Desde la génesis de las crisis políticas hasta el origen de las debacles económicas. Desde los errores de cálculo de los dirigentes hasta las apuestas catastróficas de los operadores financieros y los bancos. Cuentan que un día, un investigador concluyó, que las sociedades siempre parecían estar en problemas y se preguntó por qué. Fue así como “Cipolla” llegó a sus hoy famosas “leyes básicas de la estupidez”, una verdadera radiografía de la condición humana.
El historiador italiano identificó varios tipos de individuos en la sociedad, según el beneficio o el perjuicio que generaban para el resto de las personas y para sí mismos. “Los inteligentes”: benefician a los demás y a sí mismos. “Los incautos”: benefician a los demás y se perjudican a sí mismos. “Los delincuentes”: perjudican a los demás y se benefician a sí mismos. “Los Estúpidos”: perjudican a los demás y a sí mismos.
Ya me imagino a ustedes, los lectores, tratando de encontrar su sitio en el diagrama. Pero tengan en cuenta una cosa: para Cipolla, los estúpidos eran los peores de todos; hasta los bandidos eran mejores que ellos.
El historiador sostenía que los malvados al menos producían algún beneficio. Por ejemplo, desde el punto de vista económico permitían que algunos bienes cambiaran de manos, mientras que los estúpidos no generaban intercambio alguno. Definiendo así que estos personajes son nocivos.
Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación. La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona. Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.
Las personas no estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso. Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir. Vanidad, prejuicios y arrogancia son conductas que definimos como estúpidas y han jugado un papel importante en nuestra historia política.
El origen de la estupidez en Venezuela, data desde el momento que se perdió la razón política, dándole dominio a la pasión, la cual enceguece la razón y por supuesto, eso conllevó a políticos y gobiernos mediocres, conformados por instituciones a su servicio, esto traduce la mediocridad de la sociedad, al fin a cabo son el reflejo de nuestra sociedad, por eso no hay debate, no hay análisis de altura ni hablar de Políticos con coraje.
La reconstrucción de Venezuela, va a tardar décadas y generaciones, el problema no es tanto económico, ni financiero, es ético, intelectual, académico, de formación, en el fondo es moral, creando estúpidos en masa. Y eso no se resuelve con dinero.
Vamos a tardar generaciones, eso no se recoge de la noche a la mañana, ese odio, ese descontento, esa ignorancia, esa estupidez que tenemos va a tardar mucho tiempo y peor aún ¿quién va a formar a los formadores?, eso no va a ser fácil.
El régimen gana lo que no tiene, para imponer su falsa constituyente. Pues esa sombra de seudo democracia que les quedaba, el presidente la desapareció, cuando con tristes y lapidarias palabras afirmo “si no lograba la constituyente por los votos la impondría por las armas”.
La contraparte “oposición representativa”, hace lo propio, nombrados por ellos “MUD”, quienes lo integran un grupo privilegiado de estúpidos, que no se ponen de acuerdo entre ellos, para crear un grupo de WhatsApp, y poder por lo menos hablar paja por allí. Y dejar de estar promoviendo la industria de la improvisación, ridiculez y la estupidez.
En el carrusel de las emociones, es fácil perder el foco, cuando no se tiene nivel intelectual y académico, quedando una sociedad enferma y criminógena, que ha permitido protestas populares con saqueo colectivo de malandros para sacar a un nefasto gobierno; y grupos independientes queriendo imponer libertades a costa de actos delictivos. Reduciendo nuestra Política a colores partidistas (rojo, blanco, amarillo, naranja, azul etc.), creando una ficción entre buenos y malos y seguir sometidos al “Héroe” o “Mesías”. Y a temas como que si tú rumbeas, estás en mi contra, y le faltas el respeto a los caídos; quemando lugares privados de esparcimiento y rumba. Pronto lo harán con los templos de oración.
El asunto estratégico que subyace en las sombras de una dirigencia política incompetente, es la estupidez, como cual ilusionista que distrae a los espectadores, los desenfoca, y mueve sus manos tan rápido que la gente no se da cuenta y creen que es mago. Esta se combate con inteligencia, que es hacerse preguntas desde el escepticismo y duda, no ser creyente sino descreyente.
Debemos tener cuidado con el culto a la personalidad, aquí no hay líder, son muchos y somos todos. El mejor maestro es el tiempo, sin necesidad de que le hagas preguntas, te da las mejores respuestas. Los problemas que tienes hoy, no lo puedes solucionar pensando igual que pensabas cuando lo creaste. Y si el hombre es un animal político, entonces cuidemos de que no se convierta en un roedor. Y recuerden, “Por el grosor del polvo en los libros de las bibliotecas públicas, puede medirse la cultura de un pueblo”. Mantenerlos limpios nos aleja de la estupidez.
Gervis Medina
Abogado-Criminólogo