamos viviendo, sí teníamos.
– ¿Usted y la madre sabían que iba a marchas?
Todos los días le decíamos: ‘sal del trabajo y directo a la casa’. Me decía: ‘papá, quédate tranquilo’. Pero iba.
“No estoy preparado para verlo”
– ¿Cómo enfrenta la avalancha de videos y fotos que circulan en redes sociales del momento justo de la muerte?
No he visto ninguno. Todo me lo han contado mis familiares, pero estoy seguro que no me han dicho todo. No he querido ver ese momento, ni estoy preparado para verlo.
– ¿Cómo califica la actuación de las autoridades?
El discurso de las máximas autoridades es: ‘agüita y gasecitos’. Con agua y con gas no mataron a mi hijo, no se le hubiesen sacado cuatro perdigones de plomo del cuerpo. De plomo, no de plástico. Yo los vi.
A quien disparó le digo: ¿Por qué no disparaste en sus pies para que cayera? Pero le disparó a su pecho, al corazón, al hígado y al pulmón. Sabía que iba a causar su muerte.
– ¿Qué ha pasado con las investigaciones?
Los efectivos del CICPC (policía científica) se querían llevar el cuerpo. Afortunadamente el Ministerio Público se impuso. La cadena de custodia le corresponde.
“Nicolás: hay un pueblo con hambre”
– ¿En qué época conoció al presidente?
Entre 1994 al 2000. Hablo de él como “Nicolás”, compañero de trabajo, así lo conocí, él era operador de transporte superficial (del Metrobús de Caracas), yo era supervisor. Tuvimos una relación laboral, nunca tuve ningún inconveniente con él.
Nicolás como compañero de trabajo fue un hombre muy equilibrado, con quien se podía conversar. Por eso le pido conversar. Me dijeron que me iba a llamar, pero no me ha llamado.
Nicolás: no quiero pensar que estás engañando, sino que no te están haciendo caso (policías y militares). Espero que estén detenidos no sólo el responsable, sino sus superiores, quienes dejaron que tuviera esa arma con perdigones de plomo.
– ¿Ve diferencia entre el compañero de trabajo y el presidente?
Era un hombre luchador por mejorar las condiciones de sus compañeros. No obstante, ahorita, sé que no es fácil.
Quiero decirle: Nicolás, hay un pueblo que está sufriendo, y debes sentarte y pensar qué es necesario cambiar. Olvídate del cargo. ¡Escucha! No es un grupito, casi toda Venezuela no encuentra comida, medicamentos. Tenemos un país rico, pero un pueblo con hambre.
– ¿Perdonó ya?
A pesar de que no soy rencoroso, necesito tiempo. Y en este momento no perdono. No lo perdono ni a él (al militar que disparó), ni a quien le haya dado un arma para que mate, y si es responsable un coronel, un ministro o el presidente… no lo perdono, ni por David José ni por ninguno de los que han muerto.